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Rosario tuvo multitudinaria marcha para salvar millones de vidas

Activistas, docentes, profesionales de la salud, científicos y vecinos de distintas zonas de la provincia y visitantes de otros territorios se movilizaron contra el uso de agrotóxicos y la contaminación de actividades como la megaminería a cielo abierto. Como símbolo, todos usaron barbijos

Integrantes de organizaciones ambientalistas y universitarias, con sus rostros cubiertos con barbijos, marcharon este miércoles, en el marco del Día Mundial del Ambiente, por las calles de Rosario para poner de manifiesto el incremento de enfermedades terminales como el cáncer y otros padecimientos en las localidades expuestas a fumigaciones de agrotóxicos como el glifosato.

La Marcha Plurinacional de los Barbijos se convocó para exponer las problemáticas ambientales de distintas provincias del país que tienen pueblos fumigados o padecen los daños colaterales del fracking y la minería a cielo abierto. Y también mostrar a aquellos que lograron una victoria en la pelea, como Mariela Leiva, la maestra entrerriana que logró ampliar la franja libre de agrotóxicos sobre las escuelas, o las organizaciones de Villa Constitución que van por una mecanismo de consulta pública para evitar que se instalen empresas que contaminen el medioambiente y dañen la salud a los residentes. De la manifestación, tanto como del encuentro internacional participó la fundadora de Madres de Plaza de Mayo Nora Cortiñas.

La movilización marcó el final de la primera jornada del Congreso Internacional de Salud Socioambiental que se extiente hasta este viernes y donde confluyen desde movimientos sociales hasta investigadores científicos críticos al modelo extractivista y al campo con químicos: denunciaron que el gobierno de Mauricio Macri, en lo que va de su gestión, aprobó veinte cultivos transgénicos con uso masivo de peligrosos agrotóxicos.

En el escenario del Monumento a la Bandera, comenzó a sonar la música de Rubén Patagonia, quien tiene un compromiso muy fuerte con el tema: en 2010 su hijo Jeremías y su esposa decidieron frenar con su cuerpo un trabajo de fumigación, que avanzaba sobre las casas en momentos en que sus hijos jugaban afuera, en la localidad santafesina de Desvío Arijón.

La idea de «personas caminando por las calles con barbijos» busca reflejar una «imagen fuerte y pedagógica» sobre lo que pasa en algunos pueblos del país, explicó Damián Verzeñassi, médico legista y director del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR.

La «Marcha Plurinacional de los Barbijos» partió a las 17 de la plaza San Martín (Santa Fe y Dorrego) hasta el Parque Nacional a la Bandera, para concluir con la lectura de un documento. La acción fue además el cierre de la primera jornada del Congreso de Salud Socioambiental, que se extenderá hasta el viernes 7, y cuyo foco es “Madre Tierra, una sola salud”, la interrelación entre seres humanos, animales, plantas, microbios y los ecosistemas en la conservación de la vida misma.

Verzeñassi sostuvo que lo que se busca mostrar con estas acciones es el problema que se vive en «36 ciudades de cuatro provincias: Entre Ríos, Buenos Ares, Santa Fe y Córdoba».

«Son localidades que tienen en común el incremento de abortos espontáneos, la identificación de diagnósticos de cáncer a edades más tempranas, una prevalencia del hipotiroidismo en sus poblaciones, y que quedaron en el medio de territorios donde se producen transgénicos dependientes de agrotóxicos», indicó el especialista.

La ley y la trampa

Virginia Russo es parte de la organización de la marcha que según explicó, convoca a movilizarse colectivamente a favor de la salud y en contra de los modelos socioeconómicos que no respetan la salud de los territorios. Sobre la prohibición del glifosato, sostuvo que una cosa es luchar por la ley y otra luchar para que esa ley se cumpla y se extienda a otros territorios y agregó: “También nos preocupa todo lo que pasa a nivel de semillas. En particular en Rosario lo que sentimos es todo lo que pasa a nivel de agrotóxicos, pero la marcha también denuncia todo lo que pasa con la minería, con el fracking”, sostuvo sobre el mecanismo no convencional de extracción de petróleo y gas literalmente del interior de las piedras, a partir de la fractura.

Por su parte, Sergio Rinaldi, periodista y miembro del Taller de Comunicación Ambiental y parte del colectivo que organizó la movilización, sostuvo que la acción surgió en forma prácticamente natural:  “Porque estamos conectados todos los que están luchando contra el fracking, contra los agrotóxicos y la minería contaminante, y pensamos por qué no juntarnos todos en una marcha en Rosario. Y la marcha es plurinacional porque también se incluye a los pueblos originarios”.

