El primer caso de coronavirus en Sudamérica fue confirmado por las autoridades sanitarias brasileñas, luego que se detectara en la ciudad de San Pablo a un hombre de 61 años que estuvo en Lombardía, Italia, hasta el 21 de febrero último.
La preocupación de las autoridades brasileñas radica en que el sospechoso llegó a San Pablo en un vuelo en el que viajaban más de 200 personas, que tuvieron contacto con él, y de quienes por ahora no se sabe nada.
Mientras tanto en Recife (capital de Pernambuco) una pasajera del vuelo 6954 de la compañía aérea Azul manifestó síntomas del virus y fue trasladada al Hospital Universitario de esa ciudad.
Según el hospital Einstein, una institución privada de muy alto nivel, indicó que al atender al paciente «se adoptaron todas las medidas preventivas previstas para el Sars-CoV2, como lo establece la Organización Mundial de la Salud». La institución indicó que el proceso de verificación del resultado fue positivo.
La Secretaría de Salud del Estado de San Pablo busca ahora identificar a quiénes compartieron el vuelo con el posible portador de Coronavirus.
«Lo estamos haciendo con apoyo de la compañía aérea que nos debe proveer la información y los domicilios». Además del caso en cuestión, ya confirmado, hay otros tres bajo sospecha, uno de ellos en la ciudad de Baurú, en el interior del estado paulista.
Hasta hoy, las autoridades sanitarias brasileñas investigaron 154 casos sospechosos, pero 51 fueron descartados y otros 102 fueron clasificados como «excluidos» por no encajar en la definición de la Organización Mundial de la Salud para el coronavirus.
Según el ministerio de Salud, Brasil incluyó dentro de la lista de vuelos a controlar los procedentes de Australia, China, Corea del Sur, Filipinas, Japón, Alemania, Francia, Irán e Italia, entre otros.
Por su parte las autoridades de Estados Unidos pidieron a su población que se prepare para una inevitable propagación de la enfermedad. En ese sentido, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) norteamericanos recomendaron a las familias hacer planes porque la previsible expansión del virus COVID-19 suponga una interrupción significativa de la vida cotidiana debido, por ejemplo, al cierre de escuelas y guarderías.