Jugó mal, pero ganó y es lo que importa. Central se complicó solo ante un Huracán limitado y casi se queda sin nada, pero un poco de fortuna y la voluntad de ir por los tres puntos le permitió quedarse con una victoria agónica que se festejó hasta más no poder. Y de golpe, el Canalla quedó a uno de la punta.
El negocio de Central estaba a la vista. La banda derecha del ataque era una peatonal sin restricciones y Ciro Rius enseguida encontró espacios. Cada ataque amanecía con pinta de riesgoso, pero el cierre de jugada atentaba con la chance canalla de anotar.
A los 29 minutos, el Canalla tuvo una chance inmejorable. Ojeda metió un pase entrelíneas y Gamba quedó mano a mano a la carrera, pero su remate frente a la salida de Silva se fue desviado.
Huracán, con muchas limitaciones, le puso voluntad al partido y emparejó el juego. Pelotazo a Coniglio, intentos con Briasco con un Colazo dubitativo, o la habilidad a veces excesiva de Gómez. Nada para inquietar a Ledesma, pero sí para frenar el impulso canalla. Central debió irse al descanso en ventaja, pero Zabala desperdició una chance de cabeza sólo frente al arco.
Central presentó un solo refuerzo anoche: Marco Ruben. Pero el equipo le fue esquivo. Al delantero le costó encontrar una pelota clara, tuvo que batallar demasiado y quedó la sensación que el Canalla tenía el as de espadas y nunca cantó truco.
Y esa pasividad del Canalla hizo que el rival se animara. Gómez avisó con un remate apenas desviado, y un rato más tarde, de un lateral el Globo llegó al gol. Cordero le ganó a Almada y sacó un centro que no encontró a nadie, pero Briasco tuvo tiempo de buscar el balón, acomodarse –Colazo lo miró sin marcar- y sacó un zapatazo impecable para un inesperado 1-0.
Pero Central tuvo fortuna. Ledesma lo dejó con vida y cuando la gente se impacientaba, Ribas metió un cabezazo al travesaño y la pelota dio en Silva para el 1-1. Y Rinaudo, que venía para el aplazo, sacó un zapatazo implacable para una victoria muy festejada.