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Peter Lanzani: “En el medio artístico no hay que temerle a patear el tablero”

El talentoso actor adelanta detalles de “Matadero”, la obra de teatro físico que protagoniza junto a Germán Cabanas, bajo la dirección de Redha Benteifour, que llega a Rosario

Un espacio de entrenamiento dio paso a una experiencia teatral en la que se ponen en tensión los límites del cuerpo en escena. Por el filo de los bordes, dos actores, dos “movers” para aplicar un concepto más contemporáneo a la cuestión, ocupan el espacio y despliegan sentido de maneras múltiples. Allí la fatiga del cuerpo enfrentada a una serie de retazos de textos en muchos casos surgidos de improvisaciones da forma a un espectáculo que se corre de la lógica aristotélica.

La obra de teatro físico Matadero, que el fin de semana próximo llega a Rosario en el marco de una gira por distintos escenarios del país es un espectáculo marcado por una serie de singularidades. En principio, porque lo tiene de protagonista a Peter Lanzani, uno de los actores del momento, protagonista del éxito televisivo Un gallo para Esculapio, pero deliberadamente corrido de cualquier lugar previsible, dada la confrontación física y emocional que propone el material donde comparte el escenario con el talentoso Germán Cabanas, ambos bajo la dirección del reconocido coreógrafo y director francés Redha Benteifour, que entre otros artistas ha trabajado con Madonna, Cher, Michael Jackson, Roman Polanski o los Rolling Stones, y dirección de arte y diseño lumínico de Tato Fernández.

Matadero es un espectáculo vital, potente, donde Lanzani, como pasó hace algunos años cuando saltó de la factoría Cris Morena a protagonizar la eterna Equus, de Peter Shaffer, que exige una inusual entrega actoral y un desnudo integral de varios minutos, volvió a patear el tablero y a salir de cualquier posible lugar de comodidad para encontrar finalmente al actor que quiere ser.

Matadero es una obra que movemos en una camioneta con cuatro personas, por eso estamos recorriendo el país”, dijo el actor a El Ciudadano. Se trata de un trabajo sin artificios y alejado de lo políticamente correcto, que habla de la vida, la muerte, el dolor, el amor, la ausencia, es decir de los grandes temas que habla el teatro hace dos mil años. “La luz y la oscuridad se encuentran en la arena con ellos, sorprendiéndolos, desestabilizándolos y llevándolos cada vez más lejos”, adelantan acerca de esta propuesta que tiene, al mismo tiempo, algo circense y tribal.

Arribar al “Matadero”

De un proceso de trabajo experimental con el maestro Redha Benteifour, que el domingo 10 dictará en Rosario un taller en la Escuela Municipal de Danzas y Arte Escénico Ernesto de Larrechea (ver abajo), surgió Matadero. “La obra es un trabajo experimental, hacía tiempo que tenía ganas de probar con el teatro físico, eso me pasaba viendo obras de danza: sentía que había una veta en lo físico que tenía que explorar. Y no tanto por estar bien físicamente, estar marcado y tener abdominales; la idea era partir desde el cuerpo y poder atravesar un texto, porque creo que ese entrenamiento le suma muchísimo a un actor”, dijo Lanzani en el marco de una extensa charla. Y sentenció: “Hay que salir de la comodidad y exponerse; esa es la única manera de poder seguir creciendo como actor”.

“Lo llamé a Germán, a quien conocía porque era quien hacía todo el trabajo aéreo, la parte técnica de esas escenas en los espectáculos de Cris Morena. Le propuse que hagamos algo: un simple entrenamiento o quizás terminaba en una muestra a fin de año de 20 minutos y una sola función, pero quería incursionar en el teatro físico, reencontrarme con mi cuerpo. Fue así que empezamos a ensayar con él y Tato Fernández que es otro amigo y que ahora está a cargo de la dirección de arte e iluminación de la obra. Después, en un momento, Germán trajo a esos ensayos a su maestro, el coreógrafo y director francés Redha Benteifour. Redha llegó al país, entrenamos alguna que otra vez viendo y buscando para ver qué sucedía, porque yo de baile y moviendo del cuerpo tenía cero. Fueron jornadas de entrenamiento duro, de más de cuatro horas cada una, y fue allí donde empezamos a encontrar algo, fue apareciendo algo; arrancamos al mismo tiempo improvisando con textos, movimientos del cuerpo y desplazamientos de coreografías. Y fue mezclar un poco todo eso; siempre es un desafío para cualquier actor involucrar las diferentes líneas de lo artístico. Finalmente nos encontramos con que teníamos una pieza de una hora sobre la que teníamos que seguir buscando, que derivó en nuevos encuentros. Fue así que nos fuimos a entrenar a Europa, a Francia, a los pagos de Redha, y al regreso confirmamos que teníamos esa obra y fuimos por un paso más”.

