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El casero de la quinta de Alvarado fue acusado de asociación ilícita y homicidio

Lapo, un eximio jinete dedicado al cuidado de caballos que no sabe leer ni escribir, fue ubicado dentro de la casa de campo donde se presume fue llevado Lucio Maldonado antes de ser asesinado, el 11 de noviembre. También de ser testaferro y administrar los studs de valor millonario

Un cuidador de caballos, de 27 años, que no sabe leer ni escribir y responde al apodo de Lapo fue imputado ayer de dos delitos: ser miembro de una asociación ilícita liderada por Esteban Lindor Alvarado y haber tenido algún grado de participación en el homicidio de Lucio Raúl Maldonado, un prestamista de 37 años, secuestrado y asesinado el 11 de noviembre pasado. La audiencia comenzó a las 15.45 y se prolongó durante casi tres horas en las que los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery esgrimieron evidencia de ambos delitos, entre ella varios audios extraídos del teléfono que tenía Alvarado al momento de su detención en Córdoba donde intercambia mensajes con Lapo por medio de la aplicación Telegram.

La defensa del muchacho puso en duda la legalidad de esas pruebas, dijo que el joven se dedicó toda su vida al cuidado de caballos y que su relación con Alvarado era “meramente laboral”. Pero la jueza María Carrara tildó la acusación de “contundente” y la leyó entera antes de dar su veredicto en el que avaló la calificación legal y la prisión preventiva sin plazo solicitadas por la Fiscalía.

Ante ello, los abogados del acusado María Eduviges Ardigo y José Ghirado pidieron que su defendido no sea alojado en la cárcel de Piñero. Aclararon que en varios pabellones hay miembros de la banda Los Monos, enfrentada con Alvarado, por lo que temen por su integridad física. Ante los reparos de la jueza de que la seguridad estaba a cargo del Servicio Penitenciario provincial, los defensores adelantaron que presentarán un habeas corpus correctivo para asegurar su resguardo.

Facundo Fabián “Lapo” Almada llegó a la audiencia y antes de sentarse saludó a sus padres, quienes escucharon atentos las acusaciones. El muchacho, un eximio jinete y experto en el cuidado de equinos, vestía una campera con la silueta de un caballo dibujada en la espalda y pidió dos veces la palabra. En ambas oportunidades, la jueza ordenó por pedido de los fiscales vaciar la sala (donde también se encontraban los abogados de Alvarado) por lo que sus dichos no trascendieron al público. En uno de esos intervalos, el hermano de Lucio Maldonado, también presente, intercambió gritos con uno de los policías y no pudo volver a ingresar.

Homicidio premeditado

El fiscal Schiappa Pietra acusó a Lapo de homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas y agravado por el uso de arma de fuego en calidad de partícipe primario, delito que prevé prisión perpetua. Así se refirió al crimen de Lucio Maldonado secuestrado en la puerta de su casa de barrio Tablada la madrugada del 11 de noviembre y arrojado sin vida horas después en Circunvalación y Oroño con cuatro tiros, las manos atadas y la nota: “Con la mafia no se jode”.

Según la investigación, cuatro hombres lo secuestraron a las 0.42, lo llevaron junto a su auto a una quinta del paraje Los Muchachos, propiedad de los hijos de Alvarado en la localidad de Piñero, y luego volvieron a dejar el vehículo de la víctima frente a su casa, con el GPS borrado. El cadáver fue encontrado dos días después en el mismo lugar donde la noche del crimen fue captada a las 5.12 la camioneta Volkswagen Amarok utilizada en el secuestro.

En ese lapso, Lapo se encontraba en la quinta Los Muchachos donde la Fiscalía presume que Maldonado estuvo cautivo antes de ser asesinado. El fiscal sostuvo la presencia del jinete en el lugar basado en conversaciones sacadas del teléfono de Joana L. con su hermano Mauricio L. (prófugo en esta causa), quien le pide, a las 00.53 de esa noche, que le pase urgente el teléfono de Lapo. La joven obedeció porque tiene un llamado desde su Whatsapp con el contacto “Lapo3”. A la 1.02, Mauricio le pidió a su hermana  que le preguntara a Lapo si estaba en el campo porque estaba llegando y que le avise que era urgente.

Otros indicios posicionan a Lapo en la quinta, como una solicitud de libertad a su nombre hallada en  uno de los vehículos secuestrados, aunque trascendió que en su descargo, el mismo joven dijo que esa noche estaba allí, pero durmiendo, y que sólo vio luces de una camioneta y escuchó ruidos.

Un celular secuestrado en su domicilio se encuentra a la espera de ser peritado.

Lapo asumió que era cuidador de la quinta, al igual que lo declaró Alvarado durante su imputación en febrero. El sindicado jefe de la banda dijo que el muchacho era el casero: cortaba el pasto, hacía mantenimiento y le daba agua a los caballos. También reconoció que se conocía con su hijo porque ambos corrían a caballo.

Sin embargo, la situación del cuidador se vio comprometida con los audios de Telegram del teléfono secuestrado a Alvarado.

En uno se lo escucha explicarle a Lapo que no hable por WhatsApp para no quedar “enganchado” y que si quiere hablar que haga como él y se baje Telegram porque se puede borrar, información que resultó equívoca según se puedo escuchar en la audiencia de ayer.

En otro mensaje le menciona. “Ojalá no salte tu teléfono con el de Mauri porque van a haber muchos más problemas”.

Asociación ilícita

A su turno, el fiscal Matías Edery acusó a Lapo de haber integrado una asociación ilícita liderada por Alvarado que funcionó entre el 7 de septiembre de 2018 hasta el 29 de abril de 2019. Según explicó, Alvarado repartía las tareas de la asociación en tres estamentos. El primero lo integraban quienes procuraban medios materiales para la comisión de crímenes violentos contra la propiedad y las personas. El segundo conformado por personas que dotaban de impunidad los crímenes de la organización, entre ellos policías que trabajaban para los fiscales y están detenidos. Y la tercera quienes integraban un entramado de empresas comerciales y unipersonales que le permitían ocultarse tras el amparo que brindan las estructura societarias.

A Lapo lo acusaron de pertenecer al primero y al tercero de los estamentos, al señalar que era un testaferro de Alvarado que le administraba los studs de valor millonario que corrían en el Hipódromo de San Isidro.

Los abogados defensores tildaron tildaron esa acusación como una “fantasía” al señalar que es imposible que un joven que no sabe leer ni escribir y que se crió desde niño con caballos pueda estar a cargo de operaciones financieras de esa índole. Agregaron que sólo era propietario de un equino, producto de su trabajo.

Cayó en una jineteada un hombre de confianza de Esteban Alvarado

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