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Micaela Chauque llega a Rosario para presentar su último disco “Jallalla”

“La música es la acción que nos lleva de un estado a otro”, dijo la cantautora en el marco de una extensa charla en la que dio detalles del material, habló de su trayectoria y del trabajo que implicó ganarse un espacio en un contexto de tradiciones que dominan los hombres

Micaela Chauque, considerada la mejor vientista del Noroeste argentino, nació en la comunidad indígena kolla de Finca Santiago, departamento de Iruya, en la provincia de Salta. La música estuvo presente en su vida desde siempre. De hecho, no recuerda cuál fue el primer instrumento que tocó. “Pasé por flauta dulce, guitarra, charango, después el sikus a los 13, y la quena a los 15”, recordó en una extensa charla con El Ciudadano.

Chauque toca desde niña pero se enamoró de la música cuando empezó a participar en las celebraciones de la región. “Fui viviendo en distintos lugares por la zona de la Quebrada de Humahuaca”, contó quien en su biografía ostenta el título de ser la primera mujer de esa zona del país autorizada para tocar la quena. “Es un instrumento masculino”, afirmó hablando de tradición y cultura, esa con la que con mucho respeto, como ella misma apunta, tuvo que dialogar para lograr abrirse camino. “Fue un proceso: yo venía estudiando, tocando por mi cuenta para ámbitos que son propios de la zona, escenarios, festivales y peñas. Entonces cuando empecé a tocar estos instrumentos, yo quería tocar en los mismos ámbitos donde se toca tradicionalmente porque es un instrumento vivo, que está vigente, que forma parte de las tradiciones actuales. Pero esas tradiciones indican que sólo lo tocan los hombres. Ganarme un espacio ahí sólo se lograba demostrando que uno puede tocar”, relató con ímpetu.

Ella se fue abriendo camino y dejando ese sendero marcado para las que vinieron después. “En la actualidad, después de casi 20 años, existen cinco bandas de sikuris de mujeres y otras tocadoras de quena”, contó quien también es docente e investigadora del folclore andino.

“Hay un cambio; en un punto la música está más accesible o se accede de una forma mucho más amable para todos y se puede tocar. En esos tiempos no era una cosa normal. Además, desde las ciudades, hay gente que piensa que todo es lo mismo una quena o un siku y no lo es. Viene de una tradición musical que tiene todo un contexto cultural e histórico que hay que respetar”, detalló.

En ese marco, en los últimos años, Micaela creó el Encuentro de Mujeres Artistas de la Quebrada. “Esa fue una inquietud mucho más nueva que surgió de entender que la música no es solamente de un ámbito masculino sino que hay grandes intérpretes y cantoras muy talentosas que también saben componer no sólo la letra sino la canción; tocan los instrumentos al mismo nivel que cualquier hombre”, aseguró quien, como percusionista y bailarina, formó parte de Jaime Torres y su gente, una delegación que debutó en el Festival Nacional de Folclore de Cosquín, así como en festivales internacionales europeos.

“Una ley de cupos es necesaria”, expresó la artista. “Desde que empecé a tocar con Jaime Torres y recorro escenarios veo el desequilibrio que existe. Es lógico: debería darse de esa manera y eso va a ser sólo el primer paso de una evolución humana en la cual podamos convivir entre hombres y mujeres sin pensar en lo sexual. De eso se trata lo que hacemos con la música. Que la música se transforme en lo que es, un reflejo de la realidad social”, agregó. Y pensando en las reflexiones del Encuentro de Mujeres Artistas de la Quebrada que va por su cuarta edición apuntó: “Nuestro trabajo no es desde el ámbito de la política, de los congresos, pero sí es desde el ámbito de las bases, de la gente del pueblo donde nosotras nos juntamos a cantar y tocar tanto en escenarios como en el ámbito tradicional donde se respeta la cultura. Hacerlo también con respeto es también nuestra labor”.

