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Pablo Favarel: «Tengo claro que mi objetivo es dirigir»

El entrenador rosarino relató cómo se vive la cuarentena en Venezuela, donde se desempeña como asistente del seleccionado nacional de básquet. Repasó su carrera, la experiencia mundialista y habló del torneo local

Dice un entrenador rosarino que ya recorrió un extenso y exitoso camino en el básquet nacional que la verdadera carrera de un técnico empieza cuando elige salir de su lugar de confort, cuando arma la valija y se anima a lo desconocido, cuando apuesta a la incertidumbre de poder quedarse sin trabajo cuando los resultados lo dispongan y tener que arrancar otra vez. En una profesión en la que es moneda corriente la planificación y el estudio al límite de la obsesión, ese temor es el plus de adrenalina, la presión extra que incentiva. Y aquellos que encararon ese trayecto refrendan sus palabras.

Uno de ellos es Pablo Favarel, que debió tomar aquella gran decisión cuando su carrera como entrenador de básquet era incipiente, en la coqueta cancha de Gimnasia y Esgrima en el centro rosarino, su reducto, su lugar, su casa, sus amigos, el escenario para empezar a crecer en una profesión que en aquel entonces era para él más un placer que un trabajo. Pero llegó la oferta y Pablo no dudó. Lo pensó, sí. Pero decidió animarse. Hace ya diez años de se momento y lo recuerda en un departamento de Caracas que comparte con Bernardo Murphy y Cristian Lambrecht, los tres acompañantes de Fernando Duró en el cuerpo técnico del seleccionado nacional de Venezuela.

-¿En dónde los tomó el aislamiento? ¿Pensaron en volver a Argentina?

-La Federación de Venezuela nos contrató en 2020 por un año y de forma full time, ya que en los años anteriores siempre trabajábamos part time y compartíamos la temporada con Guaros de Venezuela. Para este período la idea es refundar el básquet venezonalo, con trabajo de formativas y la escuela de entrenadores. La pandemia de coronavirus nos sorprendió, porque nadie pensaba que iba a ser algo tan devastador y como teníamos planeado quedarnos el año completo en Venezuela, no tuvimos tiempo a decidir nada. Después se empezaron a cerrar las fronteras y acá estamos, lo llevamos día a día y no sabemos qué vamos a hacer, pero es algo que dentro de este contexto es lógico. Por el momento estamos acá.

-¿Cuándo comenzó la “cuarentena” en Venezuela y cómo lo viven?

-Empezó unos días antes que en Argentina. Nosotros estamos en una zona de Caracas que es muy tranquila y Fernando (Duró) vive a cinco cuadras. De momento estamos bien, sólo nos movemos para comprar comida en algunos almacenes de la zona o en el supermercado. Se consigue prácticamente todo, no hay desabastecimiento. Pero hay que ir por la mañana porque los locales cierran a las 14 casi todos. Se puede salir hasta las 5 de la tarde a la calle pero sólo para hacer esas cosas. Lo que sí hay es problema para conseguir nafta y todavía no hay fecha establecida para que termine el aislamiento.

-¿Tienen diálogo con los jugadores del seleccionado?

-Fernando (Duró) mantiene comunicación directa con todos los jugadores para seguir cómo están y contarles las novedades de postergaciones de fecha. A la mayoría de los jugadores la situación los agarró en los países en los que estaban jugando y allí se quedaron: Miguel Ruiz en Buenos Aires, dos en Uruguay, Echenique en Japón, Carreras en Alemania. En Venezuela son pocos los que están. Por como viene todo, el próximo compromiso va a ser en noviembre la ventana de Americup.

La cuarentena online

En tiempos de aislamiento, los entrenadores se mostraron entusiasmados a ocupar su tiempo perfeccionándose, planificando, observando videos que estaban en la fila de material a analizar y también se generó un interesante ida y vuelta de conocimientos con charlas e intercambios por videoconferencia.

“Se empezó a armar una movida muy buena entre los entrenadores y todo el mundo desde su lugar intenta aportar algo. En mi caso primero me llegó la invitación de Eneba en Corrientes de la mano de Ariel Rearte para hacer un vivo en Instagram y pude hablar de la diferencia del trabajo de los asistentes en equipos y con selecciones, pero luego Maximiliano Seigorman nos sumó para Eneba a nivel nacional y junto con Herman Mandole comentamos las diferencias y similitudes que existen en el trabajo de los asistentes en los seleccionados de Japón y de Venezuela con respecto a Argentina. La verdad que es que a veces hay diferencia cultural, de idioma, de táctica”, explicó.

-¿Y en tu caso cómo manejan esas diferencias?

