El músico brasileño Caetano Veloso, junto a sus hijos Moreno, Tom y Zeca, ofreció el jueves último un momento de indescriptible belleza en la primera presentación del espectáculo Ofertorio, en el porteño Teatro Gran Rex, con el que este domingo por la noche se presentará en Rosario, en el mismo plan familiar, en el teatro El Círculo.
Fue en esos shows donde los pedidos de “Lula libre”, referidos a la polémica detención del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, y los posteriores cánticos a la salida del espectáculo donde el público entonó el hit del invierno que se hizo viral hace algunas semanas, que dice: “Macri ya fue, Vidal ya fue, si vos querés Larreta también”, irritaron a algunos de los espectadores. Unos pocos se expresaron luego en las redes sociales, molestos con la actitud de los Veloso, pidiéndole a Caetano y a sus hijos que sólo se dediquen a cantar y no hagan política, desconociendo los años de militancia que el músico, uno de los máximos referentes del Brasil, tiene en su haber.
“Es imposible no sentir que hay una atmósfera rara, difícil. Respeto la necesidad que tienen las sociedades de conservarse, pero tengo gran dificultad en aguantar espíritus reaccionarios. Espero que tengamos sagacidad suficiente para utilizar las energías históricas que brotan de esas dificultades y podamos caminar mejor”, aseguró poco antes de su llegada al país el autor de “Branquinha” y “Leoncinho”, entre tantísimas canciones inmensas, en relación con la compleja situación que vive su país a partir de las políticas de derecha puestas en marcha desde la asunción en el gobierno del presidente Jair Bolsonaro.
De todos modos, nada logró opacar el bello diálogo musical que consigue reflejar la calidez del vínculo familiar en escena, a través de Ofertorio.
En lo que en teoría pareciera una tarea casi imposible, los hijos de uno de los músicos más grandes de la música popular brasileña logran ponerse a la altura de su célebre padre, al potenciar los sensacionales climas que es capaz de crear el icónico artista.
Según lo expresan las crónicas porteñas, eso ocurrió en las dos horas que duró el concierto, que el viernes tuvo su segunda noche, en un ambiente intimista, distendido y minimalista en términos de puesta en escena, que pareció replicar una sobremesa de domingo, en un patio de una casa de Salvador de Bahía, en la que sus integrantes se valen de cualquier elemento a su alrededor para hacer música y arriesgar, incluso, algunos pasos de baile.
En este contexto, efectivamente, Caetano se sitúa como el gran patriarca del clan en el centro del escenario y oficia de eje sobre el que gira el concierto, aunque con la capacidad de saber ceder su protagonismo y limitarse a ser un sobrio acompañante cuando es el turno de las interpretaciones de algunos de sus hijos.
Los cuatro Veloso construyen un universo sonoro rico en el plano rítmico y conmovedor en sus melodías, a partir de guitarras, bajos, unos breves fragmentos de teclados y percusiones con pandeiros y hasta platos con cubiertos.
En tal sentido, los roles se reparten, en general, con Caetano en guitarra, Moreno en guitarra y percusiones, Tom en guitarra, y Zeca en bajo y teclados, más allá de que alguno tome otro instrumento de manera circunstancial a lo largo del show.
Por supuesto que los clásicos del jefe del clan, como “A tua presenca, morena”, “Trem das cores”, “Genipapo absoluto” o “Leoncinho”, esta última en la voz de Moreno, acaparan las ovaciones, pero las intervenciones de sus hijos también regalan momentos memorables a lo largo del concierto.
También aparecen en la potente lista de temas “O seu amor”, de Gilberto Gil o “Todo homen”.
Las historias familiares aparecen en forma de canciones con “Boas vindas” escrita cuando nació Zeca, y “Ofertorio”, el tema compuesto para la misa por los 90 años de la madre de Caetano, que el autor interpreta, en esta ocasión, en honor “a la religiosidad” de sus hijos, según dijo, al explicar que él no es creyente, pero sus hijos sí.
“El punto donde todo comenzó”, dice Caetano al llegar el turno de “Um canto de afoxé para o bloco do ile”, la canción de 1981 en la que, con sólo 9 años, participó Moreno, el mayor de sus hijos; para luego seguir con “How beautiful could a being be?”, compuesto por este mismo diez años después.
Tampoco faltan en el show los pasos de samba de cada uno de los protagonistas de la noche, como el siempre esperado homenaje al tropicalismo, en el inicio del concierto con “Baby”, un clásico de 1968, símbolo de este movimiento; y “Alegría, alegría”, guardado para los bises.
La sensación de estar en una reunión familiar se extiende cuando Caetano y Moreno improvisan “Cachito mío”. También integra la lista de temas “Tonada de luna llena”, entre otras gemas inoxidables.
Respecto de esta magnífica unión familiar escribió Caetano: “Hace mucho tiempo que tenía ganas de hacer música junto a mis hijos públicamente. Desde la infancia de cada uno de ellos me gusta estar cerca. Cada uno es diferente. Siempre he cantado para que duerman. A Moreno y Zeca les gustaba. Tom me pedía que dejara de cantar. Yendo por caminos diferentes, todos se acercaron a la música a partir de un momento de la vida”.
Para agendar
El músico brasileño Caetano Veloso junto a sus hijos Moreno, Zeca y Tom presentará Ofertorio este domingo por la noche, en el teatro El Círculo de Laprida y Mendoza, a partir de las 20