Fito Páez lanzó en la tarde del viernes, en el día de su cumpleaños y a pocas horas de la suspensión de su presentación en el Hipódromo del Parque Independencia por las medidas tomadas frente al avance del Coronavirus, La conquista del espacio, su nuevo disco de estudio con nueve canciones parejas y, en su mayoría, de tono amable, caracterizadas por el gran cuidado en su sonido y arreglos, y por letras que proponen, a grandes rasgos, la liberación al horror cotidiano que rodea al mundo a través de la música.
Se trata de un trabajo grandilocuente en lo referente a su producción, con una gran cantidad de músicos como invitados, que no en todos los casos logran dejar su sello, pero sencillo en cuanto a la propuesta artística, con agradables melodías que convidan a un futuro esperanzador.
Lanzado en el día del cumpleaños número 57 del artista rosarino nacido en 1963, el álbum registrado en los míticos estudios Capitol, de Hollywood, además de Nashville y Burbank, cuenta con un grupo variopinto de invitados, entre los que sobresalen Abe Laboriel Jr., baterista de Paul McCartney; Juanes, Lali Espósito, el líder de Mala Fama Hernán Coronel, Ca7riel, Mateo Sujatovich y María Campos.
También se destaca como dato el regreso a la banda de Fito del bajista Guillermo Vadalá, la coproducción de Gustavo Borner y Diego Olivero, y la presencia de la Nashville Music Scoring Orchestra, que aporta cuerdas, vientos y guitarras con sonidos ligados a la tradición sureña estadounidense.
Todo esto se conjuga para que La conquista del espacio cuente con irreprochables arreglos e instrumentaciones, además de ofrecer algunas curiosidades en la obra del artista rosarino, como el acompañamiento de la guitarra acústica en “La canción de las bestias”, o el crossover entre la cumbia y el rock en “Ey, you”, acaso el punto más alto del disco, gracias a los aportes de Hernán Coronel y Cat7riel.
Definido por el propio Páez como “un álbum que nació incorrecto, lleno de contradicciones”, el disco plantea desde la letra de la primera canción, que le da su título, frases como “en los artistas no se encuentra el enemigo” y “con una guitarra sabemos encender una hoguera”, la temática que se despliega en el resto de los cortes que integran el material.
Con la épica de fondo que aportan las cuerdas y los vientos, se van sucediendo melodías redentoras que, en líneas generales, reconocen esta época de “militantes de instagram montando revoluciones”, gente que duerme en las calles, violencia machista, individualismos y demonios internos, pero apuestan a reacciones que permitan escapar a esa realidad.
Todo ello en medio de un armado musical con influencias reconocibles que remiten al “Free as a bird” de Los Beatles en “Resucitar”; a la introducción del “Perro andaluz” de Serú Girán, o a clásicos del propio Páez como “A rodar mi vida”, “Dos en la ciudad” o “El diablo de tu corazón”, entre otros.
Por lo demás, y tal como se remarcó antes, “Ey, you” merece todas las palmas, no sólo por ese feliz cruce musical tan marcado, comparable a la colaboración que en los años 80 hicieron los raperos de Run DMC al “Walk this way” de Aerosmith, que surge del aporte del líder de Mala Fama, sino también por su intervención en la letra, que con lenguaje tumbero replica la poética de Fito.
El entrelazamiento de estilos también se evidencia en el riff rockero aportado por la guitarra de Cat7riel, que choca con la cumbia villera de Mala Fama.
Pero el hallazgo también está en la propuesta de la lírica que describe la reacción feminista ante la violencia de un “típico macho”.
Así como Coronel y Ca7riel dejan su gran aporte, resultan inexpresivas las presencias de Juanes y Lali Espósito, por mencionar dos de los nombres más rimbombantes, más allá del rol protagónico de la cantante en “Gente de la calle”.
Es que, si se retoman en un sentido literal las palabras de Fito al hablar del álbum, se puede hallar en el hecho de escuchar a Lali entonando unas estrofas que hablan de la gente que duerme en la calle en Buenos Aires, la contradicción conceptual más grande del disco.
También resulta un marcado choque la ingenua propuesta de abrazar y comprender a esa gente en situación de calle como solución a sus problemas, que se desprende de su letra, tras la cruda descripción de la realidad en la que viven.
Más allá de cuestiones puntuales, a diferencia de La ciudad liberada, su anterior trabajo estrenado en 2017, el flamante álbum del rosarino transita en líneas generales por carriles que permiten una escucha sencilla, sin grandes puntos flojos, pero tampoco sin notables picos.
Acaso, la elección de la mitad de una cantidad de temas en relación con su antecesor sea la gran explicación a todo esto.