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«Weird City», una comedia negra desbordada

Producida por Youtube mediante un servicio premium, es una serie con capítulos independientes que, desde la ciencia ficción y en tono alocado echa otra mirada ácida sobre el mundo contemporáneo, al estilo “Black Mirror

Weird City es una serie producida por Youtube. Esta plataforma, que domina la circulación de videos en internet desde hace años, comenzó a ofrecer un servicio premium mediante suscripciones. Este servicio cuenta entre sus beneficios con la eliminación de los anuncios publicitarios en todos los videos y el acceso al descalificado servicio de música Youtube Music, que pretendía ponerse a la par del dominante Spotify. La otra ventaja del servicio premium es la posibilidad de acceder a las producciones llamadas Youtube Originals. En principio, estas producciones explotaban el fenómeno youtuber, pero desde el año pasado la compañía comenzó a apostar a proyectos de series que entraban en el rango de las producidas por las grandes cadenas: Cobra Kai, que retomaba en tono paródico a los personajes de la clásica Karate Kid, y Origin, ciencia ficción que retoma la ya remanida premisa de la tripulación, la nave, y el parásito alienígena. Pese al relativo éxito de estas series, y a la insistente apuesta de la compañía por este tipo de producciones, el servicio no ha funcionado según lo esperado. El usuario medio de youtube parece no estar muy dispuesto a pagar suscripciones. Según anunció un representante de la compañía a fines de 2018, el contenido de los Originals serían lanzados desde 2019 en forma gratuita con anuncios, y derivarían, quizás, en producciones tipo realitys. Hasta el momento, eso no ha sucedido, el servicio sigue siendo pago. Este año, en medio de ese cambio de estrategias, se presentó la esperada serie Weird City, un proyecto que venía tambaleando debido a la poca repercusión de la propuesta general del servicio pago, pero que finalmente pudo concretarse. Quien está al mando es Jordan Peele (junto a Charlie Sanders), popular comediante que alcanzó otro status con su primera película como guionista y director, Get Out!.

Mirada ácida

Get Out! era una ingeniosa apuesta en la que el terror servía de vehículo para esbozar una sátira social focalizada en el racismo norteamericano. Un poco ingeniosa, un poco inquietante, un poco graciosa; un bienvenido aire renovador para el terror de la compañía Blumhouse (productora de Paranormal activity, entre otros films del tipo), pero que realmente no justificaba el gran impacto crítico que tuvo y que derivó en la eterna falacia de la oscarización. Mas allá de los avatares y los pormenores de la apreciación o la sobrevaloración, el producto de Peele era, cuanto menos, efectivo y algo incisivo. Esto no es un hecho menor dentro del campo de trabajo de un género como el terror, ya que muy de vez en cuando allí  se concreta alguna nueva obra relevante. Con Weird City, Jordan Peele llega al formato de serie antológica para desplegar, desde la ciencia ficción y la comedia, otra mirada ácida sobre el mundo contemporáneo. La referencia a Black Mirror es inevitable.

Broma ingeniosa

Weird City es una serie antológica, es decir, cada capítulo cuenta una historia independiente. Sin embargo, jugando un tanto con este formato, algunos personajes se repetirán y algunas historias podrían ir conformando una trama mayor, quizás no como algo esencial de la propuesta, pero si al menos como una broma ingeniosa que despierta nuevas expectativas. Lo que une a las historias narradas en cada capítulo, es la ciudad que da título a la serie, Weird, una ciudad del futuro en la que una línea fronteriza la divide lisa y llanamente en dos partes, de un lado viven los ricos y del otro sobreviven los pobres. Un lado, claro, deslumbrante en sus brillos de escaparate fashion, atiborrado de fascinaciones tecnológicas y de promesas de bienestar. Todo está revestido de una pulcritud impersonal, de una belleza estandarizada, y de una higiene sospechosa. Y la tecnología ha proliferado en infinidad de gadgets que determinan la vida de los habitantes según las normas de un vivir estéril y perfectamente instrumentalizada. En realidad, ese lado parece ser una suerte de burbuja pergeñada por el omnipresente y siniestro Dr. Negari. Del otro lado, una clase media que linda con la pobreza vive en un suburbio que nada comparte con la “futurización” del lado bueno. Ese suburbio es un suburbio actual, sin nada que remita a la especulación tecnocientífica de un futuro cercano. Quienes han quedado de ese lado de la línea, han quedado totalmente afuera del sospechoso proyecto de una modernidad normalizadora. Lo que hace convivir Weird City en esa separación, no son tanto dos espacios, sino dos tiempos y dos modos de opresión. Lo que convive es un pasado pretecnológico, en el que sus habitantes son sometidos por la pobreza, con un futuro en el que los que allí habitan son sometidos mediante la promesa normalizadora de un confort tramposo. Entre esos dos campos, en esa intersección en la que se mueven algunos de los personajes, se juegan todas las historias que componen esta antología en un tono de parodia desbocada, a veces efectivo, y otras algo vacuo, pero siempre simpático. Aunque, y mas allá del humor, es lícito pensar si, en cierta medida, no se está proponiendo la mistificación espuria de una libertad ligada a la pobreza, frente a los placeres tecnológicos de la opulencia.

Humor absurdo

Los puntos en común con Back Mirror son claros y evidentes, aunque las series difieran allí donde más se cruzan. Cada capítulo se focaliza, principalmente, en las posibles derivaciones oscuras de algún desarrollo tecnológico visible ya en nuestra contemporaneidad. Hay algoritmos que establecen la conformación de la pareja ideal, hay casas inteligentes que convierten la comodidad en invasión, hay chats que reemplazan a las relaciones sexuales y promueven otro tipo de procreación virósica, hay ricos que patrocinan niños pobres, hay personajes de una serie que toman conciencia de su condición de constructos, y hay otras especulaciones delirantes siempre presentadas en un tono de comedia negra y desbordada. Si el tema general se liga con la visiones distópicas de Black Mirror, el tono aquí bebe más de las fantasías retro de Cuentos Asombrosos, pero pasadas de modo irreverente por el filtro de un humor absurdo que puede remitir, incluso, a aquellas parodias desbocadas de los años 80 que comenzaron con ¿Dónde está el piloto? Allí Weird City, con sus altibajos y sus múltiples referencias, cumple con su cometido humorístico, pero juega sus fábulas y su sátira social en un terreno algo incierto.

Burla desquiciada

La serie consta de seis episodios de 25 minutos de duración cada uno (salvo el último que es más breve). Como toda antología, puede resultar despareja en sus resultados, pero sin embargo, nunca pierde totalmente la gracia. Destaca, eso sí, el brillante primer episodio, lo mas logrado de la serie en muchos sentidos, desde la efectividad del humor hasta el abordaje del tema puesto en juego. Finalmente, se podría decir que hay en la propuesta de Weird City algo que puede resultar, quizás, un tanto ambiguo: ¿presenta esas elucubraciones futuristas de los usos perversos de la tecnología en tono crítico al estilo de Black Mirror, o, por el contrario, se ríe de esos terrores derivándolos al terreno de la paranoia antimodernista? Quizás pueda tomarse desde ambos lados, pero habría que ver también como está jugando allí el rol de los pobres y el rol de los ricos. La burla desquiciada, aunque en general graciosa, enturbia un poco la perspectiva.

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