Las texturas de los cuerpos y de las imágenes que accionan sobre esos cuerpos, la intensidad de lo vivido que dejó una huella, la idea de libertad que resuena en el presente y el teatro entendido como un lugar de pertenencia y militancia de muchas cosas en un tiempo de visibilización de los derechos de las mujeres.
Retratos mudos sobre fondo sonoro es una obra poética que no narra una historia, no define un tiempo, no remite a un lugar, pero sí “marca instantes, momentos que comparten un ritmo común, un sonido del mundo que remite a otra escena, a otra cosa”.
Lo que antecede pone en situación al potencial espectador acerca del nuevo trabajo como director de Ricardo Arias, quien dirige a un elenco de cinco mujeres en Retratos mudos sobre fondo sonoro, obra que se conocerá este viernes en El Rayo y que pareciera buscar en la potencialidad de las imágenes sus signos y sus sentidos, como pasaba en los primeros años 90 con un teatro que ponía en cuestión la palabra, en gran medida por el silencio impuesto por la última dictadura cívico-militar.
“Este trabajo es el resultado de un proceso que lleva aproximadamente un año y ocho meses; es una propuesta netamente poética donde buscamos prescindir de la palabra. Lo que aparecen fuertemente son las imágenes y quizás por eso me remite muchísimo a los años 90”, dijo Ricardo Arias a El Ciudadano.
Con las actuaciones de Ofelia Castillo, Paula Drenkard, Luciana Evangelista, María Lenci y Mari Sojo, y asistencia de dirección de Eva Ricart, quien también lo acompaña en su majestuosa versión de Hamlet, en cartel los domingos en Espacio Bravo, Arias, quien ya trabajó con algunas de las actrices de este elenco en Morir morir y en una versión de El primer aviso, de Strindberg, profundizo: “No sólo desde el resultado esta propuesta me remite al teatro de los años 90, sino también a partir de la idea de un modo de trabajo. En este proceso, y no sabría explicar por qué, estuvo todo el tiempo muy presente Marta Subiela (recordada maestra de la escena local) y el trabajo con La Troupe. Si bien las chicas no son bailarinas, hay algo de aquellos años adentro de este montaje”.
Cuerpos que narran
En principio, los disparadores o temas que aparecieron en el proceso creativo fueron la piel, el parto, la red, la desesperación y el golpe, con todas las derivaciones posibles que se pueden instalar e investigar a partir de estos tópicos.
“Ellas se exponen en intensidades construyendo una liturgia de movimientos, de cuadros descompuestos, que evocan partos, amores, fantasías, violencias, tormentas, sin otro motivo más que estar allí, en esa materialidad cruda: vestidas, desnudas, veladas, sutiles, groseras, bailando, viviendo. Son, en ese tiempo que dura y define un espacio, que muda sus vestidos, sus pieles, sus cuerpos; en un ensueño que despliega el juego de máscaras que reconstruye una imagen propia y extraña, a la vez”, describen de manera poética acerca de Retratos mudos sobre fondo sonoro.
“Este trabajo es el resultado de un largo proceso de improvisaciones a partir de lo corporal. Somos cinco actrices que nos reunimos a entrenar luego de tomar un seminario con (el maestro porteño) Alejandro Catalán. De esas reuniones surgió el deseo de hacer algo juntas y así lo convocamos a Ricardo”, expresó a su tiempo la actriz Ofelia Castillo, de vasta trayectoria en la escena local. Y agregó, respecto de lo femenino: “No fuimos a ese encuentro con una idea o una obra, fuimos nosotras. Y la cuestión del empoderamiento femenino de este tiempo que estamos viviendo las mujeres es algo ineludible. Hoy es imposible no hablar de eso, no se podía hablar de otra cosa y tampoco queríamos hacerlo. Somos cinco mujeres de 50 años a las que nos han atravesado más o menos las mismas historias: las cinco pasamos por la maternidad y estamos en una franja heteronormativa, e incluso sin conocernos de jóvenes íbamos a los mismos logares. Pero sobre todo, por el hecho de ser mujeres, tuvimos que atravesar historias similares y eso se ata un presente en el que las mujeres nos dimos cuenta que son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Por lo tanto, los temas que surgían nos hacían sentir reflejadas unas en las otras”. Y cerró: “Pero el tema no era ese; siempre tuvimos claro lo que queríamos contar porque era algo que estaba en nosotras. La cuestión estaba en cómo contarlo para que no sea más de lo mismo, que no sea remanido ni obvio; que no sea un espectáculo más donde las mujeres hablamos de las mujeres. Entonces allí estuvo el gran trabajo, el gran desafío y lo distinto”.
Apuesta al silencio
Para hablar de este nuevo trabajo, Arias evocó otro montaje de finales de los años 80, en aquél caso protagonizado por hombres. Se trató de Ritual de comediantes, del grupo Los Irresistibles, que dirigió Javier Margulis en colaboración con el rosarino Sergio D’Angelo, quien también actuaba y donde la palabra estaba ausente. “Hay algo en esta propuesta que desde lo estético me remitió a Ritual de comediantes, particularmente en el modo de abordar el montaje. Y al mismo tiempo hay algo muy visual y muy vinculado a lo femenino pero desde mi mirada y a partir del material que fueron proponiendo las actrices. Es una obra donde hay recortes; no hay escenas completas sino insinuaciones de esas escenas, tampoco hay una unidad y una narrativa o un desarrollo con principio y desenlace”, dijo Arias.
“Pensando en La Troupe, también creo que evoca Comedia humana, que fue mi primer trabajo con ese equipo dirigido por Marta Subiela. Hay algo de toda esa época que me impregna a mí como director en relación a la propuesta y es algo que no pasa por las actrices que sí acercaron el material que fuimos recortando y montando a partir de la repetición y la sumatoria de elementos, con un alto contenido visual y de detalles, donde también el vestuario juega un papel muy importante. En todo momento fue un punto de partida y es el elemento que estructura todo el trabajo. De todos modos no es el elemento más importante pero estructuró: desde la ropa y las acciones se fue gestando algo desde el primer momento”, dijo Arias.
Y continuó, respecto del vestuario: “Si lo pienso en términos ideológicos, el vestuario remite a la idea de máscaras, de lo que se esconde, de las máscaras sociales, sobre esas cuestiones que están vinculadas con la construcción de una imagen que hacemos de los demás y de nosotros mismos; la autoimagen como algo vinculado con el imaginario propio y con la fantasía”.
Con relación a las pregnancias del empoderamiento femenino que acontece hoy en el campo social, el director explicó que no hubo ninguna especulación respecto del tema. “No hubo pautas, lo que aparece es lo que surgió. Como soy el único hombre vinculado con el trabajo, no hubo algo explícito aunque siempre estuvo presente la preocupación por este tema y por las ideas y los recortes que les iba planteando a las actrices, más allá de que no tuvimos la necesidad de remarcar absolutamente nada, pero de hecho la cuestión aparece porque está en todas ellas”.
Para agendar
Retratos mudos sobre fondo sonoro, con la dirección de Ricardo Arias, se conocerá este viernes, a partir de las 21, en el teatro El Rayo de Salta 2991, donde continuará en cartel los restantes viernes del mes, con entradas a precios populares