Por Paulo Menotti
Especial para El Ciudadano
“No conocemos en otras ciudades argentinas un archivo de estas características. Por el volumen, por la variedad, por el arco temporal que comprende la colección”, afirmaron las historiadoras Alicia Megías y Agustina Prieto al referirse al Archivo Mikielievich, un acervo de afiches, folletos, etiquetas, libros, volantes y más que fue recolectado durante más de setenta años por Wladimir Mikielievich y que refleja gran parte de la historia de la ciudad. A 27 años del fallecimiento de este empedernido coleccionista rosarino, el Museo de la Ciudad, que lleva su nombre, presentó la muestra Wladimir. El Archivo de Rosario, una exhibición que, curada por las mencionadas historiadoras, fue abierta al público el pasado sábado 7 y se mantendrá hasta marzo próximo. La exposición también cuenta con una parte artística, con la curaduría de Georgina Ricci, y los trabajos de investigación de Érica Brasca, Ernesto Inouye y Bernardo Orge que llamaron Wladimir Mikielievich. Imágenes del Archivo. Junto al director del Museo, Nicolás Charles, Megías y Prieto dieron su impresión sobre esta colección.
Un archivo único
“El Archivo Mikielievich tiene todo lo que te puedas imaginar sobre la historia de Rosario. Tiene revistas y periódicos del siglo XIX y del siglo XX hasta etiquetas, facturas comerciales, alrededor de 7 mil libros, folletos, volantes y afiches políticos. Eso es tal vez una de las partes más interesantes del archivo porque la práctica de la volanteada hace que ese material desaparezca, que no se suela guardar. Mikielievich se tomó el trabajo de juntar esos volantes y de ponerle en el anverso la fecha y el lugar donde fue. Por eso, en ese archivo están preservados materiales que no se encuentran en otro lado”, expresó Megías. “Otro material importante es la colección de fotografías que muestra la Rosario del siglo XIX pero también la de la década de 1920, y de otros periodos más cercanos en el tiempo. Tiene fotos de inundaciones de cuando no estaba entubado el arroyo Ludueña, con la gente con el agua hasta el pecho. Son fotos muy difíciles de hallar en otro lugar. Mikielievich guardó todo”, redundó la historiadora, y junto a Prieto señalaron otros materiales que en este momento están siendo catalogados por el personal del Museo para ser puestos a disposición de investigadores. La célebre colección Mikielievich consta de más de 6 mil libros que fueron donados a la Biblioteca Argentina, una colección de diarios y revistas que fueron digitalizados y pueden consultarse en el Museo Julio Marc.
Diccionario de Rosario
Además de coleccionar objetos, Mikielievich se dedicó a recolectar información sobre Rosario y armó un diccionario, al estilo de una enciclopedia. “Son 53 tomos y cada uno de ellos tiene cientos de páginas con entradas sobre todos los temas que se puedan imaginar sobre Rosario. Hallamos entradas con datos sobre fauna, lugares, cocina, figuras de la política, cultura y sociedad. Te podés encontrar con el dato del nombre de una calle, o de por qué se denominó de tal forma a un lugar, y tiene información original hallada por el propio Mikielievich. También reproduce textualmente información de otro libro y cita la bibliografía desde donde toma ese dato. Por ejemplo, en «Anarquismo» reproduce un texto de Eduardo Gilimón sobre anarquistas. Eso mismo está acompañado con un listado al que denominó «Anarquistas que conocí»”, explicó Prieto, y añadió: “Es claro que no fue un trabajo de él solo, sino que tuvo colaboración y eso está detallado”.
Un personaje muy particular
“Es un personaje muy particular, rosarino e hijo de inmigrantes. Desde muy pequeño se interesó por el periodismo. Hay en la muestra unas revistitas escolares que son manuscritas, hechas a mano, con dibujitos y copiando tipografía de la prensa, que las escribió cuando era adolescente, en la secundaria. Aparentemente estaba en el Centro de Estudiantes del Superior de Comercio. Una anécdota que nos pareció interesante es que fue alumno de Julio Marc. Cuando tenía 15 años, Mikielievich cuenta que Marc invitó a un grupo de alumnos a su casa para mostrarles su colección de objetos históricos. Él quedó impresionado con esa colección y creemos que eso lo marcó, porque desde esa época se dedicó a coleccionar materiales. Primero lo hizo por su cuenta, luego iba pidiendo y a lo largo de los años se fue ganando un prestigio que hacía que le donaran cosas. Arrancó siendo muy jovencito y lo hizo hasta los 95 años, por eso tenemos cerca de 70 años dedicados a juntar materiales”, contó Megías.
