Las asambleas organizativas de cara al tercer paro internacional de mujeres y disidencias sexuales empezaron en Rosario el lunes pasado en el Centro Cultural La Toma. Más de 500 mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binarias se reunieron para dar forma a la movilización y la huelga del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Después de un 2018 en el que el movimiento feminista argentino se consolidó y ganó protagonismo en la agenda pública, la primera jornada de debate mostró un fuerte respaldo a la inclusión de todo el abanico de la diversidad sexual dentro del feminismo. También hubo una marcada oposición a las políticas de ajuste del gobierno de Cambiemos. Como en las ediciones anteriores, el tercer Paro Internacional de Mujeres es organizado en asambleas en todo el país. En Rosario el año pasado convocó a más de 70 mil personas en una movilización que recorrió la ciudad. Las asambleas organizativas continuarán todos los lunes a las 18 en el mismo lugar. Mañana empieza el trabajo en comisiones.
El 8 de marzo es una de las fechas más importantes en el calendario de la agenda feminista del mundo. Desde 2017 la modalidad de huelga tomó fuerza como una forma de mostrar las desigualdades y las violencias de las que son blanco mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binarias. La convocatoria internacional es a una huelga de 24 horas en los trabajos y en las casas. Pero la modalidad se adapta a las condiciones de cada una. Lo importante es adherir de alguna manera. El foco está puesto en la violencia machista, con el femicidio y el travesticidio como expresiones más extremas. También apunta a las desigualdades que se tejen en el trabajo y en el reparto de las tareas domésticas: en Argentina las mujeres ganan en promedio 27 por ciento menos que los hombres y se ocupan de 70 por ciento de lo que se conoce como el trabajo no remunerado. Y como el año pasado el reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito tiñe de verde la edición argentina.
En Argentina será la quinta huelga. El país marcó el antecedente mundial el 19 de octubre de 2016 cuando hizo un paro por el femicidio de Lucía Pérez, asesinada en Mar del Plata. La consigna “Si nuestras vidas no valen produzcan sin nosotras”, nació ese año en el Facebook de una poeta rosarina y se volvió un grito colectivo. Dos años después, en diciembre pasado, llegó el cuarto paro después de la absolución de los responsables de la muerte de la adolescente marplatense.
Organización
El año pasado no sirvió sólo para dar la pelea por la interrupción voluntaria del embarazo. Fue también el impulso para la creación de distintos colectivos como los de actrices, músicas, ilustradoras y distintas profesiones. Además, consolidó y generó nuevos espacios de discusión sobre la identidad y la sexualidad, como la creación de la Asamblea de No Binaries de Rosario.
La asamblea de este lunes mostró una consolidación y un crecimiento organizativo del feminismo de la ciudad. Llegaron estudiantes universitarias y secundarias, sindicalistas, trabajadoras y militantes de distintas organizaciones sociales, políticas y culturales. El lenguaje inclusivo que tomó fuerza el año pasado no fue sólo una enunciación. Todas las intervenciones durante el debate dieron cuenta de que hablar sólo de mujeres no incluye a toda la diversidad del movimiento. La aclaración valió también para las publicaciones que en las últimas semanas surgieron en redes sociales de Radfem (por Feminismo Radical), una corriente surgida en los años 70 que pretende un feminismo de sólo mujeres.
“Las travestis venimos construyendo adentro de feminismo y no vamos a permitir que nos vengan a decir que no pertenecemos como si el feminismo fuera portar vagina”, dijo la activista trans Jaqueline Romero, de Red Diversa Positiva. También señaló a las Redfem como una forma de expresión de la derecha conservadora que no debe avanzar. Su discurso terminó con una ovación. Lo mismo pasó cuando tomó la palabra una trabajadora sexual y las personas no binarias.
Durante el debate aparecieron voces nuevas. Habló una integrante del colectivo de mujeres afrodescendientes, que pidió un feminismo libre de racismos. También participaron quienes pelean contra los agrotóxicos y por el acceso al cannabis medicinal. Otra de las intervenciones fue de Daiana T., la joven que hace dos años recibió un botellazo en la puerta del bar La Chamuyera. Pidió que el feminismo tenga en cuenta a las personas con discapacidades cuando habla de inclusión. También se hicieron presentes integrantes de la comisión de mujeres del Rosario Central. Anunciaron que todas las trabajadoras del club pararán el 8 de marzo e invitaron a las leprosas a hacer lo mismo. Otra de las voces que se escuchó fue de integrantes del activismo gordo, una corriente feminista que tomó fuerza en los últimos años a la hora de pensar los cuerpos hegemónicos.
Contra el ajuste
La oposición a las políticas de ajuste del gobierno que encabeza Mauricio Macri unificaron a todas las personas que llegaron a la asamblea. Las referentes históricas del feminismo de la ciudad recordaron que hay que poner el foco en la precarización que sufren las mujeres e identidades disidentes, que hacen el 70 por ciento de las tareas no remuneradas. “Lo que llaman amor es trabajo invisible no pago”, explicaron. Además, en las intervenciones remarcaron que las desigualdades crecen en el contexto de un gobierno neoliberal y pidieron por un 2019 en el que el feminismo marque la cancha de las luchas sociales. “El feminismo le hizo paro a Macri antes que la CGT”, recordó una integrante del gremio docente. Las mujeres sindicalistas vienen cumpliendo un rol fundamental en la construcción de las adhesiones para que el paro sea efectivo.
A la asamblea llegaron también las mujeres del cordón industrial. Como el año pasado, harán una caravana por distintas localidades. También asistieron representantes de asambleas de distintas localidades del sur santafesino, como la mesa de Ni Una Menos de Casilda.
Otro de los puntos más remarcados fue redoblar los esfuerzos en la pelea por el aborto legal, seguro y gratuito y la defensa de los abortos que ya son no punibles en Argentina. Además, se sintió fuerte el reclamo por la violencia de género y la declaración de la emergencia nacional.
Con historia
El feminismo argentino se construye desde la vuelta de la democracia en las ediciones del Encuentro Nacional de Mujeres (ENM), una experiencia inédita en el mundo que recorre año a año el país y deja a su paso estrategias y organización política. El 3 de junio de 2015, con la primera marcha de Ni Una Menos por el femicidio de Chiara Paez en Rufino, marcó un quiebre. El feminismo empezó a ganar masividad con la llegada al movimiento de una alianza estratégica: las adolescentes y jóvenes.
En 2018 la comunión entre las militantes históricas y la generación Ni Una Menos fue la clave para dar el debate del aborto legal adentro y afuera del Congreso Nacional. El pañuelo verde que hace 15 años nació como un símbolo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, salió de los placares donde se guardaba y se sacaba para usarlo en fechas especiales. Hoy cuelga de mochilas y carteras, está atado al cuello o en la muñeca, se cambia y regala como un código compartido de complicidad. Además del debate del aborto, en 2018 el feminismo salió a disputar la agenda política y social en distintos temas. Igualdad, paridad, patriarcado, machismo, acoso, abuso sexual, femicidio, violencia de género dejaron de ser palabras ajenas a los medios.