En tiempos en que los discos-objeto dejan paso a músicas que se transmiten impalpables, Los Bardos, el trío rosarino que hace cinco años crearon los músicos Pablo Pino (Cielo Razzo), Ezequiel Choza Salanitro (Sikarios) y Nahuel Marquet (Degrade) apuesta por traer al mundo un álbum que es una pieza artística desde su empaque. Y lo hacen con la convicción de un camino corto pero fecundo donde expresar, con sello propio, un sentir urbano con aromas del litoral y una búsqueda propia que, en tanto estética, abre también el juego a una multiplicidad de géneros de estas costas.
Lo llamaron Música de patio, en homenaje a ese lugar donde se gestó el proyecto, y lo presentarán en vivo en un concierto que tendrá lugar este sábado por la noche en Plataforma Lavardén con entradas serán gratuitas, todo un gesto a celebrar en épocas de bolsillos flacos.
La portada del disco es el dibujo de una fotografía tomada en esa selva urbana de treinta metros cuadrados donde las plantas avanzan como la música por todo el patio donde el grupo comenzó a juntarse. Allí, al calor de largas horas de música, charlas y encuentros compartidos, entre amigos y amigas nació Música de patio, trabajo donde logran plasmar un recorrido sonoro y discursivo en el que lo más importante sigue siendo la canción.
Adentro, en el booklet, dibujado sobre un fondo amarillo que lo cubre todo, algo que parece ser un camalote florece dentro de una pileta de plástico, un balde, una manguera y libros amontonados en el suelo conviven junto a una maceta donde sobrevive lo que parece ser un aloe vera y junto a ella un paquete de cigarrillos a medio consumir se hace eco de las plantas, las flores y un acordeón que pende de una enredadera. El agua, la tierra pero también la urbanidad: todo eso suena y convive en las ocho canciones que forman el disco físico y sonoro.
Con el título de “juglares del asfalto”, se define en la gacetilla de prensa a los integrantes de esta banda, que tiene un ADN bien local y se animó a plasmar un recorrido de historias y sonidos de diversas latitudes abordadas desde un discurso bien de acá, con el rock sonando adelante pero abriendo el juego a estilos y géneros que invitan a transitar un amplio espectro de vivencias.
En diálogo con El Ciudadano, Nahuel Marquet dio detalles de este primer material de la banda, de cómo se gestaron las canciones, y destacó: “Quien estaba ahí aportaba y se dio una composición de tipo «cadáver exquisito» donde cada uno ponía un verso y lo seguía el otro, y se hacía como una especie de ronda poética”.
—Cuando la industria del disco parece que está por desaparecer ustedes apuestan a este formato. ¿Qué los llevó a grabar este primer disco?
—Somos muy devotos del formato disco. Yo creo que el formato lejos está de desaparecer; aparecen siempre nuevos modos que busca la industria de venderte la música que en otros momentos también estuvieron. Las redes tienen su propia forma de vender música pero el disco es, para el artista, esa selección de canciones infalibles. En el caso de Los Bardos, ni bien empezamos a tener canciones propias, sentimos que había algo que giraba en torno al patio donde ensayábamos. Eran ensayos sin micrófono y eso aparece como concepto. Desde que empezamos a pensar un repertorio queríamos que se llame Música de patio. Lo del físico por suerte lo pudimos hacer y le dimos un formato que tiene que ver con un objeto bello, decorativo y que en su interior posee una lámina con las letras de las canciones y sus acordes para que la gente las pueda tocar.
—¿En qué momento de la banda aparece este disco?
—Lo empezamos a grabar por necesidad porque Los Bardos venía creciendo no sólo a nivel de público sino que nuestra música y canciones llegaron a un punto que sentimos que teníamos que plasmarlas. Pensamos los discos como un recorte transversal de un momento de la banda. Y hace más de un año empezamos a grabar gracias a gente que nos ayudó económicamente. Tuvimos a Víctor Ciucce de productor económico. Y el disco llega en un momento en que la banda está consolidada a nivel musical. Es un disco que amamos mucho y que tocamos del mejor modo.
