Priscila D., la ex pareja del personal trainer Marcos Guenchul asesinado en julio pasado, fue imputada este jueves como instigadora de homicidio triplemente calificado –por el vínculo, por el precio y por la participación de dos o más personas– y quedó detenida preventivamente en una unidad penitenciaria. Es la tercera imputada por el homicidio. El primero en caer fue Caio Soso, actual pareja de Priscila y con quien tuvo un bebé recientemente. El hombre fue sindicado como la persona que marcó a la víctima y trasladó al tirador hasta Mendoza y Sucre, donde éste sucedió la ejecución. También está detenido el hombre de 38 años sindicado como autor del disparo contra Guenchul tras recibir una promesa remuneratoria que, según la Fiscalía, se cobró. «Siempre presentimos que Priscila estaba detrás del crimen. Sabíamos cómo era ella y de lo que era capaz», dijo Marcela Ontiveros, la mamá de Marcos, en declaraciones radiales luego de conocerse la detención de la mujer. Marcela agregó que sospechaban debido a que su hijo «no conocía ni a (Caio) Soso ni a la otra persona. El único contacto era Priscila».
Para el fiscal del caso Adrián Spelta los tres acusados consensuaron el crimen y fue instigado por Priscila D., quien matenía con la víctima una contienda judicial por la hija que tenían en común. Guenchul luchaba para verla y, según la pesquisa, esa circunstancia fue el móvil del crimen del entrenador.
El homicidio ocurrió la noche del 23 de julio en barrio Echesortu cuando Marcos Guenchul salió del gimnasio donde trabajaba, ubicado en Mendoza al 4900, y caminó hasta la intersección de Sucre para tomar la línea K. En el camino, fue interceptado por un hombre que lo obligó a doblar por Sucre y, a unos 30 metros, forcejearon, le sacó el bolso y el agresor le disparó en dos oportunidades. Uno de esos balazos impactó en la cabeza de la víctima causándole la muerte. El atacante corrió hasta un auto donde lo esperaba un conductor para huir del lugar.
Luego se determinó que ese coche era usado por Caio Soso, actual pareja de Priscila, el cual estuvo parado a metros del gimnasio por unos 49 minutos y tras pasar el semáforo en rojo esperó al atacante y lo sacó del lugar.
Soso fue detenido en agosto pasado, cuando intentaba salir del país, en el aeropuerto Ezeiza rumbo al Líbano. El hombre de 32 años fue imputado por el crimen y quedó detenido. Cuando declaró involucró a Maximiliano P., de 38, quien según Soso se le presentó y le dijo que le habían encargado «hablar» con la víctima «para que entendiera, para que se dejara de joder con Priscila». Contó que se le apareció en varias oportunidades para que señalara a la víctima y el día del crimen lo llamó para decirle que era el día y que tenía que pasar a buscarlo.
Su declaración fue crucial para la detención de este hombre que también fue imputado por el crimen y quedó detenido en prisión preventiva.
Para el fiscal Spelta el móvil del homicidio está relacionado con Priscila, con quien Guenchul tuvo una relación amorosa y tenía un muy mal vínculo tras su separación, lo que influía en el contacto con su hija.
Ello llevó a la víctima a poner una abogada para lograr el cumplimiento de un régimen de visitas. El crimen fue cometido a tan sólo dos días de que se realizara una importante audiencia en el juzgado de familia que podría determinar que Guenchul pudiera visitar a su hija.
La víctima había optado por judicializar el tema cuando perdió todo contacto con su hija. En su computadora y celular encontraron videos de encuentros con su ex donde la mujer actuaba en forma agresiva con la víctima.
Hubo una mediación y se fijaron visitas en la casa de Priscila pero nunca pudieron concretarse y en 2018, a través de presentaciones judiciales, Guenchul logró que ordenaran las visitas en Tribunales.
Sin embargo, la mujer no se presentó con la niña, por lo que había una nueva audiencia para finales de julio; por ello el encuentro de la víctima con su hija era inminente.
En la audiencia imputativa de Soso, Spelta había adelantado que la mujer estaba bajo sospecha, aunque no habían logrado recolectar evidencia suficiente para acusarla formalmente, lo que ocurrió este jueves en el Centro de Justicia Penal.
Para el funcionario hubo consenso entre los tres imputados para matar a Guenchul, ofreciéndole a Maximiliano P. una suma de dinero para que llevara adelante el crimen, suma que fue cobrada según la declaración de testigos, explicó la Fiscalía.
Una de las testigos presenció las reuniones de Maximiliano P. con Soso en varias oportunidades y en una de ellas también con Priscila. Fue en ese encuentro que la mujer le entregó al tirador dinero, según contó la testigo.
El fiscal reforzó esta hipótesis con la señal que captaron las antenas de los celulares de Maximiliano P. y Prisicila en la casa del primero en Villa Gobernador Gálvez. Fue sólo una vez mientras que las señales de Maximiliano P. y Caio se registraron cinco veces en ese lugar.
El fiscal explicó además que tras el crimen la señal del celular de Priscila impactó en una antena cercana a la casa de Maximiliano P. y determinó la presencia de Soso, que utilizó su auto para el hecho, por lo que estiman que se reunieron tras el crimen. Durante este viernes se hará una rueda de reconocimiento con Caio, adelantaron los voceros de la Fiscalía.
La mujer, que acaba de ser madre, fue imputada como instigadora del delito de homicidio triplemente calificado por el vínculo, por precio y por el concurso premeditado de dos personas, perpetrado mediante la utilización de un arma de fuego.
Esta calificación es mucho más gravosa de la imputada a los dos hombres vinculados con la investigación que fueron acusados de homicidio agravado por el uso de arma de fuego, aunque Spelta adelantó que readecuarán la calificación legal impuesta a los dos hombres que están acusados la causa.
En cuanto a la medida cautelar, la jueza Valeria Pedrana dispuso la prisión preventiva de la mujer en una unidad penitenciaria.