Durante los últimos diez años de su vida, la pintora mexicana Frida Kahlo (1907-1954) escribió un diario personal con sus recuerdos, ideas y sueños, además de numerosos bocetos y dibujos, un material que estuvo escondido durante cuatro décadas y que sirvió de inspiración para Las dos Fridas, un libro infantil tan breve como delicioso que rescata una anécdota especial de su infancia, con ilustraciones del dibujante italiano Gianluca Folì.
Editado en la Argentina recientemente por Libros del Zorro Rojo, Las dos Fridas selecciona un fragmento específico de aquel diario íntimo en el que la mexicana, reconocida por sus autorretratos, relata de manera sincera y conmovedora uno de sus primeros recuerdos de la infancia: su amistad, a los seis años, con una niña imaginaria.
Si bien El diario de Frida Kahlo es considerado una pieza artística por sí misma (ya que reúne también pensamientos, poemas, sus opiniones políticas, detalles de su salud y de su vida junto a Diego Rivera además de numerosos dibujos que sirvieron de bocetos para sus cuadros), el flamante libro ilustrado por Gianluca Folì hace zoom sobre un recuerdo tan chiquito como potente de aquella infancia transcurrida en el pueblo de Coyoacán.
“Han pasado 34 años desde que viví esa amistad mágica y cada vez que la recuerdo, se aviva y se acrecienta más y más dentro de mi mundo”, se lee en una de los fragmentos de este álbum que reúne la palabra propia y personal de Frida Kahlo, sincera y conmovedora, junto a las ilustraciones de trazo limpio y vibrante que buscan reflejar tanto la cosmogonía azteca como el universo interior de la artista.
Es conocida la vida sufrida que marcó a una de las figuras más magnéticas de la cultura mexicana, no sólo por el accidente que sufrió en su juventud, que la mantuvo postrada en cama durante largos períodos y la obligó a someterse a múltiples operaciones, sino también por su frágil salud de niña, cuando contrajo poliomielitis, por lo que pasó también mucho tiempo en su habitación, esa misma desde la que veía, por la ventana, a su amiga imaginaria.
“Las dos Fridas es un texto muy corto y, al principio, me costó encontrar pistas creativas en una narración tan breve. Entonces un día empecé a pensar en cómo rellenar los grandes espacios vacíos del relato. De repente imaginé personajes y ambientes surrealistas como en las pinturas de Frida pero con mi propia composición y fuerza. La primera imagen que tuve es toda una procesión de criaturas coloridas que acompaña a la pequeña Frida para encontrarse con su alter ego”, contó a Télam desde Italia el ilustrador Gianluca Folì.
“Hace dos años la editorial Zorro Rojo me pidió que interpretara un texto que parecía fácil, pero que inmediatamente resultó ser un verdadero desafío”, relató el ilustrador. “Estamos hablando de un libro de Frida Kahlo. No la habitual revisión sincrónica del personaje o de su arte o de su vida fuera de él, sino un texto escrito por la propia artista, que se encuentra en su diario personal, donde cuenta la intimidad de su infancia y el descubrimiento de su mundo interior. No tenía espacio para experimentar el sentido de responsabilidad, sólo el sentido de solución que quería encontrar a las dificultades que estaba a punto de enfrentar. En primer lugar, las dificultades fueron el choque entre los dos mundos, el mío y el suyo, que necesariamente tenían que fusionarse entre sí sin perder su identidad. De esta complejidad nació el libro”, agregó.
Según relató Gianluca Folì la editorial lo convocó tras haber visto algunos de sus libros anteriores. “Estaban muy impresionados por uno en particular: Il Leone Mangiadisegni (El león come dibujos), en el que había utilizado grafito y tintas de colores. Para Las dos Fridas utilicé las mismas herramientas pero con un concepto diferente: con el grafito cuento la vida real y cotidiana de Frida, mientras que con las tintas de colores relato su mundo interior y fantástico”, apuntó sobre un material para el que también realizó una exhaustiva investigación: “Estudié algunas de las biografías de Frida y recogí muchas fotos de su vida, su estudio, sus pasiones y sus dolores. Cada detalle ha sido útil y valioso para enriquecer mi trabajo. Entre las diversas lecturas descubrí que gran parte de su trayectoria artística pasaba por las raíces de la cultura mexicana, así que profundicé en esa iconografía, la vestimenta, las tradiciones y cualquier otra cosa que pudiera encontrar sobre el tema”, explicó al tiempo que reconoció que no había tenido afecto personal por Frida Kahlo antes de comenzar con el proyecto: “Así que me encontré estudiando su historia y sus innumerables facetas para este libro. Creo que fue algo bueno mirarla con ojos desprovistos de idolatría y encanto”.