El ninguneo de Hermes Binner a Julio Cobos no fue ni un exabrupto ni un desliz político. Desnuda la intención del gobernador santafesino de fortalecer el Acuerdo Cívico y Social en una fórmula junto a Ricardo Alfonsín, el exponente progresista de un radicalismo bicéfalo. De hecho, la frase “hace años que no lo veo”, no es literalmente cierta. El mandatario socialista y el vicepresidente compartieron un acto en mayo del año pasado en Cañada de Gómez durante la apertura de una planta de agroquímicos.
El paulatino alejamiento de Cobos llega después del triunfo de Alfonsín en la interna radical de la provincia de Buenos Aires. Y se enmarca en el veto explícito de Elisa Carrió a una fórmula presidencial encabezada por el mendocino. El hijo de Raúl Alfonsín representa dentro del Acuerdo Cívico y Social el ala de centro izquierda del principal polo opositor al matrimonio Kirchner. No sólo por su afinidad con Fernando Pino Solanas, a quien intenta seducir como candidato a jefe de gobierno porteño, sino también porque encarna las decisiones orgánicas del partido, con el apoyo del presidente de la UCR, el mendocino Ernesto Sanz. No es el caso de Cobos, quien sigue desafiliado del radicalismo por su affaire en la Concertación Plural kirchnerista que Binner nunca estuvo dispuesto a integrar.
Definirse prematuramente por Cobos significaría para Binner hacer añicos el ACyS para enfrentarse abiertamente, no sólo a la UCR orgánica, sino también al eje disidente de Alfonsín y Carrió. En cambio, participar de una fórmula 2011 junto al vicepresidente primero de la Cámara de Diputados de la Nación representa una ajustada estrategia para ubicarse en la línea de sucesión del poder, teniendo en cuenta el estigma radical de no poder terminar mandatos desde el regreso de la democracia, y además para nacionalizar el Partido Socialista. Binner podría inundar las legislaturas locales con diputados y senadores socialistas y hasta ubicar a sus huérfanos por la candidatura a gobernador santafesino en el gabinete nacional del gobierno del Acuerdo Cívico y Social.
El guiño a Ricardo Alfonsín tiene una lectura directa en la interna de la política santafesina. Al aceptar tácitamente a un radical como cabeza de la fórmula presidencial, Binner se reserva el derecho de designar a un socialista como sucesor en la gobernación santafesina. Eso despeja el obstáculo del intendente de la ciudad de Santa Fe, el radical Mario Barletta, para habilitar la sucesión entre su ministro de Gobierno, Antonio Bonfatti, el intendente rosarino Miguel Lifschitz y el presidente del Partido Socialista, Rubén Giustiniani.
El margen de error de Cobos es cada vez menor. La semana pasada, desde su entorno, le admitieron al diario Ámbito Financiero que su única opción es ser candidato a presidente. Ni gobernador de Mendoza ni vicepresidente ni ministro del Gabinete. Tal vez Binner haya olfateado esa ansiedad y, en su afán por nacionalizar al socialismo, se acercó más a Alfonsín.