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Cooperativa Bauen Hotel: una obra de teatro de terror

La cooperativa de trabajo elevó una petición a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con el argumento el Estado argentino desconoce lo que los trabajadores entienden como un derecho propio: el derecho al trabajo

Cuando el sábado 22 de junio todo estaba listo para que reabriera sus puertas la sala teatral del Hotel Bauen, con el estreno de la obra “Yo, Feuerbach”, la cual es producida por la Cooperativa de Trabajo El Descubridor Limitada, conducida por el actor Manuel Callau, el gobierno de la Ciudad Autónoma prohibió su apertura, informaron los portales digitales Trabajo Cooperativo y Tiempo Argentino.

En ese contexto, se realizó una conferencia de prensa en el auditorio Simón Bolívar, donde, el vicepresidente de la Cooperativa de Trabajo Buenos Aires Una Empresa Nacional (BAUEN) Limitada, Federico Tonarelli, explicó detalladamente la lucha que viene llevando la empresa recuperada y el porqué de la prohibición de la apertura de la sala. La notificación está basada “sobre unas sucesivas clausuras que hemos recibido en los últimos tiempos, ni más ni menos que por esto: como todos saben tenemos el litigio interminable de 16 años por la posesión legal del edificio”.

Tonarelli, no se equivocaba en nada.

En efecto, tres días después de la fallida puesta en escena las trabajadoras y trabajadores del Hotel Bauen fueron intimados a llegar a un acuerdo con el grupo Iurkovich, que reclama la propiedad del edificio, en el plazo de una semana y bajo amenaza de ser desalojados por la fuerza.

La jueza María Paula Hualde citó a los referentes de la cooperativa a una audiencia en su despacho en la que les comunicó este emplazamiento, que pone en riesgo las fuentes de trabajo autogestionado.

En un encuentro informativo abierto en las instalaciones del hotel, la cooperativa señaló que “nos dieron siete días hábiles para que las partes en conflicto intentemos un acuerdo que de algún modo nunca se llegó a concluir. De lo contrario, la jueza continuaría con la causa. Es decir, en siete días no vendrán a desalojarnos”.

 

Un poco de historia

En preciso recordar que, a diferencia de otras empresas recuperadas, su situación legal nunca se resolvió.

El Congreso Nacional llegó a aprobar una ley de expropiación en la última sesión del año 2016, al votar un proyecto que logró amplio consenso de las fuerzas políticas, con la excepción de Cambiemos.

La ley en cuestión declaró “de utilidad pública y sujetos a expropiación los inmuebles y todas las instalaciones que componen el edificio”, reabierto por sus trabajadores de que sus antiguos dueños lo declararan en quiebra y cerraran sus puertas en 2001. Sin embargo, el presidente Mauricio Macri vetó la ley y  reabrió el camino al desalojo.

La sanción de la expropiación se había basado en que el Hotel fue construido con créditos otorgados durante la dictadura por el Banco Nacional de Desarrollo (Banade), una entidad estatal.

La mayor parte de ese crédito nunca fue pagado por el grupo que dirigió la empresa, perteneciente a la familia Iurkovich. De esta manera, el Estado Nacional tiene sobre el edificio acreencias millonarias que reclamar.

Tras el veto, los trabajadores presentaron un recurso extraordinario ante la Corte Suprema, pero en diciembre pasado el máximo tribunal de justicia rechazó esta solicitud.

Anteayer, en busca de alguna medida de revisión, la cooperativa elevó un reclamo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a la que plantearon que un eventual desalojo afectará el derecho al trabajo, un derecho humano.

Por otra parte, en el Congreso se presentó y tiene estado parlamentario un nuevo proyecto de expropiación del hotel, impulsado por el diputado y jefe de la bancada del Frente Para la Victoria-Partido Justicialista, Agustín Rossi.

Los trabajadores llevan 16 años de autogestión del emblemático edificio del centro porteño, que en la actualidad funciona como una coordinación de cooperativas.

En efecto, en el lugar funciona, además del hotel, un almacén cooperativo donde el Movimiento Popular La Dignidad que comercializa productos elaborados por la economía popular; en su tercer piso funciona la redacción de La Garganta Poderosa; el hotel también alberga la redacción de la revista cooperativa Cítrica y a la cooperativa de gestión teatral El descubridor, que dirige Manuel Callau.

La historia reciente señala que el Bauen atravesó todos sus años de existencia como recuperada bajo intimaciones de desalojo.

A los años iniciales los transitó con Aníbal Ibarra como jefe de gobierno porteño. En aquella época, en la Legislatura el oficialismo sumado a la izquierda quedaba en una situación de empate con los macristas, que se opusieron a votar la expropiación.

Tiempo después la ecuación cambio y en diciembre del 2005, con el quórum dado por dos diputadas ibarristas, el macrismo votó una ley para “normalizar” el hotel, que convocaba a negociar a las partes pero poniendo como condición la entrega del inmueble a Mercoteles, sociedad anónima que se presentó como nueva dueña.

Ante las movilizaciones de protesta, su implementación fue congelada. Pero a fines de 2016 hubo un nuevo embate judicial, que logró ser frenado con el avance del proyecto de expropiación en el Congreso Nacional, que tras su aprobación, como señalamos, sería vetado por el presidente Macri.

 

La fiesta que no fue

En sintonía con la ofensiva judicial, tanto el gobierno nacional como el porteño sostienen sobre los trabajadores una fuerte presión.

Aquel sábado se iba a reabrir, luego de 16 años, la sala teatral del edificio, donde se representaría la obra “Yo, Feuerbach” de la cooperativa teatral “El Descubridor”.

Un día antes del estreno la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad autónoma amenazó a los trabajadores en convocar a la fiscalía de turno si se realizaba la función. Esto es porque el hotel no cuenta con la habilitación correspondiente que el mismo gobierno les niega.

En este contexto, Tonarelli precisó que “la ley nunca planteó que nos regalaban el edificio y el macrismo se encargó de decir que esto era una barbaridad para fundamentar el veto del presidente.

A su turno, el presidente de la Cooperativa El Descubridor, Manuel Callau, se refirió a la Cooperativa como “una manera de organizar solidariamente a los seres humanos para generar trabajo”.

“Pensamos que hace falta construir herramientas que pongan en funcionamiento lo mejor que cada uno de nosotros tiene, no la competencia, no el lucro, hay otros valores que están presentes”, remarcó el actor.

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