Por Jorge Montero/El Furgón
Ahora es Edesur la que amenaza con cortar el suministro eléctrico a la Imprenta Chilavert, en el barrio porteño de Pompeya, y a otras fábricas recuperadas, que en las últimas semanas recibieron la intimación por falta de pago. Ante el bochorno de tarifazos impagables –con aumentos que superan el 1.500 por ciento– la respuesta de la distribuidora eléctrica a las cooperativas autogestionadas por sus trabajadores es el corte del suministro y que queden más familias en la calle.
Ocho carros de asalto de la policía fuera del taller gráfico Gaglianone, ocho obreros adentro de la planta. Decenas de vecinos, asambleístas, trabajadores de otras empresas recuperadas apoyando a los gráficos que cuidaban las máquinas, de la que luego sería la Cooperativa Chilavert Artes Gráficas. Así comienza su historia, con una escena habitual durante la crisis de 2002 y 2003.
Chilavert estuvo ocupada durante ocho meses. El deterioro de la empresa, fundada en el barrio de Pompeya en 1923, por parte de la patronal era constante desde hacía varios años. El proceso fraudulento de vaciamiento estaba en marcha. Las condiciones de trabajo fueron empeorando poco a poco, la inversión y el mantenimiento de la maquinaria se desvaneció; empezaron los atrasos salariales, el pago con vales, los despidos y la precarización permanente. Hasta declarar la quiebra.
De los 30 trabajadores empleados en el antiguo taller Gaglianone, los ocho sobrevivientes que enfrentaron el desenlace debieron soportar una dura y difícil lucha antes que la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires les diera la expropiación temporaria de la empresa el 17 de octubre de 2002. Ya habían recomenzado a trabajar clandestinamente, gracias a la solidaridad de clientes y vecinos. El primer libro impreso bajo gestión obrera fue, seguramente no por casualidad, “¿Qué son las asambleas populares?”, y salió de la planta eludiendo el cerco policial permanente que, por orden judicial, tenía como misión impedir la entrada y salida de materiales de la imprenta.
Haciendo un boquete en la pared de Julio, el mecánico vecino, los libros llegaron a la calle sin despertar sospechas. Una experiencia que pasó a formar parte de la épica de Chilavert. Su lema, como el de otras empresas recuperadas por sus trabajadores, fue “Ocupar, Resistir, Producir”. Mientras se adoptaba una forma democrática asamblearia para tomar decisiones.
“Pero los y las trabajadoras de Chilavert no solo recuperamos nuestro trabajo –dice el comunicado que han enviado a los medios de prensa–. Desde el año 2007 pusimos en pie junto a un grupo de educadores populares, una escuela para jóvenes y adultos donde cada año estudian un centenar de estudiantes. Nuestro Bachillerato Popular emite títulos oficiales reconocidos por el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires y es la fuente de trabajo de 35 docentes y talleristas”.
“Además, dentro de nuestra imprenta se reúne el Grupo de Teatro Comunitario de Pompeya donde 45 vecinos actores y actrices disfrutan del arte y la música popular, donde funciona el Centro de Documentación de Empresas Recuperadas impulsado por el Programa Facultad Abierta de la UBA y una consejería de vivienda que ayuda a personas con problemas habitacionales en la ciudad”.
Todo este espacio comunitario está hoy bajo amenaza de ser destruido de un solo golpe, si Edesurcontinúa con su plan tarifario criminal.
La contracara del empobrecimiento generalizado de la población reside en la irrupción de un grupo pequeño de grandes empresas vinculadas al Presidente, su familia, sus amigos y entenados –desde Marcelo Midlin y Rogelio Pagano a Nicolás Caputo–, que con impunidad mafiosa se han apropiado de un recurso de importancia estratégica para el país: la generación, transporte y distribución de energía. Dolarizando este insumo, se han asegurado una renta extraordinaria que hincha sus bolsillos con la apropiación del excedente y los ingresos del conjunto de la población a través de un tarifazo eléctrico que supera el 3000 por ciento en la era Macri.
