Boca campeón de la Superliga. Créase o no, el equipo de Miguel Russo derrotó a Gimnasia y River no pudo con Atlético en Tucumán. Y en un final increíble, el Xeneize se quedó con el título.
La definición fue atrapante, plena de nervios, incierta, exultante. Como si estuviera guionada por una Superliga que generó pocas motivaciones pero tuvo un final soñado.
River arrancó torcido en Tucumán. Un zapatazo de Erbes que exigió una gran atajada de Armani fue el primer aviso. Y un rato más tarde apareció Toledo tras un córner y martilló de cabeza para poner el 1-0 de los tucumanos.
Los nervios empezaron a acrecentarse en los hinchas millonarios, Boca no podía vulnerar a Gimnasia en la Bombonera, pero el estigma de Gallardo de no poder celebrar en un torneo local se hizo presente rápido.
El Millo fue por el empate. Y lo puso a Atlético contra las cuerdas. Y de tanto ir, llegó el empate. Casco construyó un desborde por izquierda y Suárez gatilló a la carrera tras el centro. El 1-1 le daba el título a River, mientras Boca no podía vulnerar a un ordenado Gimnasia como local, con Maradona en el banco rival y Román sufriendo en el palco.
Al irse al vestuario, ambos equipos sabían que el empate no era garantía de nada. El Xeneize estaba obligado a ganar para ser campeón, River no podía confiarse con la resistencia de Gimansia en la Bombonera.
Gallardo entendió la necesidad de ganar, y mandó a la cancha a Juanfer Quintero por Pinola. A todo o nada. Russo tampoco especuló, a la cancha Ábila por el inexpresivo Soldano.
Hasta que llegó el minuto 17, ninguna desgracia para Boca, porque Carlos Tevez sacó un zapatazo desde fuera del área que le rompió las manos a Broun. Gol y delirio. A esa altura, con mucho por jugar, Boca era campeón.
River supo del gol del Apache. Adentro Scocco y Pratto, para buscar el gol del título. Y casi lo consigue Scocco, en una jugada donde no pudo estabilizarse ante la salida de Luchetti y le dio desviado.
A Boca la distancia de un gol le quedó cómoda, aunque quedó expuesto a una contingencia que le arruinara la fiesta. A esa altura, hinchas, jugadores y toda la Bombonera tenía cabeza y oídos en Tucumán.
Cinco de descuento, una eternidad. River casi lo gana con un cabezazo de Rojas que rozó el palo. Y con una chilena de Martínez Quarta. Pero el final estaba marcado. Increíblemente el Boca de Russo le robó la Superliga, la única materia pendiente del Muñeco, Y Boca gritó campeón. De no creer.