“Muchos no pudieron viajar y organizaban marchas en su lugar, pero hay gente de Río Negro, que está luchando contra el fracking”, continuó Rinaldi, y marcó que, por ejemplo, en Sastre había una marcha a nivel local en paralelo.

Sobre la ordenanza que dispuso la prohibición del uso de agrotóxicos en Rosario, dijo que fue una batalla que se logró ganar, pero “quedó todo en una especie de limbo”, ya que la norma  quedó reglamentada de hecho, sin decreto específico. “Nosotros tenemos una zona periurbana grandísima donde se utiliza el glifosato, que afecta a ciudades satélites, y lograr que se sancionara la norma es lograrlo en el epicentro de la soja, que es Rosario. Fue como decir «en tu cara y en tu cancha». Ahora hay que exigir que se controle”, afirmó.

Con los hijos no

Mariela Leiva, pertenece al sindicato docente de Entre Ríos. “Tenemos una campaña que es Paren de Fumigar las Escuelas, la que estamos trabajando con distintos monitoreos ambientales y también en los análisis de genotoxicidad en los niños que viven en los alrededores de las escuelas rurales”, contó a El Ciudadano.

Y detalló que eso sirvió como fundamento del amparo ambiental que se presentó en Entre Ríos y que otorga la restricción de llevar de 50 metros a 1.000 la distancia terrestre y de 100 metros aéreos a 3.000 la restricción a la fumigación.

“Este fallo fue anulado por un decreto del gobernador Gustavo Bordet, que apelamos, y hoy tenemos vigente este amparo ambiental de 1.000 y 3.000 metros”, sostuvo.

“Nosotros veníamos trabajando con un protocolo de actuación que se incorpora en el ámbito paritario a través de la comisión de infraestructura. Este protocolo de actuación se basa en darle las herramientas legales a los docentes para saber qué hacer si se producen casos de pulverización sobre una escuela. Pero también en lo educativo, porque después de que condenaran a los fumigadores en Entre Ríos yo tuve que dar explicaciones sobre mi actuación. Y vemos vulnerados nuestros derechos como educadores: yo no sé si no tengo agroquímicos en sangre, veneno en mi sangre”, aseveró.

“Nosotros podemos decir con rigor científico que en las escuelas rurales el aire está contaminado, el agua es de pozo y los pozos tienen que ser más profundos. Y los niños que viven a menos de 500 metros tienen daño genético”, sostuvo la docente.

Franca resistencia

Hace casi dos años que se intenta instalar la empresa Nitron, una multinacional norteamericana que vende fertilizantes, en la Zona Franca de Villa Constitución. Desde entonces que los vecinos se organizan alrededor del espacio Villa Sin Venenos, en el que discuten cómo frenar el ingreso de agrotóxicos a la ciudad. Incluso fueron víctimas de una fuerte represión policial.

Este miércoles, unos 60 vecinos de la ciudad fueron parte de la marcha. “Estamos en camino en algo histórico. Una consulta popular para que los vecinos decidan qué tipo de empresa se instala o no en nuestra ciudad. Agradecemos esta lucha que ha puesto en Villa Constitución el no a Nitrón que sólo nos deja la miseria, las enfermedades y las muertes” sostuvo Víctor, uno de los vecinos.

En 2015, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud clasificó al glifosato como «probable carcinógeno» humano.

Según Damián Marino, científico del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM) dependiente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y el Conicet, «en los últimos 10 años entraron más de 1.000 millones de litros de glifosato».

El investigador dijo en declaraciones a la UNLP que «ese número pone a la Argentina en el primer puesto a nivel mundial en la cantidad de uso de plaguicidas por habitante por año”, ya que resulta en 10 litros de plaguicidas por habitante al año, una cifra descomunal.

El pediatra Medardo Ávila Vazquez, integrante de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, sostuvo que, además de la extensión, «en los últimos 20 años aumentó permanentemente la cantidad de agrotóxicos» con los que se fumiga. Por ser un modelo «que es dañino a la salud y al medio ambiente» llamó a la adopción de un sistema alternativo para la agricultura.

En esa línea, la nutricionista Miryam Gorban, coordinadora de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Universidad de Buenos Aires y presente en la marcha en Rosario, sostuvo que «hay otro modo de cultivar y es el camino de la agroecología», una forma de producir «con elementos propios de la naturaleza» que además tolera y protege la «biodiversidad ambiental».

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