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Fútbol y diversidad, una lucha encaminada: el ejemplo de Central y otros clubes del fútbol argentino

En Argentina son varios los clubes que institucionalizaron la lucha contra la violencia machista. Algunos con Secretarías y otros con Subsecretarías, la gran mayoría, además, cuanta con mujeres en las comisiones directivas, aunque no en cargos jerárquicos como presidencias o secretarías

Leonardo es fanático de Central desde que nació. Fue a la cancha desde chico e incluso en algún momento se permitió viajar para acompañar a su equipo de visitante. Reconoce al club como parte de su identidad, como una segunda casa, una a la que en un momento de su vida tuvo que dejar de ir. Tenía 17 años. No se sentía cómodo y algo le hacía ruido en su interior, al punto de que comenzó a sentirse excluido. Nunca dejó de seguir la campaña del Canalla, pero dejó de ir al Gigante de Arroyito. En ese lapso –que llegó a durar cinco años– buscó las herramientas necesarias para poder volver a ese lugar que amaba, pero del que había dejado de sentirse parte. En ese momento de la vida, cuando Leonardo comenzó a transitar la sexualidad más libremente, esos espacios marcados por la heteronorma le mostraban que “no encajaba en esa masculinidad”.

“Cuando sentís que un espacio que te es negado, que te es bloqueado por transitar una sexualidad diferente o fuera de la masculinidad hegemónica, transitar por esos espacios se hacía muy complejo”, cuenta. Y la pregunta aparece. ¿Qué pasa cuando nos sentimos excluidos en un lugar con el que teníamos un sentido de pertenencia tan marcado?

Leonardo tiene un apellido, por supuesto, pero al principio del artículo no se lo incluyó ya que su historia es la de muchos otros. Para Leonardo Campos el escenario fue el Gigante, pero para tantos otros la historia pudo haberse dado en cancha de Newell’s, Boca, Racing o cualquier otra. Después de muchos años, Leonardo volvió a pisar las tribunas de la cancha y ahora continúa su militancia dentro del club como presidente de la Subcomisión de Diversidad del Canalla.

“Me pasó que por no sentirme parte de esos espacios me replantee los lugares en mi vida”, continúa contando Leonardo en una conversación telefónica en medio de la cuarentena obligatoria que cumplimos todos desde hace más de un mes. El encargado de la subcomisión, que forma parte de la Secretaría de Género y Diversidad del Canalla, habla de fútbol, pasiones, feminismo y masculinidades. Y cuenta que cuando decidió dejar de ir a la cancha, una pregunta retumbaba en su cabeza: “¿Porque no podía estar ahí? No lo tenía en claro, tuve con construir esa respuesta”.

Campos describe al fútbol como “sede del patriarcado y del machismo”, donde se reproducen todos los estereotipos de género. Cuenta que la institución de Arroyito se convirtió en pionera a la hora de “darle importancia a la diversidad”. ¿Por qué? Hace unos años Central trabajó en la creación de un Protocolo de Violencia de Género, el cual finalmente se presentó el 21 de noviembre del año pasado. La particularidad en dicho protocolo de prevención y actuación es la inclusión a las diversidades, algo nunca antes aplicado en nuestro país. El objetivo es “garantizar un club libre de violencias hacia las mujeres y discriminación basada en el género de la persona, orientación sexual, identidad y expresión de género”.

“Un club amigable a la diversidad, que sea respetuoso, porque transitar el club no tiene que ser algo incómodo”, explicó Campos, quien describió lo que propone Central como “disruptivo”. “Porque lo hace la institución, plantea la diversidad dentro del club”, argumentó.

Con el Protocolo presentado y puesto en funcionamiento, el objetivo próximo de la Secretaría de Género y Diversidad es darlo a conocer en todas las áreas y las disciplinas del club (NdR: ya habían comenzado a hacerlo antes de que comience la cuarentena), también con los trabajadores y trabajadoras.

La conformación de la Secretaría en el club de Arroyito se hizo realidad en noviembre de 2018, cuando se aprobó por acta de Comisión Directiva. Pero no es la primera en el ámbito futbolero. Ese año también marcó una ruptura en la mayoría de los clubes de fútbol de Primera División, que comenzaron a comprometerse con algunas luchas de los movimientos feministas.

Una relación en construcción

Cuando se presentó el Protocolo en Central, El Hincha dialogó con Noelia Figueroa, integrante del colectivo “Ni Una Menos Rosario” y “Mala Junta”, y secretaria de Género de la facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR.

Y en relación a la creación de un Protocolo de prevención y acción, Figueroa opinó que la importancia tiene que ver con “asumir que esas violencias existen y no de manera excepcional, azarosa o casual, sino como un fenómeno estructural que atraviesa a todas las instituciones, incluidos los clubes de fútbol como en este caso, y en el deporte de manera diferencial porque es uno de los grandes espacios educativos mediante el cual el patriarcado reproduce sus estereotipos de género y roles asignados”.