La voracidad sin límites de este pequeño grupo empresario ligado al gobierno queda expuesta en el contraste entre lo recaudado con el tarifazo y la enorme desinversión, falta de mantenimiento y de regulación estatal implicados en el reciente apagón nacional, y en la interrupción eléctrica que todavía sumerge en la oscuridad a miles de vecinos de la Provincia de Buenos Aires. Desde barriadas de La Plata, Gonnet, City Bel y Villa Elisa; hasta Lomas de Zamora donde familiares y estudiantes de escuelas primarias y secundarias se movilizan a Edesur y al Consejo Escolar, para exigir que reparen el sistema eléctrico que impide dar clases desde hace ya diez días.
En los últimos 12 meses 3.570.854 usuarios sufrieron cortes en la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense. Mientras tanto en el mismo período, y debido a las fuertes subas de tarifas, la demanda residencial cayó un 17 por ciento. Todo esto no privó a las compañías encargadas de la distribución eléctrica de multiplicar sus ganancias. En sus balances del año 2018 Edenor reconoce que sus ingresos aumentaron 240 por ciento, con una ganancia neta de 3.250 millones de pesos; mientras Edesur, con un margen de aumento del 200 por ciento en sus ingresos, registra una ganancia de 3.087 millones de pesos.
Los trabajadores/as de Chilavert extienden su reclamo: “Ganan millones, no invierten ni un peso, pero tienen la caradurez de amenazarnos con cortarnos el suministro eléctrico a quienes remamos todos los días”.
Es la traducción del despropósito de un modelo energético al borde del colapso, que a los usuarios sólo les genera tarifas dolarizadas impagables y un servicio paupérrimo; mientras las empresas –estrechamente ligadas al gobierno nacional– obtienen recaudaciones millonarias y subsidios inconcebibles.
“Sabemos que esta realidad no nos golpea solo a nosotros, –continúa el comunicado de Chilavert– cientos de fábricas recuperadas están siendo afectadas y llevadas al borde del cierre, cooperativas como la Nueva Unión, Madygraf o Zanón en Neuquén, son acorraladas por los tarifazos y las políticas de ajuste que buscan que los y las trabajadoras paguemos una crisis que no generamos”.
Durante los primeros días de junio los juzgados neuquinos recibieron un pedido de amparo para que la empresa Camuzzi Gas del Sur corte el suministro de gas a las fábricas ceramistas Zanón(hoy Fasinpat), Stefani de Cutral Có y Cerámica Neuquén (sobre la que además pesa un pedido de remate), peligrando los puestos de trabajo de 400 familias. En la ciudad de Buenos Aires, la sombra del desalojo cierne sobre las cien personas que trabajan en el emblemático Hotel Bauendesde julio de 2007. La cooperativa gráfica Madygraf ubicada en Garín, enfrenta una difícil situación por impago en las facturas de electricidad que supera el millón de pesos, y pone en riesgo doscientos puestos de trabajo. Cueroflex, fábrica recuperada en 2012 en San Martín que trabaja cuero reciclado, con ochenta trabajadores que hoy pueden quedar desocupados debido a las exorbitantes tarifas eléctricas… y muchas más.
Tarifazos, caída del consumo, apertura de importaciones, insumos dolarizados, falta de crédito, una combinación letal que pone en riesgo cierto la continuidad de las empresas recuperadas. Por ello convocan a una movilización para el próximo jueves 4 de julio en defensa de las gestiones obreras. Tras concentrar en el Obelisco desde las 12.00, marcharán hacia el Congreso para participar de una audiencia pública.
Las gestiones obreras se apoyan fundamentalmente en sus comunidades. El respaldo vecinal las sostiene en medio de la crisis económica que se profundiza y la aplicación por parte de los gobiernos de turno, de políticas que las asfixian, mientras concentran cada vez más la producción. Es la lógica del capital.
El sábado 13 de julio desde las 13, los/as trabajadoras de la imprenta Chilavert realizarán el “Festival: Chilavert no se apaga”, con bandas en vivo y función del Teatro Comunitario, en Chilavert 1136, Pompeya; bajo la consigna: “Abajo los tarifazos. Defendamos las Fábricas Recuperadas por sus Trabajadores”.