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La astrología y el feminismo para acercar a las personas al poliamor

El poliamor acompaña a la humanidad desde que se tiene registro y ocupa una discusión importante dentro del bagaje feminista. ¿Desde dónde elegimos lo que elegimos?
Por Alma Del Universo

El poliamor es una práctica que está en aumento y no por eso tiene más respuestas. ¿Puede el feminismo y la astrología acercarnos a ellas?

El poliamor está en la agenda feminista como una forma de resolver las falsedades del amor romántico y de desvincular la afectividad con la noción de posesión. Hoy el poliamor es una práctica que está en aumento y no por eso tiene más respuestas.

La anormalidad se define primero de la norma o la ley, Saturno. Este arquetipo representa el deber ser, la forma, lo que debe ser esperado. Representa los bordes y, por lo tanto, también los límites. En el ámbito de lo afectivo, en esta cultura, Saturno rige las relaciones monógamas como estatuidas desde el sistema capitalista, la familia y la propiedad privada.

Pero el poliamor acompaña a la humanidad desde que se tiene registro y ocupa una discusión importante dentro del bagaje feminista.

En astrología tradicional todo lo que se aleja de la heteronorma, Saturno, se representa con Urano, Mercurio, Júpiter o quizás Plutón. Si bien hasta no hace mucho esta lectura implicaba juicios de valor negativos hoy se entienden como formas diferentes de elegir, de amar y comprender que no necesariamente son mejores o peores que lo heteronormativo. Simplemente se corren de ese eje. El poliamor como espacio afectivo entra en esas categorías. Así la multiplicidad de parejas afectivas puede pensarse como un espacio de disidencia y libertad, de lucha contra un sistema y de ruptura de valores tradicionales, así también como un ejercicio consciente de receptividad ya que como señala Janet Hardy en Ética promiscua para sostener el poliamor hay que ser conscientes de cómo somos, hay que tener empatía y hay que tener cierta tolerancia al caos.

Sin embargo, si pensamos en el poliamor desde los aspectos negativos de los arquetipos astrológicos antes mencionados se nos ofrece otro punto de vista, otra versión posible. En esta el poliamor no jugaría en contra de un sistema capitalista sino a su favor: el desapego, la dificultad de sostener en el tiempo, la dependencia de la alternancia constante y el consumismo serían las características de los vínculos afectivos en tiempos donde la tecnología genera que nuestra atención sea breve, que saltemos de estímulo en estímulo, que hayamos normalizado la rapidez y la novedad permanente. Desde aquí los planetas transpersonales nos abren a la pregunta ¿desde dónde elegimos lo que elegimos? El feminismo y la astrología pueden ayudarnos a responder esas preguntas si nos animamos a la incomodidad de algunas respuestas.

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