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Sin custodia: la familia de la enfermera asesinada, entre el dolor y el miedo

Una de las hijas de María Cecilia Burgadt denunció en su Facebook que viven con miedo ya que la familia del femicida vive a una cuadra de su casa y la custodia que prometió el juez solo pasa para que firmen la asistencia, y se van

La familia de la enfermera asesinada hace una semana en Santa Fe denunció en redes sociales que el gobierno provincial no cumple con la custodia que ordenó el juez cuando imputó a Sebastián Maschio por los delitos de femicidio y estafa ya que entendió que el móvil del crimen fue quedarse con el auto que la víctima acaba de comprar. María Cecilia Burgadt tenía 42 años y dos hijas de 17 y 22, además de su abuela a cargo, de 96.

«Me da vergüenza tener que comunicarlo por acá para que se muevan y me den pelota. No nos dan custodia, nos tienen a las vueltas, nos dicen que ya viene y seguimos esperando. Estamos solas», reclamó Sol, la hija mayor, en su cuenta de Facebook. La joven explicó en declaraciones radiales que tienen miedo porque la familia del hombre detenido vive a sólo una cuadra de su casa.

«No puedo creer que la palabra del juez no valga. Pasan los días, es el sexto. A todo esto estoy con miedo porque la familia de él vive a una cuadra. Desde que hicimos la denuncia pedimos la custodia policial, tenemos miedo. Al auto no lo encontró la Policía, lo encontramos nosotras. Si no aparecíamos esa madrugada, agarraba el cuerpo de mi mamá y lo hacía desaparecer. Nunca más la íbamos a encontrar. Y él se iba a ir, no iban a tener evidencias de que fue él, como ya le pasó en una oportunidad», advirtió la joven en una radio local.

El martes pasado los fiscales Andrés Marchi y Marcelo Fontana acusaron a Maschio de los delitos de homicidio calificado por el vínculo  –debido a que había sido parej de la víctima– por enseñamiento y mediando violencia de género; para asegurar los resultados de otro delito, el de estafa, porque intentó quedarse con un Volkswagen Gol que la enfermera había comprado en una transacción que él mismo intermedió.

Según los fiscales, el crimen ocurrió entre el viernes y el sábado de la semana pasada luego de que Maschio pasara a buscar a Cecilia en moto por la puerta del hospital Cullen de Santa Fe, donde trabajaba y fue vista por última vez con vida.

Al perder comunicación con la enfermera, su familia comenzó a buscarla por todos lados que, con el correr de las horas y la desesperación, se presentó en la comisaría de Rincón, donde no quisieron tomarles la denuncia por búsqueda de paradero. Su hija Sol sabía que a la salida del trabajo su mamá iba a llevar el auto recién comprado a arreglar por medio de Maschio y que era incapaz de desaparecer tantas horas, ya que tenía a su cuidado a su abuela, de 96 años y postrada en una cama. Por eso empezó a buscarla sola y prácticamente esclareció lo ocurrido ya que llegó a la casa donde su madre estaba muerta y aunque no encontró el cadáver –era de noche y entró con una linterna–, ni sabía aún que la habían matado, le señaló el domicilio a la Policía que más tarde halló el cuerpo de Cecilia.

Antes se habían comunicado con Maschio, quien les había dicho que no quería problemas, que no se quería meter, y que el auto era de él. Su respuesta motivó una denuncia que, según la joven, llevó mucho tiempo, ya que cuenta con unas 15 páginas. Pero al terminar, sintió que perdían el tiempo y viajaron desde Rincón a Santa Fe donde pasaron por el domicilio donde más tarde encontraron el cadáver de Cecilia. De allí fueron a buscar a Maschio, y vieron el auto de su mamá en la vereda y llamaron a la Policía. «Dijo que ella al final no quiso el auto y se lo regaló. Le mostraba los papeles del auto a la Policía como que era de él. Todo esto en la puerta de la casa de él. Yo le preguntaba dónde estaba la plata porque mi mamá me había dicho que la llevaba al hospital para hacer la transferencia. Y me decía que esos papeles estaban en el gestor. Cuando le preguntaba quién era el gestor, se quedaba callado”, contó la joven que volvió a declarar en la comisaría y luego siguió buscando a su mamá en “las paradas de colectivos, en las zanjas, en el campo, en todos lados en ese barrio”.

A las 20 del sábado la Policía le confirmó el hallazgo.

Al dolor le siguió el miedo. Porque si bien el femicida está imputado y con prisión preventiva, no se cumplió con la custodia que ordenó el juez. La pidieron las hijas de la enfermera al  señalar que el acusado es una persona “que tiene contactos afuera y que estaba metido en muchas cosas raras. Él está metido pero afuera tiene gente. El juez ordenó que nos den la custodia pero nos dicen que hay todo un protocolo que supuestamente iba a arrancar el sábado cuando fue el velorio de mi mamá pero aún nada. Sólo hay un patrullero que viene media hora, nos hace firmar un papel y se va. No es lo que habíamos acordado con la protección a testigos”, denunció.

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