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Newell’s ganó, se alejó de la zona roja y se anima a mirar la tabla de arriba

El Newell’s de Kudelka no le tiene miedo a nada. Y en la mañana del domingo hizo que los hinchas sueñen despiertos

La modorra de la mañana dominguera pegaba fuerte y el sol hacía horas extras para tentar a los ojos a cerrarse. Entre bostezos y ansiedades los hinchas empezaron a colmar el Coloso. La tensión habitual parecía adormecida por un horario demasiado tempranero para los futboleros y ni hablar para los jugadores. Para peor, los miedos del relax post Clásico eran una amenaza real de cara a un partido cuyo valor emocional y numérico estaba a la vista.

El pitazo inicial de Tello sonó como un despertador para muchos. No para Newell’s, que no lo necesitó. Dos pelotas paradas y primer rédito. Esta vez con un zapatazo de Cacciabue que sacudió a un Coloso que todavía le costaba sacarse de encima la almohada.

El equipo de Kudelka estaba despabilado. Y su plan de juego no admitía distracciones. Newell’s está lejos de improvisaciones o actos de magia. Es serio. No le escapa a sus obligaciones, aunque Superliga lo programe a la misma hora que otros estaban mojando la medialuna en el café con leche.

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Hay intensidad en los pibes, aunque a veces falte rebajar un cambio a la hora de acercarse al arco rival. Hay jerarquía en la dupla de zagueros, con un Lema que cabecea todo lo que le pasa cerca y un Gentiletti que deslumbra por su simpleza para marcar y jugar. Todo funciona, sin sobresaltos, desafiando a la imprevisibilidad del fútbol. Con una confianza que incluso contagia a la gente, que espera paciente que el equipo concluya con la faena.

Ni la corta distancia del resultado provoca miedo. Por eso no se lamenta tanto que un remate de Maxi encuentre un pie que impida el gol o que Tello se coma un claro penal de Pocrnjic a Alexis. Es cuestión de esperar.

Una pelota parada aparece como una opción ideal para resolver el pleito y empezar a programar el resto de un domingo que arrancó temprano pero pinta para ser festivo. No llega Lema. Una vez más hay rebote ofensivo y segunda chance. Salinas manda una bomba al área y Lema cabecea al gol, pero Pocrnjic impide que la racha del defensor se prolongue y rechaza. Y ahí aparece un tal Fernández, ese en el que pocos confiaban y hoy despierta admiración. Pone su cabeza y obtiene su premio.

La euforia de apodera del Bielsa. Ya nadie se acuerda si durmió poco o no. Los bostezos pasaron a ser estallido. Y hasta algunos atrevidos se animan a mirar la tabla de arriba antes de repasar la de promedios, donde ya hay siete equipos por debajo.

La fiesta se completa con la salida de Maxi. Los hinchas compiten para ver quién aplaude más fuerte. Nada alcanza para agradecerle al ídolo.

El cartel de adición marca ocho minutos. Algunos piensan que son las horas que no pudieron dormir. A nadie le importa. Se sigue celebrando una victoria valiosísima. Incluso algunos arrancan con la canción mufa, y en medio de miradas socarronas, todos se suman. El Newell’s de Kudelka no le tiene miedo a nada. Y en la mañana del domingo hizo que los hinchas sueñen despiertos.

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