Después de cuatro años Cristina Kirchner volvió a la ciudad de Rosario con Sinceramente bajo el brazo. La presentación del libro se convirtió en una excusa para vivir otro 20 de junio ante una multitud en la cuna de la bandera, luego de la victoria peronista en la provincia y en el tramo más decisivo de la presentación de listas para los comicios nacionales.
Entre esa última visita de junio de 2015 y la de ayer, pasaron más que cuatro años. No sólo parece lejana aquella foto que capturó a la actual senadora junto a Aníbal Fernández y el entonces gobernador Antonio Bonfatti. Sino que también parecen haber quedado atrás resquemores entre organizaciones, que empezaron a cicatrizar de arriba hacia abajo, de dirigentes hasta militantes.
Más allá de la innegable centralidad que acapara la precandidata a vicepresidenta, el llamado a la unidad constante parece haberse instalado en el discurso militante. Tanto en lo discursivo, como en el accionar, particulares, organizaciones y gremios, que parecían haber roto lazos, producto de lo que pasaba arriba de la pirámide, hoy suturaron las heridas y van detrás de la fórmula que encabeza Alberto Fernández.
Un 20 de junio distinto
La jornada rosarina registró un movimiento atípico desde temprano, no sólo por el ritmo de un feriado, sino también por la movilización masiva de gente que alteró parte de la vida normal de un feriado. Por la tarde, líneas de colectivo que se acercan al Parque Scalabrini Ortiz pasaban repletas dejando a la gente esperando el próximo.
Desde temprano, el grueso de la juventud se instaló en las cercanías del auditorio Metropolitano. Allí, un montaje propio de un recital masivo, con sonido especial, escenario y pantallas laterales, esperaba la llegada de los que no pudieron entrar a la presentación protocolar.
Ya sobre las 17, hora estipulada para el inicio, la presencia afuera era masiva. A la cuota juvenil que merodeaba la zona desde el mediodía, se le sumó la asistencia de adultos, niños y ancianos. Iban solos, en pareja, con niños, en familia, en agrupaciones, a lo largo y a lo ancho del Parque Scalabrini Ortiz.
Unas veinte mil personas desde afuera, según manifestaron desde la organización, lo siguieron desde las pantallas. El frío tampoco importó para que más de uno estrenara su remera con la leyenda “El orden de los Fernández no altera el producto”.
Entre las agrupaciones, banderas del Movimiento Evita junto con las de Camioneros, una toma que resume la película de estos últimos tres años. Una postal que responde al pedido insistente de unidad por parte de la ex presidenta y un producto final de su accionar político en los últimos meses.
El acto afuera
Pasadas las 17.20, las pantallas proyectaban la figura de Cristina y desprendían la primera ovación entre una multitud que explotó por primera vez en la tarde. Un breve saludo y la versión del himno interpretado por Charly García rompieron el hielo y dieron paso al plato fuerte.
Banderas enrolladas y un silencio expectante acompañaron casi toda la interacción entre Cristina Kirchner y su interlocutor Marcelo Figueras. Tres hitos adentro quebraron el clima de atención absoluta que había afuera durante poco más de una hora de acto.
“Pensé, a Rosario tengo que ir a presentarlo (al libro) el 20 de junio y acá estamos”, deslizó la ex presidenta en lo que fue la primera referencia a la ciudad y que inevitablemente desprendió una ovación cerrada.
Durante el repaso del libro con Marcelo Figueras, hizo un alto para referenciar también al Papa Francisco. Destacó un pasaje del escrito para mencionar una anécdota en relación a su elección como sumo pontífice. Un detalle que sonó más a un guiño y que despertó otra ovación.
Luego introdujo al público en un vaivén de sentimientos ante la ineludible referencia a Néstor Kirchner.
Pasadas las 18.30, luego de ponerle punto final a lo que aconteció en el salón Metropolitano, salió al exterior para saludar a las 20.000 personas que la siguieron por pantalla gigante. Por si no había quedado claro insistió con “reconstruir vínculos, reconstruir el espíritu y la esperanza para volver a ser felices”.
La necesidad de construir unidad se presenta en cada manifestación de la actual senadora. Cuatro años después de esa foto con Aníbal Fernández y Bonfatti, lo llevó a la acción en primera persona, y cada paso que dio, sobre todo en los últimos meses, pareció haber dado un golpe de efecto entre quienes la acompañan incondicionalmente.