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Septiembre en Chile, mes complejo donde afloran contradicciones de la sociedad

Es un mes donde afloran diversas contradicciones de la sociedad chilena de un modo más explícito; un mes en el cual, por lo mismo, se suelen observar con mayor claridad las correlaciones de fuerzas del escenario político

Pedro Santander / Celag.Org

Septiembre siempre es un mes complejo en Chile. Un mes de dolor y alegría. Dolor, porque es cuando aflora el siempre latente recuerdo del presidente Salvador Allende, de su dignidad, del gobierno popular, de esa histórica experiencia para la izquierda mundial que se cruza con el del 11 de septiembre, la traición de Augusto Pinochet (comandante en jefe nombrado por Allende), la violenta derrota de la “vía chilena al socialismo”, la posterior masacre y construcción de uno de los países más neoliberales del mundo. De alegría porque, pasado el “11”, viene “el 18”, cuando comienzan la celebración de las Fiestas Patrias y todo el país suele volcarse a una semana de fiestas, bailes y festejos como no hay otra en el año.

Es un mes donde afloran diversas contradicciones de la sociedad chilena de un modo más explícito; un mes en el cual, por lo mismo, se suelen observar con mayor claridad las correlaciones de fuerzas del escenario político.

Este año, el gobierno de Sebastián Piñera había tomado una decisión inédita desde la recuperación de la democracia: no conmemorar el 11 de septiembre, y así tratar de iniciar un proceso de despolitización de esta fecha emblemática para las luchas populares. Sin embargo, como suele ocurrir en septiembre, aparecieron los imponderables. El más inesperado de ellos provino de la propia derecha. Ante las suaves críticas que Michelle Bachelet, como alta comisionada de las Naciones Unidas, formuló respecto de Brasil (habló de “una reducción del espacio democrático”), Jair Bolsonaro respondió golpeando bajo: “Señora Michelle Bachelet: si no fuera por el personal de Pinochet, que derrotó a la izquierda en 1973, entre ellos a su padre, hoy Chile sería una Cuba”.

El general Alberto Bachelet, militar constitucionalista y leal a Allende, murió producto de las brutales torturas que sus compañeros de la aviación le infligieron. Así, en un minuto, Bolsonaro ofendió a buena parte del país en el mes más sensible; justo, además, cuando el presidente Piñera iba viajando a Brasil, cumpliendo con el encargo de Emmanuel Macron de mediar en la crisis por los incendios en el Amazonas.

Nada más aterrizando en Brasilia, Piñera, quien no quería este año hablar del 11 de septiembre, debió dar declaraciones que ni enfadaran a Bolsonaro ni a Bachelet: “No comparto en absoluto la alusión hecha por el presidente Bolsonaro respecto a una ex presidenta de Chile y especialmente en un tema tan doloroso como la muerte de su padre”. Con su habitual tibieza, intentó así no defraudar a su electorado, que festejó en 2016 su victoria con bustos y fotos del ex dictador.

En septiembre, de nuevo, se le escapaba a Piñera ese golpe de suerte que afanosamente busca para subir en las encuestas que, mes a mes, lo golpean sistemáticamente a la baja. Se dice que Piñera sufre del “síndrome de los 33 mineros”: busca con desespero que el destino le regale una situación como esa, en la que se logró un extraordinario rescate que concitó interés mundial y lo hizo subir fulminantemente en las encuestas. Pero todas sus búsquedas han sido un fiasco. Primero pensaba que podía ocurrir el 23 de febrero en Cúcuta, cuando el imperialismo ensayó otro intento intervencionista agrediendo a Venezuela desde Colombia, con Piñera e Iván Duque mirando desde la frontera colombiana, cual cuervos, si les caía algo de “las llaves de la corona besando la bota sucia que los ultraja” (como dice la canción de Patricio Manns).

No le han salido bien los encargos ni de Trump ni de Macron; Bolsonaro lo desprecia y su primo político, Mauricio Macri, está por los suelos. Igual de solo parece estar quedándose él en Chile. Desesperado por gobernar según las encuestas, ha sido errático, y este año desde su propio sector se ha criticado la falta de orientación estratégica en la gobernanza.

