Jorge está loco. Así lo dicen los hinchas del Sabalero que conocen su historia: viaja en bicicleta de San Javier a Paraguay. Se subió esta madrugada a las 5.10. Armó la mochila, colgó la bandera y se puso el casco. Salió pedaleando, con hinchada propia que lo fue a despedir a la puerta de su casa, y el chaleco amarillo refractario puesto. Camiseta de Colón y calzas deportivas. El medio de transporte, la bici, tiene los colores del Sabalero, para no desentonar. El recorrido marca los 720 kilómetros de distancia que separan San Javier con Asunción. Jorge Nini, Ganso para los amigos, tiene el trayecto marcado: viaja por la ruta 1 que bordea el Río Paraná hasta en Reconquista ensamblar con la 11 y derechito al Paraguay, para estar presente este sábado a las 17.30 en el estadio la Nueva Olla.
Colón juega el partido más importante de sus 114 años de historia. La final de la Copa Sudamericana tiene al elenco de la capital provincial como uno de los protagonistas; el otro es Independiente del Valle de Ecuador. El partido, que está programado para el sábado a las 17.30 en Asunción del Paraguay, se palpita en la ciudad de la Casa Gris desde hace ya unas semanas.
Desde ese jueves 26 de septiembre en que Leonardo Burián se vistió de héroe y voló para atajar el penal: ese remate contenido que aquella noche en Belo Horizonte despertó la euforia de los hinchas rojinegros santafesinos al dejar atrás al Mineiro. De todos y todas, desparramados por la Argentina y el mundo.
Euforia que aún hoy continúa, y que se acrecienta con el correr de las horas. La previa del partido fue interminable. Durante más de un mes Santa Fe se paralizó. Y las historias comenzaron a asomar, esas que aparecen para desmentir el dicho: “Sólo es un deporte”.
La histórica final se habla en las casas, en los trabajos, en las escuelas. También en el almacén de la esquina y en la calle. En los colectivos, con los amigos y también con desconocidos. Aunque ese desconocido es relativo, porque el fútbol tiene eso: te une, te identifica con un otro distinto. El abrazo de gol con ese desconocido en las tribunas de un estadio como expresión de la pasión.
Y Jorge no es el único que está loco. Las historias, esas que se conocen por las redes sociales y que se hacen masivas, son incontables. Y muchas parecen salidas de un cuento del Negro Fontanarrosa. Desde el hincha que cierra la granja y pide perdón porque se va a ver a su querido Colón, hasta la joven que puso en venta su vestido de 15 por Twitter.
Y así aparece Gonzalo Herrera, que postergó su trasplante de riñón. Sí, así como se lee. El joven hincha del Sabalero tenía programada la operación y decidió, con el consentimiento de los médicos, postergarla para poder viajar al Paraguay.
Renato y Aimée tenían programada la fiesta y el casamiento por iglesia para este fin de semana. Pero apenas Burián contuvo el penal, y se dieron cuenta de que la final coincidía, decidieron posponerlo. Por el Registro Civil ya pasaron, ahora esperan la copa para festejar en el salón.
Matías Levental es santafesino pero vive desde los 17 años en Israel. Cuando el Negro clasificó a la final no lo dudó y se compró el pasaje para estar el sábado en el estadio. De paso, fue al Muro de los Lamentos y dejó un mensaje: “Que Colón salga campeón en la Copa Sudamericana”.
Las historias son infinitas e igual de emotivas. Muestras de que el fútbol es un deporte que genera pasiones y locuras. Y que las sanas vale la pena contarlas. Muchos y muchas, como Jorge, pudieron viajar. Otros lo verán por televisión, lo escucharán por la radio o irán al Cementerio de los Elefantes para verlo por pantalla gigante.