Los ciclos y crecidas del río Paraná son parte de su ADN, pero producen impacto sobre la flora y la fauna ictícola. En momentos de bajo caudal, como el actual, que amenaza continuar por un buen tiempo, los peces son los principales comprometidos. En especial, las especies migratorias como el sábalo, surubí, boga y dorado, cuya reproducción se reduce a casi cero en tiempos de aguas bajas si éstas se dan en verano o primavera, como sucede ahora.
Pablo Scarabotti, investigador del Conicet y especialista en ecología de peces, trazó el agudo panorama del humedal durante la charla que abrió el ciclo 2020 del Café Científico organizado por Demos –Comunidad Cultural Emergente– con sede en la ciudad de Santa Fe. Por la pandemia, se realizó por videoconferencia a través de su página de Facebook. El tema: el manejo del recurso pesquero ante la bajante extraordinaria del río.
Migratorias, grandes y pequeñas, todas en peligro
Las especies más conocidas por los rosarinos no son las únicas comprometidas. Otras, las de gran porte como las rayas de río, que paren crías de gran tamaño, tienen una reproducción menos dependiente del nivel hidrométrico, pero son más sensibles a la presión de pesca por su lento crecimiento y baja fecundidad. Y las más pequeñas, que viven en lagunas, bañados y márgenes de los espejos de agua, están en especial amenazadas porque su hábitat desaparece casi por completo ante la escasez de lluvias.
Scarabotti describió los riesgos para la preservación del recurso ictícola frente a la divulgación de imágenes sobre depredación de peces aprovechando que los mismos quedan prácticamente atrapados por el bajo nivel del río y la reducción dramática de su hábitat, por lo que se encuentran concentrados en espacios reducidos.
Estrategias que vinculan a investigadores y gobiernos
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El investigador del Conicet sugirió dos estrategias para hacer frente a la crisis por la bajante. A corto plazo, juzgó necesario organizar y discutir toda la información disponible en la provincia de Santa Fe. “Ante la inminencia de un problema, se debe aplicar un criterio precautorio. Esto implica que no se debe permitir pescar más de lo que se pesca siempre. Y para ello, es fundamental saber cuánto se pesca”.
A mediano y largo plazo, Scarabotti recomendó mejorar el monitoreo y el control pesquero. Destacó que también es perentorio invertir más en investigación. “Hay que tener un plan de investigación serio recabar datos que permitan realizar modelos de rendimiento pesquero y conocer las respuestas poblacionales de las diferentes especies a la pesca”. Conocer para regular, es la síntesis del punto.
Finalmente, recomendó mejorar la articulación entre científicos y administradores de recursos (funcionarios), a la par que diseñar políticas claras y sustentables del manejo del agua. “Debería haber una a nivel de cuenca, para tratar que las represas garanticen un caudal ecológico mínimo y un régimen hidrológico lo más natural posible”, agregó.
Qué hacer hoy: veda o no veda
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Eso, a futuro, para aprender y no actuar espasmódicamente. La realidad es otra hoy. Entonces, el investigador sugirió que gobiernos y legisladores consideren los escenarios ecológicos, económicos y sociales para tomar decisiones como la veda, una de las reclamadas por colectivos ambientalistas y de pescadores deportivos. Es que el combo es complejo, porque los trabajadores de río necesitan subsistir, y sobre todo los artesanales, no son los que más presión depredatoria ocasionan
Así, remarcó que dado el contexto económico actual, con una reducción drástica de la actividad económica por las medidas para controlar la pandemia de covid-19, su opinión es a favor de permitir la pesca de subsistencia. “Si la situación es crítica y se registra un aumento de las capturas no dudaría en vedar, pero es información con la que no cuento y no podría valorar el escenario social que desencadenaría una veda”.
La discriminación entre actores que participan de la pesca es clave. En eso coincide el integrante del colectivo El Paraná no se toca Pablo Cantador. Precisó que la bajante “genera que los peces se agrupen en los sectores con mayor caudal de agua, algo que fue aprovechado por pescadores de frigoríficos, que extraen ejemplares indiscriminadamente”.
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