Tampoco se esperaban la movilización popular del 5 de septiembre, día en que múltiples movimientos sociales llamaron a una protesta nacional agrupando diversas demandas: contra la privatización del agua; contra el sistema privatizado de pensiones, por la lucha mapuche, por la igualdad de género, etcétera, que movilizó a miles de personas a lo largo del país.

Mundo laboral: crisis de pánico

En paralelo, el gobierno ha debido hacer frente a la propuesta legislativa de reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales (de 45), presentada por las diputadas comunistas Camila Vallejos y Karol Cariola. En un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), Chile se ubica en el sexto lugar del ranking de los países con jornadas laborales efectivas más extensas entre los países miembro, siendo sólo superado en América Latina por Colombia, México y Costa Rica.

La iniciativa comunista ha pasado ya varias instancias legislativas, y lo más probable es que sea votada en octubre. Se trata nuevamente de algo absolutamente imprevisto en los cálculos oficialistas. El gobierno entró en pánico, sobre todo porque ha sido recibida por la opinión pública con alta simpatía, a pesar de todos los esfuerzos comunicacionales por desprestigiarla. De hecho, el gobierno contraatacó proponiendo un proyecto alternativo de….41 horas, una hora menos, pero “con flexibilidad”.

“Crisis de pánico”… Así es como hoy se describe la reacción del gobierno en torno a la propuesta comunista que pone énfasis en la principal contradicción del modelo: capital y trabajo, dejando en un lugar incómodo al gobierno como claro representante del empresariado que ha desplegado una campaña del terror, amenazando con la pérdida de al menos 200 mil puestos de trabajo si se llegara a aprobar la reducción de jornada en el Congreso, donde el oficialismo no tiene mayoría.

Este episodio deja varias lecciones para la izquierda. Tal vez la principal es que cuando un tema de clase que pone en el centro de la cuestión el antagonismo capital-trabajo, logra imponerse en la agenda pública, el statu quo entra en pánico. Los esfuerzos de la derecha, del gobierno, del empresariado, de los medios, de los economistas, etcétera han sido constantes, extremos y hasta grotescos para desprestigiar la propuesta de Vallejos y Cariola. El ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, llegó a decir que de aprobarse esta ley “Chile no podría jugar la Copa América”, y una tormenta de memes se encargaron de las respuestas adecuadas. Pero lo que más incomodó y preocupó al gobierno fue el trending topic #monckebergahuevonado, chilenismo que fue tendencia nacional por día y medio.

Todo ha ido de mal en peor en este episodio, que se suma a las malas cifras que muestran decrecimiento económico, aumento de la desocupación, alza inesperada del dólar, baja en las exportaciones de cobre y celulosa por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y el cierre de múltiples industrias, entre otras.

Año preelectoral

Bajo este escenario se está configurando 2020, año electoral en que se realizarán elecciones municipales en todo el país, y 2021, año de elecciones presidenciales.

Respecto de las elecciones municipales hay conversaciones entre el Frente Amplio (FA) y parte de los que fue la Nueva Mayoría, que pudiera convertirse en un nuevo eje que agruparía al FA, el Partido Comunista (PC), el Socialista (PS) y el Partidos por la Democracia (PPD). Es decir, el FA + la Nueva Mayoría, pero sin la Democracia Cristiana (DC), que una y otra vez ha apoyado al gobierno en votaciones legislativas clave (como la reforma tributaria), a tal punto que varios hablan ya de un cogobierno entre la derecha y la DC.

En cuanto a las presidenciales, sólo en el FA se vislumbran actualmente candidaturas con mayor claridad: Beatriz Sánchez o el actual alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp. La primera se ha caracterizado por la indefinición y ha optado por figurar públicamente en su rol de periodista, con un programa semanal de análisis político. El segundo se encuentra administrando la segunda ciudad del país, Valparaíso, haciendo frente a una difícil administración local debido a la corrupción de las gestiones anteriores, pero con un sólido respaldo ciudadano.

Pasado septiembre, comienza esa carrera.

Doctor en Lingüística de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile. Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (celag.org)

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