«No queremos parecer a la Argentina ni Venezuela, estamos en otro camino, el camino de la prosperidad, no en el camino de la desesperación», prometió el ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes durante una reunión en el gubernamental Palacio de la Alvorada que mantuvo Bolsonaro con varios de sus ministros, sin especificar puntualmente a que se refería.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, salió este lunes a hacer un gesto de fortaleza, rodeado por varios ministros, entre ellos el titular de Economía, Paulo Guedes, quien ratificó su plan liberal, al mismo tiempo que el gremio de la Policía Nacional le exigió públicamente que garantice «la total autonomía» de su nuevo director.
Por eso, Bolsonaro decidió este lunes hacer una muestra de fortaleza política al mostrar a su gabinete unido y respaldar a uno de sus férreos aliados, Guedes, y su política económica liberal, frente a otra interna que existe con el ala militar del gobierno.
Además de mostrarse fuerte en el gobierno, Bolsonaro también buscó dar un fuerte respaldo al ultralibreral Guedes frente a los sectores militares que presionan para que el Estado tenga un rol más protagónico en la economía.
En concreto, el presidente respaldó al ministro frente al plan de obra pública con mayor intervención estatal diseñado por el ala militar, comandada por el general Walter Braga Netto, jefe de gabinete desde febrero. «Guedes es el que decide en la economía», dijo el presidente.
Fortalecido, Guedes replicó a los militares que buscaban reactivar la obra pública sin su aval.
«Más intervención fue corrupción en el pasado. Este plan de obra pública será hecho dentro de los programas nuestros de recuperación fiscal», advirtió, dejando claro que él dictará el rumbo de la política económica del país.
Y paso seguido, explicó la posición del gobierno en medio de la pandemia y de la crisis sanitaria y económica que vive el país y el mundo entero: «Los empleados públicos no tendrán aumento de salario ni paritarias por un año y medio. No pueden tener la heladera llena estando en casas por la pandemia y no querer ayudar al resto de Brasil que está sufriendo con el comercio cerrado”.
Más autonomía policial
Por su lado, la Asociación Nacional de Delegados de la Policía Federal (ADPF) hizo un pedido poco común tras la polémica dimisión del ministro de Justicia Sérgio Moro, en desacuerdo con la destitución del ahora ex jefe de esa fuerza, Mauricio Valeixo, uno de sus hombres de confianza.
En una carta pública difundida este lunes, la ADPF le reclamó a Bolsonaro la «total autonomía» del futuro director general de la Policía Federal, que cumple funciones de investigación en la instrucción de causas judiciales, para formar un equipo sin la obligación de transmitir información al gobierno federal, de tal forma que se despeje todo tipo de dudas sobre la posible injerencia política en la institución.
Además, la ADPF solicitó poder elegir a su propio director general y tener autonomía financiera suficiente, según informaciones del portal de noticias local G1, citado por Europa Press.
«Si los hechos presenciados esta semana no hubieran ocurrido y no estuviéramos experimentando estas circunstancias, no habría una crisis de confianza instalada tanto por parte de la población como de los delegados de la Policía Federal», concluyó la carta abierta.
Moro renunció este viernes a su cargo en desacuerdo con el desplazamiento de Valeixo dispuesto por Bolsonaro y, en una conferencia de prensa, denunció que, con esa decisión el mandatario procuraba evitar que la Policía Federal avanzara en la investigación de causas que involucran a los hijos del presidente.
En respuesta a estas acusaciones, que pueden ser fundamento para un juicio político en su contra, Bolsonaro aseguró que Moro habría estado de acuerdo con sustituir a Valeixo, siempre y cuando se hubiese concretado «después del mes de noviembre» y cuando él fuese nombrado miembro del Tribunal Supremo.
Bolsonaro, además, dijo que quería que Moro proporcionara informes diarios sobre las actividades de la Policía Federal para «poder decidir bien el futuro de la nación».
Pese a las explicaciones del presidente, la tensa salida de Moro y sus denuncias posteriores profundizaron la crisis política que vive el país y que se profundizó con la explosión de la pandemia de coronavirus y la posición de Bolsonaro de tratarla como «una gripecita», pese a que ya hay más 63.000 infectados y 4.200 muertos.