La Súper Liga Americana es un hecho y su primera edición marcará un antes y un después en el rugby de Sudamérica. Como toda nueva competencia, y más teniendo en cuenta que es un torneo profesional, ha despertado todo tipo de opiniones. Pero en el riñón más reaccionario del rugby de Buenos Aires las críticas son terminantes.
Si bien es cierto que el profesionalismo debe dejar de competir dentro de estamentos amateurs, ese gris en la legislación debe dejar de existir, las aguas deben estar bien separadas en todo el rugby argentino. Y obligatoriamente el profesionalismo debe derramar sus utilidades al rugby amateur, porque de éste se surgen los talentos.
El nivel que tendrá la Súper Liga Americana es una incógnita, tal como lo fue el inicio de la Americas Rugby Championship, y seguramente no estará a la altura de los principales torneos de Europa, pero será un puntapié para poder contener a muchos jóvenes que emigran y continuar bajo el sistema de Alto Rendimiento de la UAR. Tener una oportunidad con Jaguares en el Personal Súper Rugby y tal vez algunos puedan cumplir ese sueño de vestir la camiseta de Los Pumas.
¿A la URBA por qué le molesta que haya nueva competencia? Por un lado porque es cierto que sus mejores jugadores –no todos, algunos- se irán a jugar la Súper Liga, al rugby de Buenos Aires, sólo le importa su torneo, su status quo y nada más.
Mantienen un torneo larguísimo, cuando la UAR pide Regionales de ocho equipos con un máximo de 18 fechas, el certamen porteño tiene un extensión de 24 jornadas; cuando el resto del rugby argentino juega un Regional y el Torneo del Interior, en Buenos Aires disputan su torneo, pero ese egoísmo no es nuevo: es histórico.
En la última edición del Nacional de Clubes, se escuchó en varias canchas del interior a personas de clubes de Buenos Aires decir “para que venimos a jugar acá”, “este torneo a quién le importa”, entre otras siendo estas las pocas opiniones que se pueden reproducir. Si sus clubes ganan con comodidad –como ocurrió en las ediciones del anterior formato del Nacional- no quieren jugarlo, y cuando pierden como sucedió en 2019, denostan el certamen; y luego con un lobby muy fuerte que el Nacional sea de dos fechas o que directamente no se juegue. Obviamente puertas adentro de la URBA hay clubes y dirigentes que no tienen esta visión sectaria y ven al rugby con un modelo integrador.
Sin embargo, el común denominador siempre busca algún argumento para prohibir o suspender torneos; para proteger sus intereses. En su momento fue no dejar jugar a los jugadores en aquellos primeros años del sistema de Alto Rendimiento de la UAR que regresaban de la Vodacom Cup.
Ahora debería ser más sinceros y no tan hipócritas, en muchos clubes de la URBA hay jugadores formados en clubes del interior y la mayoría no fue a Buenos Aires a estudiar. Señores del rugby de porteño: si sólo les importa su torneo e intereses exprésenlo, no se escondan detrás del cartel de amateurismo cuando no lo respetan. Y para los señores del rugby de Interior, se puede vivir sin Buenos Aires, construyan un gran Torneo del Interior, hagan crecer los Regionales, disputen nuevamente el Torneo del Centro con sus seleccionados provinciales, busquen seguir creciendo sin ser egoístas y sin poner piedras en el camino.
El rugby como la vida evoluciona, cambia, se supera; por supuesto que la esencia siempre será la misma: no hay que temerle a los cambios y a la evolución, el profesionalismo ya llegó y ya es parte, y no es el demonio. Hay que saber convivir con ello y buscar reglas claras, porque el objetivo siempre será el mismo: ver a más chicos jugar el rugby.