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Un día como todos

Por Joana Medina (*)

Las nueve y algo de la mañana. Yo en mi pieza, recién me despierto y lo primero que hago es agarrar el celular. Me fijo la hora y después escucho si hay alguien despierto para levantarme. En realidad, lo que más se escucha son los vecinos. Trato de oír algo. Acaso si es que está mi mamá. Ella es la única con la que tomo mates porque mis hermanitas todavía no toman. No escucho nada así que me levanto y me fijo si está en su pieza al fondo del pasillo. Antes está la pieza de mis hermanos. La de ellos sería la segunda. La mía es la primera y la de mis padres es la tercera.

Hablando un poco más de mi casa: a mí me encanta. Es como mi casa soñada. En realidad, la de toda mi familia. Lo digo porque antes de vivir ahí estábamos en una casa linda también, pero precaria. No teníamos conexión a gas, había techo de chapas y no disfrutábamos del hermoso piso de cerámicos blancos que tenemos ahora. Tampoco había los ventanales corredizos y grandes que tenemos ahora. Incluso ahora tenemos una pieza para cada uno.

Descubrí que me hincha mucho cuando suena el timbre. Molesta porque es muy fuerte el ruido. Antes, en la casa vieja, se tenía que golpear las manos o gritar fuerte para que escucháramos. Era como en todas las casas del barrio porque nadie tenía timbre.

Hace más de dos años que nos dieron la vivienda y ahora sí tenemos una linda cocina y un baño adentro, porque antes estaba afuera. También tenemos un patio grande y un espacio como sala de estar. ¿Qué más podemos pedir? Ahora vivimos en manzanas, ya no hay pasillos ni calles de tierra. Bueno, todavía falta el asfalto en algunas cuadras. Hubo algunos cambios pero los mates con mamá en su pieza y la charla no faltan. Así empezamos el día.

*Joana conoció el programa Nueva Oportunidad en el distrito Noroeste de la ciudad. Cada semana comparte el taller de escritura de la Cooperativa La Cigarra con 15 jóvenes para sumar herramientas y hábitos de convivencia que la lleven a una vida mejor.

Acompañados por periodistas de El Ciudadano Joana se anima a escribir. Habla de su barrio y su familia, de aventuras con amigos, recuerdos lindos (y no tantos) de la infancia y muchos temas más que fueron surgiendo luego de ir conociendo distintos autores como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Abelardo Castillo, Mauricio Rosencof, Osvaldo Soriano o Eduardo Sacheri, entre tantos otros.

En Santa Fe hay 17 mil chicos y chicas como Joana, en situación de vulnerabilidad, que son alcanzados por esta política de contención que capacita y busca un ingreso al mundo laboral.

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