“Asumir que eso existe y buscar darle un cauce institucional y un abordaje uniforme a los distintos tipos de violencias”, continuó Figueroa, “es fundamental”. “Porque si no, lo que termina pasando cuando no hay una canalización institucional es que cada caso se trabaja en función de quién es quién denuncia y quien es el denunciado, y eso varía. Lo que busca un protocolo es uniformizar esos abordajes, homogeneizarlos, que no significa tampoco hacer siempre lo mismo, porque justamente cada caso de violencia, acoso o abuso tiene sus características particulares y necesitan ser tratados como tal”, ejemplificó.

A la hora de pensar los roles de las mujeres y las disidencias en los clubes de fútbol, tanto dentro como fuera de la cancha, hay que partir de la base de que históricamente esas identidades fueron expulsadas de los espacios futboleros.

Y es en el deporte -entendido como un espacio de formación y transmisión de valores- dónde más se evidencia la construcción de una masculinidad cis, heterosexual y blanca, que cumple y reproduce normas y códigos culturales intrínsecos a los mandatos sociales. Y todas las identidades que no forman parte de dicha construcción, de alguna u otra forma terminan siendo expulsadas.

Sin embargo, hace unos años, muchos clubes comenzaron a involucrarse, a cuestionar lo que era concebido como “normal”, y a incluir en sus estatutos o en su organización institucional la perspectiva de género. Y resulta que la gran mayoría de los clubes que se manifestaron sobre la violencia machista a nivel institucional tienen mujeres en sus comisiones directivas. Aunque no en cargos jerárquicos como presidencia y vicepresidencias, sí figuran muchas vocales titulares.

Vélez, por ejemplo, fue el primer club de fútbol en crear un Área de Violencia de Género. En mayo de 2018 hizo su presentación en la edición 44 de la Feria del Libro de Buenos Aires. Además, el club de Liniers aportó otro dato: el primer contrato de un jugador de fútbol que tiene una cláusula que refiere a la violencia machista, por Ricardo Centurión. Y no parece ser un hecho menor que la creación del área viene de la mano de una comisión directiva que tiene cuatro mujeres: una vocal titular y tres suplentes.

Ese dato se repite en la mayoría de las instituciones deportivas que tienen al fútbol como principal atracción y que cuentan con la institucionalización de las cuestiones vinculadas a la perspectiva de género.

Estudiantes de La Plata es otro de los clubes que sumó una Subsecretaría de Género y Diversidad. Lo hizo en agosto de 2018 con el objetivo de “transversalizar la perspectiva de género en el club mediante acciones orientadas a promover la igualdad de derechos”. Sin mujeres en la comisión directiva, el Pincha ya realizó varias acciones puertas adentro, como capacitaciones con el plantel de vóley masculino y charla con jugadores juveniles. También en la ciudad de las diagonales, en junio de 2018, Gimnasia, con dos mujeres como vocales suplentes en la CD, conformó el Área de Género.

En Avellaneda, Racing cuenta con una mujer a cargo de la Secretaría y también con una Subcomisión de Mujeres. El año pasado, en diciembre, suscribió a un protocolo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y se comprometió a elaborar un Protocolo para poder implementar puertas adentro. San Lorenzo también se sumó. Con tres mujeres en la comisión directiva, como vocales, a fines de febrero aprobó el Protocolo de Prevención y Acción Institucional contra la Violencia de Género, impulsado por la Subcomisión de Género del club de Boedo. Banfield, también cuenta con un Área de Género y tiene, por ahora, la única mujer presidenta del fútbol argentino.

¿Y adentro de la cancha?

“¿Qué espacios nos negaron por tener determinada sexualidad?”, se pregunta Leonardo Campos, el presidente de la Subcomisión de Diversidad de Central, e inmediatamente reflexiona: “No se piensa en jugadores gay jugando al fútbol, y menos jugadores jugando bien”.

La homosexualidad en el mundo de la redonda sigue siendo aún hoy, en 2020, un tema tabú. Si bien algunos referentes del mundo del fútbol empezaron a manifestarse sobre el tema –como Daniel Osvaldo, el Monito Vargas, Juan Cruz Komar o el Patón Guzmán- en el fútbol masculino aún no se conoce un solo caso de un jugador profesional que haya asumido abiertamente su homosexualidad.

Distinto es el mundo del fútbol femenino, dónde no es extraño que las jugadoras hablen abiertamente de su sexualidad, que se muestren con sus parejas e incluso que transformen el amor en una forma de manifestar una postura política.

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