“No vemos este año movimientos tan bruscos desde el punto de vista inflacionario como para poder tener revisiones más cortas”, sorprendió el ministro de Producción –y titular del ex Ministerio de Trabajo– de la Nación, Dante Sica, quien en una charla en el Colegio de Abogados de Buenos Aires reveló que el gobierno está discutiendo con sindicatos reemplazar la cláusula gatillo –que contempla aumentos de emergencia si los índices de precios superan las subas de sueldos acordadas– por “revisiones que pueden ser cada seis meses”.
“Pensamos que una revisión semestral antes de fin de año le da una garantía al trabajador de que no va a tener una pérdida de salario real y le permite al empresario planificar mejor”, marcó Sica. El ministro contravino así todos los números inflacionarios relevados por el propio Indec, que midió un 2,9% en enero y un 3,8% en febrero, en ambos caos muy superiores a las variaciones de enero y febrero de 2018 (1,8% y 2,4%) año que concluyó con una fuerte recesión, pérdida de poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, y con la peor performance económica desde 2002 para muchos sectores, como la industria manufacturera.
A pesar de cerrar 2018 con la inflación más alta de los últimos 27 años –47,6%, guarismo que no se daba desde 2001– y de que 2019 arrancó peor todavía, el ministro Sica se desentendió de una corrección del rumbo y en cambio apuntó a una reforma laboral. “Una modernización de las normas laborales, para adaptarlas a procesos que se aceleran, como la automatización y la mejora tecnológica de los procesos industriales, que impacta sobre las tasas de empleo”, dibujó el ministro.
Sica también marcó que “no hay pauta de inflación y por lo tanto no hay techo ni piso para las paritarias”, a las que dejó libradas a donde “apriete el zapato” de la misma manera que dos años atrás, en enero de 2016, lo había hecho el entonces ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay. Sica dijo que las paritarias de este año transitarán por “la capacidad de negociación de cada sector, la expectativa de inflación y la prioridad que pone el sector sindical a la hora de discutir, en el empleo o en la negociación salarial”. Prat Gay había profetizado: “Cada sindicato sabrá dónde le aprieta el zapato y hasta qué punto puede arriesgar empleos a cambio de salarios”.
Con todo el ministro de Producción y Trabajo también advirtió que los empresarios que no trasladen las subas salariales a precios “van a tener un problema y tendrán que ajustar por cantidad o perder rentabilidad”, anticipando la inflación que había negado un rato antes y responsabilizando por ella a los trabajadores.
Y también consideró que el trabajo en negro es un imposible de resolver si no hay una reforma de la legislación del trabajo: “Con distintos regímenes laborales y distintos modelos económicos, en 50 años no hemos podido perforar el 30% de empleo informal, más de 4 millones de trabajadores no tienen los derechos básicos que su puesto de trabajo requiere, y la contracara es la pobreza”, sostuvo.