A días de sumar una nueva distinción a su larga galería de reconocimientos mundiales, esta vez de parte de la Unión Francesa de Compositores de Música de Cine, el artista argentino radicado en Estados Unidos Lalo Schifrin confesó que la Argentina está con él «todo el tiempo».
Durante una entrevista telefónica con Télam desde su casa de Beverly Hills, Schifrin, de 87 años, reveló que trabaja en dos obras de inspiración argentina: «Siento esa nostalgia porque toda mi educación musical, mi lenguaje y mi formación las tuve en la Argentina».
El autor de melodías que atravesaron el tiempo y los formatos, como las que hizo para la saga Misión imposible, los films Harry el sucio, peración Dragón, El viaje de los malditos, Terror en Amityville y La leyenda del indomable y series como Mannix y Starsky & Hutch y contó: «Tengo una sinfonía argentina en tres movimientos y una obra de cámara con temas en estilo de tango y de música folclórica que se llama Cartas de Argentina«.
Algo limitado en sus movimientos pero absolutamente en forma a nivel creativo, Lalo se mostró orgulloso de haber plasmado una obra comisionada por la Orquesta Sinfónica de Chicago que girará con ella en enero de 2021.
La obra, Concierto para tuba y orquesta, que estrenó en marzo de 2018 la Orquesta Sinfónica de Redlands, tiene en esta ocasión un aditamento especial ya que Schifrin la hizo casi a medida para Gene Pokorny, intérprete de tuba de la formación de Chicago que comanda el italiano Ricardo Muti.
Con dedicada pasión el músico que en 2018 mereció un Oscar honorífico tras seis nominaciones, explicó: “La tuba es más bien un instrumento de acompañamiento, pero Pokorny es un virtuoso que la ejecuta utilizando una técnica como si tocara trompeta. Es muy fornido y puede acumular mucho aire en los pulmones y eso es necesario para tocar mi concierto».
Entusiasmado por esas presentaciones para la que también le pidieron un nuevo arreglo de su clásico Misión imposible para los bises, sostuvo: “Sigo y me siento muy joven debido a la música». Y enseguida reveló: “Tengo una hoja pentagramada en la mesita de luz por si en la noche me despierta la idea de un tema musical».
Más enfocado en ese placer por seguir ligado a la música a partir de bellas y audaces apuestas, el compositor y pianista nacido el 21 de junio de 1932 en Buenos Aires con el nombre de Boris Claudio Schifrin igual disfruta de un nuevo mimo como el que el martes próximo le darán en Francia.
«Me da mucha satisfacción que mi trabajo sea reconocido, no soy narcisista pero me gusta que lo que hago sea reconocido y más si se trata de colegas. De hecho primeramente hubo una encuesta entre los músicos de cine de toda Europa y la gané por unanimidad», destacó.
Pero la alegría no lo lleva a perder el rumbo y reveló: “Cuando era joven si tenía un ego grande, pero cuando uno va creciendo, va aprendiendo. De hecho, una de las razones de mi éxito es que siempre tengo algo más que aprender, nunca se llega. Ese es el secreto».
Coronavirus mediante, el músico no podrá estar en París para recibir el lauro como, por una cuestión de edad tampoco pudo disfrutar en directo del Jazz Across The Americas: Argentina – A Tribute To Lalo Schifrin, que en enero pasado mereció dos noches en el Symphonyspace de Broadway.
Allí confluyeron, bajo la batuta del contrabajista y compositor Pablo Aslán, colaborador de Schifrin en numerosas oportunidades, y la cantante Sofía Rey, el pianista y compositor Arturo O’Farrill al frente de su Afro Latin Jazz Orchestra y otros argentinos (el pianista Leo Genovese, el baterista y percusionista Franco Pinna, el guitarrista Juancho Herrera y Gabriel Senanes como director invitado).
«No pude ir tampoco pero así es la vida. Sí estuvo mi hermana y me dijo que fue algo inolvidable y caluroso», comentó el creador forjado en la escena del jazz.
Schifrin atraviesa la pandemia por coronavirus «como todo el mundo, aislado», dijo. Y contó: «Estoy bien. Yo por lo general vivo en mi estudio: trabajo, compongo, practico el piano. Mi vida sigue igual, lo único es que no puedo ver a mucha gente. La única persona que viene es un copista que pasa mis partituras a la computadora, pero no nos cruzamos».
La música y las emociones en el cine
Desde los Estados Unidos, país que habita desde mediados de los 60, Schifrin señaló a Télam: “Lo importante en la música de cine es ayudar al director a transmitir emociones».
«Con muchos directores me hice amigo por estar meses trabajando y porque les gustaba mi música antes de trabajar conmigo», evocó Lalo y agregó que con su trabajo en series y películas logró “un contrapunto audiovisual».
Pero esas relaciones forjadas en los sets de filmación se han extendido en el tiempo, como por ejemplo con Clint Eastwood. «Él fue quien me entregó el Oscar porque seguimos siendo muy amigos, nos escribimos cartas», resaltó.
Lejos de querer ponderar el tipo de escuela que integró para vestir series y largometrajes, el autor de la suite Gillespiana (compuesta antes de ser pianista y director musical del grupo del trompetista) ponderó a los actuales compositores de música para cine que usan la electrónica y dijo: “Hacen lo que tienen que hacer y me gustaría saber cómo lo hacen».
Pero Schifrin también apuntó que el hecho de recurrir a máquinas en lugar de a músicos para vestir las tramas de esas producciones «tiene que ver con la decisión de ahorrar dinero».