Mikielievich fue empleado municipal de la Dirección General de Estadísticas y eso lo puso en contacto con datos demográficos. Trabajó como colaborador en los censos nacionales y eso también lo vinculó con mapas, planos y proyectos urbanos. Al estar en la planta de personal de la Municipalidad, pudo rescatar de la destrucción muchísimos archivos. “En los años 40, la Municipalidad vendía expedientes antiguos como papel viejo. Cuando él se enteró que se había vendido una tanda, los compró. Al revisar el material se dio cuenta que era de 1860 en adelante. Por eso podemos conocer los orígenes de Rosario”, narró Megías.
Un abanico de posibilidades
“Sobre historia de Rosario se ha estudiado mucho desde 1852 hasta 1910. Ése periodo es el más trabajado”, señaló Agustina Prieto. “La historia posterior tiene algunos textos, pero hay momentos que no fueron abordados por los historiadores, como el peronismo no está prácticamente estudiado”, distinguió. Y continuó: “En este archivo se podría ver la transformación de una ciudad portuaria en una industrial, porque tiene mucho material sobre la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) de los 30, porque tiene muchas revistas de corporaciones empresarias o de asociaciones sindicales y gremiales. Hay revistas de la cultura popular, cine, teatro u otras actividades sociales. Es necesario recalcar que hay ediciones con números únicos, lo que permite conocer a los protagonistas de la vida social, económica y política de la ciudad. Aparecen personas que no estaban en los repertorios que tenían en cuenta los historiadores”.
Según Megías y Prieto, no se trata de un archivo que refleje de manera completa el pasado, pero brinda muchas posibilidades de hacer nuevas preguntas sobre la historia de la ciudad. “Tal vez, con un volante o una edición de una revista no se podrá hacer un trabajo de historia, pero advierte que hay algo más, que no estaba solamente lo que se creía hasta ahora”, explicó Prieto.
Vocación por Rosario
“Él tiene una voluntad de polemizar con todos por Rosario. Discute sobre lo que se está escribiendo sobre Estanislao López y su relación con Rosario, sobre lo que está desarrollando el intendente Luis Cándido Carballo a principios de los 60. En ese periodo se mete a discutir sobre quién realmente bordó la Bandera de Manuel Belgrano. Hace una investigación sobre dónde vivía esa mujer”, señaló Megías y se refirió a que cuando en la revista <Todo es Historia< se publicaba algo sobre Rosario, él polemizaba sobre los posibles errores de esa nota y corregía si era necesario. “Él tenía como vocación, defender a Rosario” –dice Megías– porque solía escribir a diferentes autores para señalarles los errores cuando hablaban de nuestra ciudad”. En ese sentido, Mikielievich aparece como un localista y nacionalista que incluso llegó a proponer formar una provincia con el nombre San Martín, en honor al prócer, y que nuestra ciudad pase a llamarse “Belgrano”. Wladimir tuvo un periodo en el que simpatizó con los anarquistas, en su juventud, y otro en los que apoyó al “desarrollismo”.
La apuesta
“Tener el archivo Mikielievich es un privilegio porque multiplica los estudios de historia sobre la ciudad de Rosario de una forma significativa. Después de un largo litigio, en 2016 se inició un proceso de trabajo de conservación del material en la Biblioteca Argentina. La exposición es una apuesta a empezar a mostrar este archivo, a los investigadores de historia y a toda la sociedad”, afirmó Nicolás Charles. “La muestra está pensada para distintos públicos porque tiene un recorrido múltiple. Hay actividades interactivas, formas de participación y múltiples lenguajes. Hay un diccionario como el de Vladimir para que la gente escriba la historia de su propia familia. Un sillón donde te podés sentar y contar la historia de tu gente. Una pantalla táctil donde tenés acceso a todo el material digitalizado del archivo, además de juegos para responder preguntas sobre Rosario. También, hay una gigantografía para que dejen su testimonio y una imagen de Mikielievich rodeado de sus libros. En el Invernadero hay una muestra que refleja la perspectiva multifacética de esta persona, como ilustrador, publicista”, refirió Charles.