—El disco se titula “Música de patio”, en honor a aquel espacio donde la banda comenzó a nacer. ¿Cuáles eran las búsquedas al momento de comenzar a escribir?
—Los momentos de comenzar a escribir se dieron de un modo lúdico. Ya desde la primera vez que nos juntamos, si bien armamos algunas versiones de canciones rosarinas, empezamos a componer naturalmente. Y el juego hermoso que surgió fue el de componer de manera grupal pero también con los otros integrantes que pasaron por la banda y quienes se daban una vuelta por los ensayos. Quien estaba ahí aportaba y se dio una composición de tipo “cadáver exquisito” donde cada uno ponía un verso y lo seguía el otro, y se hacía como una especie de ronda poética. Con las melodías y los acordes lo mismo.
—“Música de patio” tiene un sonido muy “de vivo”. Las canciones cuentan historias con sello local y las raíces musicales del álbum pasan por el rock, el pop y el folclore. ¿Qué viene a explorar hoy Los Bardos?
—Los Bardos es una exploración de algo que nosotros veníamos haciendo que era tocar en formato acústico incluso con nuestros propios grupos. Pero este disco fue creado para esa tímbrica de guitarras de nylon y acústicas, electroacústicas, acordeón, mucha madera y fuelles. Eso nos permitió volcar una musicalidad que teníamos adentro en tanto folclórico y tanguero, también lo cancionístico del Litoral y el mismo rock. La música de una ciudad grande como Rosario está atravesada por todas esas vertientes. Y nosotros sin siquiera planearlo demasiado vemos aparecer en una misma canción ciertos aires de rock y de indie pero que tienen su sonoridad desde el acordeón más litoraleño o en un momento puede sonar como una bachata o algo tanguero. Nos gustan esas mezclas. De los cruces surgen las mejores ideas musicales.
—¿Cómo suena en vivo?
—En vivo estamos sonando muy bien. La idea fue que el disco suene a vivo por eso lo grabamos en vivo salvo algunas overdubs (capas de sonido) que se hicieron luego. Los Bardos en vivo toca el disco del mismo modo que está grabado y seleccionamos una serie de canciones extra que son muy divertidas y generan una celebración “barda” que va creciendo y se va poniendo festiva. La banda está en un momento muy bueno con el sonido.
—¿Cuál es el juego que hacen con los otros proyectos personales de cada uno de ustedes?
—Los Bardos tiene una relación bellísima con nuestras bandas y en la presentación del disco vamos a hacer una o dos canciones de cada grupo del que provenimos. También los compañeros de banda están invitados. El juego con las bandas de origen es muy fluido y maravilloso.
—¿Cómo será el concierto que realizarán en la Plataforma?
—Para el show de Lavardén vamos a presentar el disco y lo vamos a acompañar con esto que llamamos “after bardo” que es como una especie de fiesta que se arma luego de nuestras canciones y se basa en un repertorio variado y divertido que es el momento ideal para escucharlo.
EN EL DISCO
Además de Pablo Pino (voz, guitarra), Nahuel Marquet (voz, acordeón) y Ezequiel Salanitro (voz, guitarra), se sumaron al disco Martín Ledesma y Lisandro Hedín (percusión), Lisandro Sagué (bajo) y Franco Dolci (violín), junto a una larga lista de invitados entre los que se encuentran Guido Messina, Florencia Croci, Cintia Venier, Marcos Migoni y Diego Almirón. La producción artística estuvo a cargo de la banda junto a Pablo Dieguez mientras que junto a Los Bardos el productor ejecutivo fue Víctor Ciucce. El disco fue grabado en tres estudios: Del Abasto al Pasto, Symphony y Lúdicos. El responsable del diseño y el arte fue Estudio Kermés y las fotos son de Maximiliano Conforti.
Para agendar
Los Bardos presentarán Música de patio, su primer disco de estudio, este sábado a las 21.30, en Plataforma Lavardén, de Sarmiento y Mendoza, con entrada gratuita. Los tickets se podrán retirar en la boletería del teatro, hasta dos por persona, desde una hora antes de la show