Activistas de comunidades indígenas y movimientos sociales de Ecuador mantuvieron sitiada la ciudad de Quito, con huelgas, asambleas, bloqueos y manifestaciones que incluyeron una irrupción en la sede del parlamento, en una escalada de protesta que forzó al presidente Lenín Moreno a mudar la sede del gobierno a Guayaquil.
Los manifestantes, que llegaron hasta Quito desde distintas partes del país, exigen la inmediata anulación de los aumentos de los precios de los combustibles, decididos por Moreno en acuerdo con el FMI, y algunos de ellos, incluso, pretenden la salida del gobierno.
La rebelión forzó a Moreno a decidir en la noche del martes la mudanza de la sede gubernamental desde Quito hacia Guayaquil, donde quiso mostrase al mando durante una reunión con autoridades de los tres poderes del Estado.
Al cabo de ese encuentro, Moreno dispuso por decreto que el gobierno permanecerá en Guayaquil durante los 30 días que durará el estado de excepción dictado el jueves pasado.
La gravedad de la situación llevó a las Naciones Unidas y la Iglesia ecuatoriana a llamar a un diálogo entre el gobierno y los movimientos sociales en protesta, mientras el secretario general de la OEA, Luis Almagro, emitió una declaración en la que adelantó su rechazo a toda acción que apunte a terminar o acortar el mandato de Moreno, que se extiende hasta mediados de 2021.
El ex presidente Rafael Correa, en una aparición a través de Twitter, se mostró a favor de adelantar las elecciones generales para evitar una profundización de la crisis, luego de que el gobierno denunciara que la reacción fue orquestada por sus seguidores.