Angélica Gorosdischer se pregunta quien inauguró el lenguaje. Lo hace en un texto que escribe especialmente para una muestra en un centro cultural de Rosario, que por un mes cambiará el nombre por el suyo. Escribe que, al no saber quién dijo la primera palabra, podemos imaginarlo todo. Ella imagina que la pronunció una mujer mientras cuidaba a su hijo: “Claro que sí. Cuidar a la cría era más importante, más urgente, más real y atractivo que lanzarse a la conquista del vecino. La palabra amiga mía y amigos míos, también. Porque palabra es mujer”. La muestra para la que escribe es “Revolucionistas: Rebeliones y Feminismos” y el centro cultural es el Fontanarrosa (San Martín 1080). El recorrido le da la razón. Porque si la Historia con mayúscula fue escrita por los hombres, si las mujeres quedaron en los márgenes de las enciclopedias, es en la palabra donde hay que buscar. “La memoria de las feministas fue fundamental para contar una historia que no está sistematizada. Ellas se pusieron a recordar, tiraron datos y pistas de dónde buscar y abrieron sus casas, sus archivos personales y sus álbumes de fotos”, explican las curadoras a cargo de la propuesta que durante el mes de marzo recorre las luchas de las mujeres y disidencias sexuales de Rosario en el siglo XX y XXI.
Revolucionistas inauguró el primero de marzo después de un año de trabajo colectivo de las periodistas Sonia Tessa y Lilian Alba, la diseñadora Joaquina Parma Leiva y la montajista Romina Garrido. La muestra fue coordinada por el Centro de Estudios Latinoamericanos Ernesto Che Guevara (Celche), con Pamela Gerosa a la cabeza. Según las curadoras, no es una muestra de arte ni de documentación histórica: es una propuesta anfibia y vivencial que mezcla formatos y registros y que pone al presente en estado de memoria.
En un momento en el que la visibilidad de los feminismos tomó más fuerza que nunca en la Argentina, Revolucionistas revisa los pasos de las mujeres y disidencias mostrando las distintas experiencias que hubo en la ciudad.
Si bien en un principio la muestra planeaba recorrer las luchas de distintas partes del mundo, en el camino las curadoras decidieron que era hora de hablar de lo local. El resultado es un recorrido por una historia hasta ahora no contada. El día que la muestra fue inaugurada era común ver a los visitantes reconociéndose en una foto, señalando alguna cara conocida o recordando un lugar por el que suelen pasar todos los días. “Siempre estuvimos en la calle, pero es más difícil encontrar nuestras historias”, resumieron en la presentación.
Revolucionistas no destaca figuras o personajes, sino que muestra procesos colectivos. “Las mujeres y las disidencias fuimos parte de las luchas populares a la vez que levantamos las reivindicaciones propias”, explican las curadoras. Por eso están tanto en movilizaciones del 8 de marzo o en asambleas feministas, como los piquetes de 2001, en los paros generales o en las marchas del Día de la Memoria.
De afuera hacia adentro
La muestra puede pensarse en cuatro espacios. Afuera, en la Plaza Montenegro, una torre de pasacalles deja de lado las declaraciones de amor para reunir frases y consignas de distintos tiempos. Desde “Ni dios, ni patrón, ni marido”, del diario La Voz de la Mujer que Virginia Bolten publicó en Rosario en 1899, pasando por “Lo personal es político”, de Estados Unidos en 1969, hasta el “Yo te creo hermana”, que se popularizó en Argentina en 2018. La torre forma un registro de códigos compartidos de los reclamos que van desde el voto, la igualdad salarial o la soberanía sobre el cuerpo.
Ya adentro del centro cultural la primera propuesta es entrar a la marea verde. A través de una serie de fotos colgantes impresas en un material trasparente, las y los visitantes pueden entran y salir de movilizaciones donde dialogan los pañuelos verdes y blancos.
Después está la sala que reúne videos y un gran mural de resistencias a las políticas neoliberales. Las imágenes audiovisuales son de ex presas políticas y mujeres feministas agrupadas en el colectivo Unidas, que nació en 1982. En los testimonios las mujeres detenidas en Devoto durante la última dictadura cívico-militar cuentan cómo creaban lazos de solidaridad, resistencia y comunicación entre las rejas. En otro video, cinco mujeres cantan la canción “Vamos juntas compañeras”.
La última sala es la de los archivos. Se llama “Intersecciones” y reúne fotos, recortes de diarios, afiches, audios, banderines, papeles manuscritos y objetos de todo tipo que militantes guardaron en sus casas sin saber que tenían un pedazo de una historia compartida. Hay idas y vueltas en el tiempo y encuentros entre generaciones que miran su historia y hacen de la producción artística un ejercicio de memoria. La foto emblemática de la chica del palo del Rosariazo está bordada por Florencia Garat 40 años después.
Ella también la inmortalizó en forma de pin para que las pibas la lleven a todas partes como un amuleto de las mujeres que luchan. Una bisnieta hace canción el texto que escribió cien años antes una de las pioneras de la lucha de las mujeres de principios de siglo XX. En una esquina descansa el pañuelo de la abuela de Plaza de Mayo Norma Vermeulen. En el otro extremo, está el pañuelo verde que se usó por primera vez en Rosario, en el Encuentro Nacional de Mujeres de 2003.
En el texto que explica cada objeto está la esencia de la muestra. La mayoría son aportes de los archivos personales de las protagonistas o de sus hijas y nietas. Fueron guardados como parte de las historias familiares sin saber que podían ser una parte de la Historia que ahora las mujeres y disidencias escriben con mayúscula.
El catálogo
El catálogo de la muestra es otro documento histórico por sí mismo. Reúne textos de referentes de distintos ámbitos que con sus miradas dan cuenta de cómo se piensan los feminismos hoy. Escribieron Mónica Fein, Laura Pasqualli, Sonia Tessa, Angélica Gorodischer, Morena García, Marta Dillon, Lilian Alba, Ana Pipi Oberlin, Gabby De Cicco, Renata Labrador, Mabel Gabarra, Marilé Di Filippo, Majo Gerez, Andrea Andrés, Claudia Feitas, María Yamile Baclini, Sandra Michelón, Florencia Garat, Taty Almeida, Estela de Carlotto, Mónica Tarducci e HIJAS Rosario.