-Acá en Venezuela tenemos la suerte de que muchos de estos jugadores fueron entrenados en selección o clubes por Néstor García, Guillermo Narvarte o Edgardo Vecchio, por lo que ya saben la forma de trabajo de los argentinos, por lo que Fernando (Duró) estableció su idea de juego y de entrenamiento. Pero por ejemplo en Dubai (fue asistente en el Al Wasl) el Loro (Daniel Maffei) tenía que ceder un poco en cuestiones disciplinarias, de horarios, en algunas libertades defensivas. Teníamos nuestras exigencias para el equipo, pero todo tiene un límite porque sino la propia cultura de ellos te expulsa y te quedás sin trabajo.

-¿Y en México?

-En la Liga de México los armados de los planteles tienen una fuerte impronta estadounidense. Independientemente del límite de extranjero que se permita, tiene libertad de “Pochos”, que son los estadounidenses descendientes de mexicanos. Nosotros en Aguacateros (fue asistente de Nicolás Casalánguida) teníamos 7 estadounidenses en el equipo y hay que adaptarse a su estilo de juego.

La experiencia mundialista

El sueño está ahí, la experiencia mundialista y olímpica suelen ser lo máximo para los deportistas. Y en esto Favarel no le escapa al común denominador, no es para nada original y se une al grupo de los que se enamoraron de semejante aventura.

“Fue la experiencia más enriquecedora que pude tener, no sólo el mundial en sí, sino toda la preparación porque tuvimos un recorrido muy interesante y bien armado en Italia, en China. Fue extraordinario trabajar en complejos de entrenamiento de excelente nivel, por ejemplo en Roma. Fue también una gran experiencia en lo humana, y en lo deportivo, porque fuimos parte de un evento de esa magnitud y cumplimos algunos objetivos que teníamos planteados. Es algo de lo que da gusto haber sido parte, porque es difícil que se repita”, explica el entrenador rosarino, que además aprovecha para llevar su amor futbolístico por Newell’s y su admiración por Marcelo Bielsa al mundo.

-Sos un entrenador joven pero con mucho recorrido. ¿Te planteás ser entrenador principal en el corto plazo?

-Ya no sé si soy joven (risas). Tengo 36 y llevo 10 años en el básquet profesional, todos como asistente, en el exterior y en varios equipos de la Liga en Argentina (Quilmes, Regatas Corrientes, Olímpico, Ferro), pero tengo claro que mi objetivo es dirigir. Totalmente. La realidad es que todavía no tuve posibilidades concretas, firmes, para ser técnico principal, pero también tengo claro que no me quiero apurar. No quiero tomar ofertas que no me convengan desde lo deportivo.

Tengo buenos trabajos y posibilidades como asistente, pero hace ya dos o tres años que quiero dirigir y espero la oportunidad que me convenza.

-¿Siempre está presente el recuerdo de Gimnasia? Volvés cada vez que podés…

-Gimnasia siempre fue mi club. Uno nunca se olvida, es el lugar que me dio la chance de crecer y desarrollarme, como jugador y entrenador. Gimnasia me dio la oportunidad, eso está claro, pero la persona que me acompañó y guió fue el Colo (Roberto) Maya y nunca voy a terminar de agradecerle porque él me abrió las puertas, me marcó el camino, y por eso me sorprende la situación que está pasando con él y el club, que no esté dirigiendo. Tiene gran capacidad pedagógica y humana. Yo llegué al básquet profesional como asistente del Loro Maffei gracias al contacto del Colo y que el no esté en Gimnasia, genera que ya no sea lo mismo para mí ir al club.

-¿Qué pensás que le falta al básquet rosarino para dar el salto de calidad?

-Lamentablemente lo que nos falta de una estructura profesional, que hace que a muchos talentos se los fagocite el sistema. No me refiero sólo jugadores, sino entrenadores, asistentes, árbitros, preparadores físicos, mesa de control, periodistas. Hace que todas esas personas aptas para el profesionalismo no se puedan desarrollar al máximo.

-¿Podés ampliar la idea?

-Es que salvo los jugadores que son reclutados por equipos de Liga, el resto no tiene tantas posibilidades para desarrollarse al máximo potencial. Entonces, jugás la local, las ligas aledañas y provinciales, tenés otro trabajo o estudio y lo hacés de forma semiprofesional. No me quedan dudas de que si Rosario tuviera un equipo de Liga A con esa estructura profesional y reclutamiento eso permitiría la proyección de muchos de esos talentos que se quedan en el camino. Es una lectura de la situación que maduré con el tiempo, porque al principio no entendía qué pasaba y tras recorrer varios lugares y estructuras pude analizar que esa carencia es clave. Si yo no hubiera tenido esa chance que me dio Maffei quizás nunca hubiera llegado al básquet profesional y en Rosario hay mucho talento para estar mejor ubicado en el mapa basquetbolístico argentino.

Estudioso, trabajador, complemento ideal para los entrenadores de elite Pablo Favarel podría charlar horas sobre su labor en un plantel y su nutrida experiencia en el básquet. Ya hace diez años decidió arriesgar y el tiempo le dio la razón. Seguramente en el corto plazo afrontará otra más de esas decisiones.

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