Ceso
Luego de tomarse unos meses de vacaciones, el dólar vuelve a tomar el centro de la escena económica. La pax cambiaria lograda a partir del segundo acuerdo con el FMI, basada en la combinación de masivo ingreso de fondos del organismo, ajuste de la economía nacional y elevadas tasas de interés, parece no tener garantizada su supervivencia más allá de los meses de verano. La tradicional demanda de dólares de los años electorales amenaza con llevarse puesto el frágil esquema de bandas cambiarias.
Una nueva disparada del dólar es una grave amenaza para una economía que ya presenta indicadores alarmantes de crisis productiva y del empleo. Parece redundante aclararlo, pero en el contexto de un desconcertante optimismo oficial, ningún indicador de la actividad económica a febrero da señales que la caída ha tocado fondo. Una industria trabajando al 56% de su capacidad, la construcción derrumbándose al 15% interanual y una recaudación que evoluciona 10 puntos por debajo de una inflación fuera de control, son fotos que ilustran la situación de “depreflación” (depresión productiva con aceleración del alza de los precios) que atraviesa nuestra economía.
Las chances electorales del oficialismo están inversamente relacionadas a la cotización del dólar, y el establishment internacional (y parte del local) empieza a ver con preocupación un posible regreso de Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia de la Nación. La estrategia oficial para evitarlo y conseguir la reelección de Mauricio Macri es aplicar el “populismo financiero” (dólar barato y cierto impulso al gasto, apalancados en créditos externos) y postergar los aumentos de tarifas, repitiendo la estrategia electoral de 2017.
Para lograrlo debe superar la imposición del FMI de una estricta meta fiscal que implica fuertes reducciones de los subsidios a las tarifas y su oposición a que sus fondos se utilicen para sostener la cotización del dólar por debajo de la inflación. Al respecto, la experiencia del “blindaje” en el marco de la crisis de la convertibilidad, donde los fondos frescos del organismo se fueron por la canaleta de la fuga de capitales en un vano intento de sostener el uno a uno, marcó a fuego la visión del FMI sobre como intervenir en la economía argentina. De ahí su oposición a que el gobierno utilice sus abultadas reservas internacionales, que llegarán a los 78.300 millones de dólares cuando se acredite el desembolso de marzo, para estabilizar el valor del dólar. De esa manera, aun cuando las reservas se encuentran en niveles históricamente altos e incluso existe un sobrante de divisas en las proyecciones externas de los próximos meses, el riesgo de una suba pronunciada del dólar subsiste por la limitación impuesta por el Fondo a la política cambiaria del Banco Central.
En esta pulseada, el gobierno informo que tendrá un excedente de 9.000 millones de dólares desde abril hasta octubre (tal cual se había proyectado en el Presupuesto de este año), que piensa utilizar en subastas diarias por unos 60 millones de dólares. Respecto a las subastas, la experiencia del año pasado, donde subastas por 500 millones de dólares no pudieron contener la fiebre verde (aunque en un contexto de desarme de Lebac), ponen en duda la efectividad de dicha medida para contener una escalada del dólar en el año electoral. Si el dólar no se estabiliza, el intento de apuntalar una mínima recuperación del consumo por medio de créditos a beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y jubilados con los fondos de la Ansés, será vano.
Considerando los datos del año pasado, en un escenario de tranquilidad el gobierno podría hacer frente a la demanda estructural de dólares por FAE (formación de activos externos), la salida de portafolio y los vencimientos de deuda privados y los vencimientos de capital e intereses del Estado nacional y las Letes de la Tesorería. Atender esos gastos de divisas implicaría una caída de reservas mensual del orden de los 3.021 millones de dólares. En ese escenario, las subastas diarias promedio del orden de los 60 millones serían suficientes para abastecer la demanda de divisas que se canaliza a través del mercado abierto electrónico (MAE) –no pasan por allí los pagos de deudas–, y estabilizar el mercado cambiario.
Sin embargo, en un escenario de corrida cambiaria propia de un año electoral, la demanda adicional de dólares diaria canalizada a través del MAE rondaría los 170 millones de dólares, un monto que excede ampliamente las subastas anunciadas por el gobierno y proyectan una elevada presión sobre el tipo de cambio.
El “factor Lavagna”
La oposición del FMI a una estabilización del dólar en el año electoral debilita las chances electorales del oficialismo y habilita construcciones alternativas a Macri que también eviten un regreso de CFK. No casualmente, una parte del establishment local que teme ser devorado por la actual política económica, vuelve sus ojos hacia Roberto Lavagna, un candidato con chances de extender lazos en el peronismo y el radicalismo, sumando votos en ambos lados de la grieta.
Al respecto, uno de los temas conversados por el ex ministro de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner con los burócratas del Fondo fue evitar una apreciación electoral del peso. No casualmente, ya que la suba del dólar con sus efectos colaterales de deterioro económico y social levantan las chances electorales de Lavagna casi a la misma velocidad que deterioran las de Macri. Por otro lado, la estrategia económica del ex ministro tiene como uno de sus pilares sostener un “dólar alto” por lo que, una devaluación del peso antes de diciembre, le evitaría el costo político de su implementación en el hipotético caso de llegar a la Presidencia.
El experimento argentino
Finalmente, a pesar de su absoluta ineficiencia en términos inflacionarios, está por verse la capacidad del Banco Central para mantener el objetivo de expansión monetaria cero. Los meses transcurridos desde el anuncio se destacan por una estacionalidad con bajos niveles de emisión, y en el mes donde fue alta (diciembre) el BCRA decidió acompañarla aumentando las cantidades de dinero. Según su presidente, Guido Sandleris, el nuevo objetivo planea evitar el ciclo alcista de la emisión a mediados de año. Veremos cuáles son las medidas que el Banco Central está dispuesto a impulsar a fin de cumplir con tal promesa: las tasas de interés se hallan actualmente en niveles récord al igual que el ajuste fiscal, as asimismo, la economía necesitará más dinero debido a los aumentos de precios que superan el 50% anual. El increíble experimento monetario de nuestro país posiblemente termine como ha demostrado la evidencia hasta hoy: una inflación indomable por estas vías mientras el nivel de actividad continúa su deterioro.
Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz