Search

Celeste Carballo: «Las canciones son como el vino»

Arquitecta de su espacio físico, su vida y su trayectoria como artista, Carballo entiende que lo que importa durante una grabación, además de la voz y el instrumento, es “el ámbito, la energía y el estado anímico”, y añade: “construir la grabación es otro tipo de arquitectura”

La cantante y compositora Celeste Carballo dijo que «las canciones son como el vino», al referirse a su reciente trabajo «Chocolate inglés rock», en el que rescata las canciones del homónimo disco editado en 1993, y consigue «concretizar» y hacer «más cercanas» las gemas de aquel álbum.

“Construir la canción en el momento de la grabación es algo que ya casi no depende mucho de la conciencia, es algo más inconsciente. Sí hay que tener las herramientas, los métodos de estudio y de trabajo, pero también hay que estar justo en ese momento”, cuenta Carballo, del otro lado de la línea telefónica, en diálogo con Télam, poco antes de sus presentaciones en Capital Federal y en Rosario.

Son las 11.30 y mira imágenes de diseños arquitectónicos mientras espera la llamada; a ella le gusta construir y actualmente se encuentra construyendo un estudio en el parque de su casa: “El dibujo es burdo pero la construcción es muy buena. Más allá de la ilustración pude transmitir las necesidades”, explica con humor la artista.

Arquitecta de su espacio físico, su vida y su trayectoria como artista, Carballo entiende que lo que importa durante una grabación, además de la voz y el instrumento, es “el ámbito, la energía y el estado anímico”, y añade: “construir la grabación es otro tipo de arquitectura”.

Es con ese concepto que decidió recuperar las canciones de “Chocolate inglés” y transformarlas en “Chocolate inglés rock”, bajarlas a la tierra y “hacerlas más cercanas” acompañadas de Gonzalo Lattes (guitarra), Pablo Rizzi (bajo), Marcelo Gardía (percusión) y Osvaldo Bosch (saxo).

Carballo se presentará el domingo 6 de octubre en Rosario, en el marco de una caminata por la prevención del cáncer de mama.

—¿Cómo fue el proceso de «Chocolate inglés rock»?

—Celeste Carballo: Lo grabamos de punta a punta. Son cinco canciones en vivo y nueve en estudios. El disco original era muy pop y lo habíamos grabado con máquinas; en ese disco trabajé más para la cantante y la diferencia es que en este trabajo más para las canciones, que son seres vivos, orgánicos, para que se desenvuelvan mejor en el escenario, porque originariamente era un disco complicado y ahora bajó a la realidad, se concretizó.

—¿Qué te impulsó a reinterpretar “Chocolate rock”?

—Tengo discos grabados en todas las discográficas y quiero recuperarlos para mi sello (Cece Digital) así que en 2016 editamos “Se vuelve cada día más loca… por amor al blues” y ahora es “Chocolate inglés rock”. Creo que una canción respira cuando se la toca en el escenario, entonces un disco es una buena manera de colocarlas allí, y me di cuenta de que este disco tiene un público muy amante, mayor al que me imaginaba.

—¿Por qué creés que se generó este fenómeno con el disco?

—Es raro, no tengo idea, pero fue algo de lo que me di cuenta por los mensajes que la gente me mandaba. Tal vez porque le creé todo un ámbito muy cuidado al rededor en función de la interpretación, y eso caló muy hondo; son canciones que tienen muchos recursos y corazón.

—¿Qué desafíos te planteó?

—Probamos tres tecladistas pero no funcionaron y tuve que ponerme a estudiar piano (risa) A veces los músicos sienten que si tocan menos son menos y están muy equivocados. Todo el disco es desde el piano y hacía mucho que no lo tocaba así que hace dos años metí la cabeza en la tierra y me volví al piano para recordar arreglos de canciones que incluso yo no grabé. El músculo sigue aprendiendo aún cuando una descansa. No sé si el disco presenta una actualización en el sonido pero sí tiene una bajada a la banda en vivo, con ese concepto, y dos temas nuevos, “Peter Pan y yo” y “Hace mil”.

—En aquel álbum parecías una Celeste enamorada del amor, ¿qué Celeste grabó estas nuevas versiones?

—(Risas) Ahora Celeste está enamorada de las canciones, de la vida y del blues, en una forma simbólica de hacer y de producir música en vivo, de armar el ensamble. Me levanto todos los días a las siete de la mañana y mi primer pensamiento es la agenda. Para los que hacemos música, solo cobra protagonismo la punta del Iceberg. En esta grabación redescubrí las canciones y me di cuenta de que son como el vino, si están buenas se ponen mejor con el tiempo.

10