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María Muñoz, la mujer que conmovió al mundo del turf y se metió en la historia

La entrenadora del caballo Miriñaque, ya está en la historia grande del turf local e internacional, desde que a sus 44 años ganó el Gran Premio Nacional, la carrera más antigua de la hípica nacional
María Muñoz, la entrenadora del caballo Miriñaque, ya está en la historia grande del turf local e internacional, desde que a sus 44 años ganó el Gran Premio Nacional, la carrera más antigua de la hípica nacional.

Su fama alcanzó una enorme altura desde el pasado noviembre y su vida ya no es la misma desde ese triunfo. Hubo que esperar 135 años para cortar la racha de los entrenadores hombres. Llegó María y la historia cambió de golpe. El mundo del turf se conmovió.

En la Villa de Palermo, justo atrás del hipódromo, María llega todos los días a las cinco de la mañana para sacar a Miriñaque al vareo matinal. A las 6, mujer y caballo comienzan a trabajar en medio de un gran silencio y en medio de un hermoso aire fresco. Un galope, un trote y el reloj para tomar tiempos.

Ambos, aunque parezca mentira, van comunicándose. María le habla a Miriñaque y éste le mueve la cabeza o saca la lengua. «Yo le hablo desde que era un potrillito y él me entiende. Solo le falta hablar», dice María muy convencida de sus palabras.

En el stud hay 14 caballos, incluido Miriñaque que es el crack. Ganó la Polla de Potrillos, el Gran Premio Nacional y fue segundo ahí nomás en el Gran Premio Carlos Pellegrini.

«En 2019 Miriñaque tuvo un gran año. Corrió como nunca y estuvo muy sano, muy saludable. Ahora estamos esperando el Gran Premio Latinoamericano, que se correrá el 14 de marzo en San Isidro», señala María mientras abre la puerta del box de Miriñaque para las fotos.

Mate de por medio, habla sobre sus comienzos: «Mi abuelo fue entrenador de caballos pura sangre, mi padre también y yo, por una cuestión de seguir con la dinastía, me hice cuidadora. A los 19 años me vine a estudiar Veterinaria para seguir relacionada con el turf. Al año largué porque me di cuenta de que mi vocación era la de entrenadora».

«Fue una decisión importante. Ahí conocí a mi maestro y amigo Juan Esteban Bianchi, el mejor entrenador de la historia del turf argentino. Él hizo famosa a Marina Lezcano, una jocketta que en los años 70 y 80 ganó todo lo que corrió. Ahora, Juan está muy emocionado por mi momento. Lo quiero como a un padre y todo lo que sé lo aprendí de él. Cuando gané el Gran Premio Nacional lo llamé por teléfono desde el hipódromo y nos pusimos a llorar».

-¿Qué consejo rescata de los tantos que recibió por parte de Bianchi?

-Rescato éste que dice «nunca corras a un caballo si no lo trabajás en la distancia que va a correr». Y eso pasó con Miriñaque. Yo le hice y le hago caso a Bianchi, aunque muchas veces he tenido que hacer cosas distintas porque así me lo canta el corazón. No hay que olvidarse que cada caballo es distinto.

Desde que ganó el Gran Premio Nacional, María toca el cielo con las manos: «¿Usted sabe lo que es estar en la historia del turf argentino? ¿Usted sabe los llamados telefónicos que recibí de mis colegas entrenadores, como Carlos Daniel Etchechoury o Juan Saldivia?», pregunta emocionada.

Cuenta entonces que «Miriñaque tuvo ofertas del exterior pero sus propietarios no lo quisieron vender. Ellos quieren verlo correr acá, en la Argentina. A mí me parece muy bien».

No es nada fácil haberse ganado un lugar en un deporte como el turf, dominado de lado a lado por los hombres. No es nada fácil ganar lo que ganó María ante semejantes entrenadores. Para ella, el respeto que le tienen sus colegas es algo muy valioso. «Carly Etchechoury, un grande, me llamó por teléfono después de haber ganado el Nacional y me dijo que estaba tan feliz como yo. Eso es un premio para el alma que no puedo olvidar».

La llaman por teléfono desde Brasil para preguntarle por Miriñaque. Nos pide un minuto. Ella siente afecto, amor, por un caballo que se ganó la simpatía del público argentino. «Es del stud Parque Patricios porque sus dueños son hinchas de Huracán», señala María antes de despedirnos.

«En cada carrera de Miriñaque viene mucha gente del barrio. Está en el corazón de la gente. Yo siempre había soñado con tener un caballo como él», concluye la entrenadora que marcó un hito para el turf argentino.

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