«Tanto los sobrevivientes de violencia extrema o los familiares que transitan duelos muy complejos, como es el caso de la desaparición donde no hay cuerpo, requieren muchas veces o exigen ser escuchados en todas las complejidades que ello implica», dijo a El Ciudadano la psicoanalista porteña Fabiana Rousseaux antes de su paso por la ciudad para presentar en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) el libro Territorios, escrituras y destinos de la memoria. Diálogo interdisciplinario abierto.
Psicóloga egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA), actualmente trabaja en el Minsterio Público Fiscal, dirige la Asociación Civil Tecme y coordina el área de Subjetividad y DDHH. Fue una de las creadoras del Centro de Asistencia a Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos Fernando Ulloa en donde llevó a cabo trabajos de formación teórica y práctica relacionados con la asistencia a las víctimas de delitos de lesa humanidad.
—¿Cómo fue la formación del Centro de Asistencia a Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos Fernando Ulloa?
—Luego de todo un proceso de análisis y de que había empezado a escribir y publicar sobre temas vinculados al terrorismo de Estado, empecé a atender pacientes relacionados con la problemática. Eso deriva en la construcción de un proyecto que le sugiero y propongo al por entonces secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde. Ahí comenzó un trabajo de conversaciones, análisis sobre la necesidad que había de que la Secretaría contara con un proyecto de estas características, que era, en ese momento, de asistencia a los hijos y a las víctimas de terrorismo de estado. Lo que tiene de interesante, no sé si habrá otras experiencias similares, es que a la inversa de lo que sucede por lo general en las políticas públicas que los modelos de trabajo se diseñan de adentro hacia fuera, en este caso fue un proyecto que vino de afuera hacia la Secretaría.
—¿Cómo es el trabajo desde el psicoanálisis con el duelo que elabora el familiar del desaparecido?
—De cómo se hace podría llevar horas y horas porque hay que analizar caso por caso y no impacta de la misma forma en los familiares ya que cada persona no hace el mismo proceso de duelo. De hecho, recordemos que los propios organismos y las propias Madres de Plaza de Mayo hace unos años atrás tuvieron diversas miradas con respecto a qué se hacía con la búsqueda de los restos. Algunos decían que sí había que buscarlos, otras decían que no o que había que hacer un duelo colectivo y que si no aparecían los responsables no tenía sentido. Una serie de debates muy profundo que se dio a nivel social, y eso marca esa cuestión de que no todos transitan por el mismo proceso de duelo y que hace falta escuchar particularmente caso por caso. Tanto los sobrevivientes de violencia extrema o los familiares que transitan duelos muy complejos, como es el caso de la desaparición donde no hay cuerpo, requieren muchas veces o exigen ser escuchados en todas las complejidades que implica.
—¿Hubo cambios significativos en el gobierno actual con respecto a las políticas públicas en el ámbito de los derechos humanos?
—Si, por supuesto que fue radical la posición de este gobierno en relación a estos temas. De hecho, la aplicación de políticas públicas para las víctimas como el caso del Centro Ulloa, si bien siguen funcionando, fueron desfinanciadas, se redujo gran parte de los profesionales que intervenían en estos casos, se cambió mucho el sentido y el vínculo del Estado con las víctimas y esto es una instancia en la que uno no puede desvincular lo que el Estado dice, encarna o enuncia y cómo eso impacta directamente en la cuestión clínica.
—¿Estas cuestiones inciden en la construcción colectiva?
—Sí, es un gran retroceso. Además, en el marco de los juicios, que se siguen llevando adelante porque estas cosas hay que decirlas: siguen llegando víctimas al Centro Ulloa, se siguen llevando a cabo los juicios, es decir, sigue el funcionamiento tecnocrático pero no se sostuvo el contenido.
—¿Cuáles son algunos de los puntos a destacar de la charla – presentación en la Facultad de Psicología de la UNR?
—Se centra en la presentación de un libro colectivo en el que se trató de hacer un trabajo interdisciplinario con distintas personas que habían abordados temas vinculados a la memoria y a los derechos humanos en la Argentina. Uno es el relacionado a la emergencia de los hijos de genocidas como una voz inédita que se instala desde el dos por uno en la argentina. Me parece que los chicos que estudian la carrera de Psicología en las universidades del país están bastante escasos en la formación de estos temas. La expectativa es que por lo menos se produzca un interés sobre esta cuestión, de que no se sigan sintiendo desvinculados los profesionales que están en formación de los hechos que ocurrieron en nuestro país y que se puedan incorporar y comprometer con lo que esto significa porque las consecuencias de lo pasado siguen vigentes, son actuales y ellos mismos, cuando sean profesionales y estén atendiendo casos, ya sea en ámbitos públicos o privados, van a tener seguramente, a personas con estas características, a pesar de los años transcurridos y sería muy importante que tuvieran herramientas para poder pensarlo.
Memoria, discurso y psicoanálisis: diálogos con Fabiana Rousseaux