Alternativo en lo comercial

La obra tuvo su estreno en octubre del año pasado en el corazón de la porteña calle Corrientes, lo que la convierte en toda una rareza, dado que dista rotundamente de lo que se supone puede llegar a ser una propuesta comercial más allá de la presencia convocante de Lanzani. Y si se piensa en rarezas, Matadero terminó hace un par de semanas una exitosa temporada en Carlos Paz donde obtuvo tres Premios Carlos: mejor dirección teatral para Redha Benteifour, mejor actor de la temporada para Peter Lanzani y mejor iluminación para Tato Fernández.

“De regreso de Europa conseguimos un teatro: nos dieron la derecha en el Metropolitan, una sala comercial. Sabemos que esta obra es una rareza, más allá de que es un tema que no nos interesa demasiado porque todo el proceso fue una rareza y está bueno que sea así. De todos modos, en el medio artístico no hay que temerle a patear el tablero y quizás también a equivocarse, porque si uno no se equivoca y no arriesga no puede llegar a ningún lado. Nunca tuvimos ese miedo: si a la gente no le gustaba, todo bien; habíamos hecho este laburo para entrenar, conocernos y descubrir un montón de cosas que fueron apareciendo. Ya con el entrenamiento estaba conforme, fue un gran aprendizaje con Redha y Germán, que son dos maestros para mí, ambos con un gran conocimiento sobre el lenguaje del cuerpo. Pero estaba claro que para todos era un gran desafío entrar en esta locura, en esta prueba, ver qué sucedía, patear el tablero otra vez; hacer o sentir una obra que no va de principio a fin, que no es lineal, que no tiene esa estructura clásica. Esto es emoción pura, es adrenalina y no importaba si era en el Metropolitan o donde sea; nosotros teníamos ganas de subirnos a un escenario y cumplir con la meta que no habíamos puesto”, sentenció el actor que en pocos días comenzará con la promoción de 4×4, la nueva película de Mariano Cohn que lo tiene como protagonista (ver abajo).

Paradigma del nuevo milenio

Para bien o para mal, el cuerpo es el gran paradigma del nuevo milenio, protagonista en la escena y también fuera de ella. “Estoy totalmente enamorado de la danza; el cuerpo es el más maravilloso regalo de la vida”, sostiene Benteifour y ratifica Lanzani.

“Este trabajo me permitió descubrirlo, entender que la herramienta del actor es el cuerpo: una postura encorvada o recta, qué es lo que cuenta un movimiento de manos… Más allá de la voz, el cuerpo en escena también cuenta energéticamente. Un suspiro, un texto, un monólogo”, dijo. Y agregó: “Todo esto está junto y mezclado en una obra de una hora y cuarto con un coreógrafo muy exigente que entrenó a Michael Jackson, Modonna o Cher y labura con (Roman) Polanski, entre otros grandes artistas, por eso sostengo que es una enorme experiencia para mí”.

Palabra y movimiento

Acerca del dialogo entre movimiento y texto, el actor, que antes de estrenar Matadero, en 2017, pasó por el Teatro San Martín como protagonista de El emperador Gynt, una versión de Peer Gynt de Henrik Ibsen que dirigió Julio Panno, evaluó: “Son textos que fuimos armando nosotros y entrar con esos textos fue una complicación; entrenábamos e íbamos buscando cosas a través de coreografías que nos iba dando Redha, a lo que sumábamos improvisaciones, cosas con las que fuimos probando y jugando, y después que estábamos muertos con tres horas de ese entrenamiento, tirados en el piso, casi sin aire, había que cruzar ese umbral y empezar a hablar, contar una experiencia, tirar un texto, contar una anécdota. Con la cercanía de Redha esas pequeñas historias empezaron a mutar hacia otra cosa. Fue así que empezó a aparecer la puja de poder entre estos dos personajes, por momentos embelesados con ese poder, por el ego y la venganza; pero también hay cierta hermandad. Es una obra que habla sobre la humanidad: la niñez, la adolescencia, la madurez; sobre la vida y la muerte, sobre caer y volver a levantarse, algo que nos pasa a todos. Y todo a partir de una búsqueda donde la gran mayoría de las cosas están contadas desde el cuerpo y donde el espectador, en algún momento, se siente identificado porque se ve ahí”.