Un largo camino

Cuando terminó la secundaría, Micaela se fue a Buenos Aires a estudiar el Profesorado de Danza Folclórica. “Ahí empecé a tocar en distintos ámbitos y eso fue tomando forma. La verdad que me cambió, me organizó de tal manera que al final terminé haciendo música siempre. Comencé a hacer música por la necesidad de vivir en una ciudad donde uno tiene pocas herramientas, y la herramienta que tenía más a mano era la música y los instrumentos”, confesó quien este año ganó el Premio Carlos Gardel a mejor álbum de artista femenina de folclore de la mano de Jallalla el disco que este viernes presentará en Rosario.

Micaela es multiinstrumentista, toca quena, quenilla, sikus, toyo, caja y charango, entre otros. Y además canta. “Siempre canté, sólo que no tocaba canciones sino más bien coplas”, dijo estableciendo un paralelo entre su último disco y sus dos materiales solistas anteriores.

Jallalla es mi tercer disco solista. El primero es Instrumental de la quebrada que es un disco de instrumentos de viento; no hay ningún tema cantado. El segundo es Quenas y sikus en vivo que también es instrumental pero tiene dos canciones que son coplas. Ahí incluyo una canción propia, «El Milagroso», que después la terminé grabando nuevamente en el tercero que es Jallalla. Entonces hay una búsqueda en la composición de los temas cantados que no lo hay en los discos anteriores. Por eso se llama Jallalla porque es un sacar de adentro hacia afuera con doble fuerza. Eso significa. Y tiene que ser positivo, que se pueda compartir, que se dice en comunidad, entre muchos”, apuntó sobre el termino de origen quechua-aymara.

La tradición, por el país

“Es difícil porque la gente la desconoce”, aseguró. Y confesó: “Hay que estar explicando qué significa la palabra, qué ritmos son. Hay mucho desconocimiento sobre la diversidad musical argentina. Eso es claro que genera una complejidad a la hora de mostrar nuestra música, pero sin embargo es un hermoso desafío porque si no sería todo muy fácil. Se necesita un poco de ese desafío, yo lo necesito. A veces tocar en algunas zonas de Argentina es lo mismo que tocar en Europa: la gente ni siquiera entiende las palabras que uno dice. De todas maneras hay gente que ya nos conoce, que se acerca. Eso es lo que buscamos, la cercanía”.

Pinceladas de rock

Durante 2010, Divididos invitó a Micaela a participar en varios temas en un recital que la Aplanadora del Rock dio en Tilcara. “Fue por casualidad”, dijo con modestia. “Aunque muchos me dicen que fue causalidad no casualidad”, acotó.

El trío integrado por Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella llegó a Tilcara en medio de su gira presentación de Amapola del 66. “Vinieron ayudados por la energía de nuestra pachamama, porque acercarse a estas montañas es porque uno necesita conectarse con este medio natural con el que nosotros vivimos. Nos cruzamos de casualidad por el Pucará y les entregué un disco, ellos escucharon la música y les encantó. De ahí en más empezamos a tocar y ensayar algunas cosas y me invitaron a su recital. Después hicimos una gira nacional y la amistad nos une hasta el día de hoy. Ellos son invitados de Jallalla”.

Este último disco fue un gran cambio en la carrera de Micaela Chauque: en él no sólo predominan las canciones sino que a su amplio abanico musical se suma el bajo, la batería y la guitarra eléctrica. “Lo que hago es variar siempre. Por ejemplo: tengo presentaciones como la de Rosario que voy con la banda y después me presentó en Santa Fe el domingo y voy sola. Ese espectáculo es más hablado donde también voy a cantar canciones propias y me acompaño con la guitarra, la percusión, los instrumentos de viento, con la caja. Entonces es una búsqueda de distintas facetas de la música. Se trata de jugar con la creatividad y de buscar nuevos desafíos siempre para cada presentación”.

Es que para Micaela la música es acción. “Es una manera de expresar que surge desde los sentimientos más profundos del alma que se comunican a través de la canción, de una melodía, de un ritmo. Para mí es el acto, es la acción que nos lleva de un estado al otro. Eso es lo que se produce cuando hacemos un espectáculo en vivo”, concluyó.

Para agendar

Micaela Chauque presentará Jallalla, un compendio de canciones con los sonidos ancestrales del siku, la quena que se entremezclan con baterías, bajo y guitarra eléctrica este viernes, a partir de las 21.30 en el Gran Salón de Plataforma Lavardén de Sarmiento y Mendoza

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