Cuando Diego Maradona llegó a Ezeiza después que Argentina se fue goleado por Alemania en el Mundial de Sudáfrica no entendió que las 20 mil personas que esperaban por los «héroes» del momento no era ni más ni menos que un acto político armado por Alejandro Granados, intendente de Ezeiza. Diego, tampoco escuchó cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo públicamente que la Rosada estaba abierta para Maradona y sus muchachos.
Por entonces Don Julio Grondona declaraba que, «Maradona es el único argentino que puede hacer lo quiera». El mandamás de AFA es socio del Gobierno desde que se inventó el Fútbol para Todos que deja en las arcas de AFA algo así como 600 millones de pesos, por eso:»será lo que quiera Cristina», decían en los pasillos de la casa madre del fútbol argentino. Y para el matrimonio Kirchner, Maradona era lo mejor. Pero, Diego nunca lo entendió.
En el diario La Nación de hoy, Carlos Zannini, secretario legal y técnico de Presidencia dijo que «llamé 20 veces a Maradona y no contestó nunca». Diego, nunca atendió la invitación que le hizo la Presidente de la Nación para sacarse un par de fotos en casa de Gobierno. En cambio, viajó presuroso a Venezuela para posar junto a Chávez. Conclusión: del gobierno le informaron a Don Julio que podía decidir sobre el futuro de la selección argentina de fútbol, y en eso estaba incluida la suerte de Maradona. El resto fue un simple trámite de 12 minutos (reunión mediante con el Diez en Ezeiza), y a buscar reemplazante.