La versión más real

En el teatro, el actor, que se supone cuenta una mentira a través de un personaje, se expone, sin embargo, a su versión más real. “En el cine pones el cuerpo pero si la toma es un plano corto y con un lente 50 no podés salvar demasiado, o podés hacer ocho tomas y a vos te gustaron la tres y la cuatro pero el director elige la uno, que para vos fue la peor, pero queda la uno. El teatro, en cambio, es la emoción del actor, es el acarrear esa energía, es un lugar de entrenamiento y de exposición como no hay otro: el actor tiene que estar atento a los errores que pueda cometer para solucionarlos en el momento, porque es el lugar donde más juega la intuición, que es lo que diferencia a un actor de otro, y esa emoción es algo puro. Nosotros laburamos de mentir, pero la pureza de una emoción tiene que ser de verdad, sino no sirve. Yo me considero actor y no tengo prejuicios con los personajes. Si me llaman para ser un galán, seré un galán, pero puedo ser un chico autista, un asesino o lo que sea, esa es la parte más divertida de mi trabajo. Y para eso hay que entrenar, estar preparado, poniéndole el cuerpo siempre, no hay otra manera de hacerlo. Hay que amigarse con la idea del error porque en el error está el aprendizaje y el conocimiento”, analizó.

Las mujeres al frente

En un ambiente que suele ser machista (lo ha sido históricamente), atravesar esta etapa de visibilización de derechos de los colectivos de mujeres, en particular el de las actrices, no es un problema para Lanzani, un actor de 28 años que pertenece a una nueva generación. “Me cuesta mucho poner una definición a lo que está pasando porque este es el momento de las mujeres y es un camino que están haciendo ellas: lo mejor que podemos hacer nosotros es agachar la cabeza, escuchar y aprender de esas cuestiones en las que sentimos que tenemos una falencia, pero claramente hay que abrir la cabeza, y creo que el lugar nuestro es apoyar. De todos modos, la situación se complica cuando queres apoyar de más. Escuchando y acompañando vamos a ver cómo sigue fluyendo todo, pero las mujeres están dando mucho que hablar y eso está buenísimo. En lo personal no me gusta tirar opiniones porque pienso que puedo llegar a entorpecer las cosas. Esta es su carrera, es su lucha y somos muchos los que las apoyamos. Ojalá que se llegue al puerto que las mujeres necesitan porque es el mismo que necesita la sociedad”, concluyó.

Protagonista de “4×4”, lo nuevo de Mariano Cohn

Consciente de que en el cine el poder lo tiene el director, pero dispuesto a sostener allí una carrera que comenzó con El Clan en 2015 y no ha parado, Lanzani prepara el estreno de 4×4, la nueva película de Mariano Cohn producida por Gastón Duprat (la dupla de El ciudadano ilustre, entre otras), que se conocerá en todo el país el 4 de abril y donde compone otro personaje arriesgado. “Se viene el estreno de 4×4, que se filmó a principios del año pasado; es una película muy potente, un laburo muy difícil, pero disfruté mucho de trabajar con Mariano que me parece un director maravilloso”, evaluó sobre el film en el que interpreta a un ladrón que queda encerrado en una camioneta.

“Estoy abocado a un cine más de género; me interesa trabajar con un director como Mariano que tiene su propia visión de lo que quiere contar y me puede decir a mí qué hacer”, detalló.

La película, una coproducción argentino-española, que además de Lanzani protagonizan Dady Brieva y Luis Brandoni, se mete de lleno con la problemática de la inseguridad, pero desde un contexto de acción, con un joven ladrón que al intentar robar una lujosa camioneta queda encerrado en ella, una especie de un bunker blindado del que no podrá escapar.

Un taller con el maestro Redha Benteifour

El maestro, coreógrafo y director francés Redha Benteifour, director de Matadero, ofrecerá en la ciudad el domingo 10, desde las 12, un taller de danza en la Escuela Municipal de Danzas y Arte Escénico Ernesto de Larrechea (Santa Fe 1712). La inscripción y el pago (tiene un costo de 800 pesos) se pueden realizar hasta el viernes, en boletería del teatro La Comedia (Mitre 958).

Benteifour fue el encargado de la apertura del Mundial de Francia 1998, dirigió prestigiosos ballets alrededor del mundo y realizó coreografías y puestas artísticas para grandes figuras de reconocimiento mundial.

La carrera de Redha comenzó en el teatro de Tania Balashova, y sus primeros contactos con la danza fueron en Niza, gracias a Veronique Vallois. Luego viajó a Estados Unidos para estudiar en el Actors Studio y en la Graham School, hasta que en 1981 fundó su compañía de danza con la que recorrió el mundo.

Realizó puestas artísticas y coreográficas para tevé, cine y teatro para figuras como Vanessa Paradis, Elton John, Robert Palmer, Tom Jones, Diana Ross, Michael Jackson, Yves Montand y Richard Gere, entre muchas otras.

Además participó de óperas a nivel coreográfico, como pasó con Tales of Hoffman, dirigida por Roman Polanski, y trabajó con los más grandes creadores franceses. Y se destacó también por las innovadoras puestas en escena de grandes musicales en destacados escenarios de todo el mundo.

Para agendar

«Matadero» se presenta el próximo sábado 9, a partir de las 21, en el Teatro Municipal La Comedia, de Mitre y Ricardone, donde también se venden las entradas, o bien a través del sistema «1000tickets.com.ar»

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