Por Cosecha Roja
Este martes fue la asunción de Alberto Fernández en el Congreso de la Nación. Pero durante los primeros minutos todas las miradas se las llevó su hijo Estanislao y en particular el pañuelo LGBT+ que tenía en el saco. En su discurso, el presidente dedicó un párrafo al “sufrimiento por los estereotipos, los estigmas, por la forma de vestirse, por el color de piel, por el origen étnico, el género o la orientación sexual”. Y dijo: “abrazaremos a todos quienes sean discriminados (…) Y esa discriminación debe volverse imperdonable”. Clima de época: una drag queen en la Rosada y el pañuelo multicolor en las primeras filas de la Cámara de Diputados.
A la Plaza de Mayo que recibe Alberto Fernández le tocará deconstruir la idea de patria, una palabra que viene del latín y significa país del padre, tierra natal donde la filiación verdadera es la patriarcal. Esa Argentina que al menos hoy respira con alivio, con desahogo, va a tener una drag queen en Casa Rosada, una vicepresidenta con la que se aprobó el matrimonio igualitario y un presidente que creó el primer ministerio de La Mujer, Género y Diversidad.
Los últimos cuatro años fueron a palazos. Incluso quienes creyeron las falsas promesas de Macri y lo votaron recibieron palazos. Una parte mayoritaria de la sociedad vivió estos cuatro años con miedo: miedo a ser despedidxs, miedo a no llegar a fin de mes, miedo a que te cruce un patrullero, miedo a que te alcance la bala de un gatillo fácil, miedo a que te pidan documentos, miedo a que te repriman, miedo a que atropelle un policía en moto.
¿Por qué hay un clima que habilitó que te caguen a palos? El discurso de odio del gobierno se vio reflejado en escenas callejeras de horror, no solo promovidas por las fuerzas de seguridad sino por personas que empezaron a sentir que tenían derecho a regimentar a latigazos la vida de los otros. No es metáfora: la semana pasada, un hombre atacó así a una pareja de gays que se había dado un beso en la calle.
Hay un clima de época allí: el mismo que permitió que una lesbiana sea condenada por besar a su mujer en una estación de tren, el mismo que convirtió en diputada a Amalia Granata. La violencia hacia personas LGBT, sectores pobres, comunidades racializadas y migrantes creció a la par de las políticas represivas. Macri recibiendo al policía Chocobar y erigiéndolo en símbolo.
El 48 por ciento que votó al Frente de Todos en las últimas elecciones nacionales votó un modelo económico y social pero también un universo simbólico diferente al propuesto por el neoliberalismo macrista. Alberto recibiendo al pibe de gorrita Brian, sacando las rejas de Plaza de Mayo, entrando una Rosada más rosada que nunca.
A diferencia de 2015, cuando la llamada campaña del odio se ocupó de construir un enemigo posible al cual aplastar, el discurso con el que asume Alberto no tiene que ver con la venganza. En este universo discursivo que asume son posibles las drag queens, las metáforas de igualdad y el amor como bandera.
Habrá que estar atentes: el hombre que atacó con el látigo a una pareja gay sigue dando vueltas por la ciudad. Es un macho herido: cuando siente que su orden social se derrumba, se pone más violento que nunca. Y más peligroso.