El comediante, actor y conductor Sebastián Wainraich, que este viernes estrenará en Netflix su comedia Casi feliz, en la que interpreta una versión semiautobiográfica neurótica, insegura y en busca de una elusiva felicidad, afirmó en una charla con la agencia de noticias Télam que en estos tiempos se vive “con una ansiedad desmedida”.
Como muchos comediantes de habla inglesa a los que confiesa tener como referentes, entre los que nombra a Ricky Gervais, Jerry Seinfeld, Louis CK, Larry David o el mismísimo Woody Allen, Wainraich traslada aquellas observaciones y obsesiones que pueblan sus monólogos y otros proyectos previos a una propuesta audiovisual con un tono bien personal.
De este modo, durante diez episodios de media hora, Casi feliz presenta a Sebastián ante los desafíos de la vida adulta y la relación complicada tanto con el amor de su vida (su ex esposa interpretada por Natalie Pérez) como, quizás aún más difícil y al borde de lo desopilante, con el productor de su programa de radio, “Sombrilla” (encarnado por Santiago Korovsky).
“La idea fue contar la historia de este personaje con todos los mundos que lo alteran y no lo dejan en paz. Es un hombre en la mitad de la vida tratando de resolver los problemas que le aparecen desde el pasado, en forma de ex novias o su ex mujer, y desde la incertidumbre del futuro”, explicó Wainraich.
El histórico conductor del programa radial Metro y medio reivindica el género de comedia en el que se inserta la serie no como un espacio banal, sino todo lo contrario: “Es un género que hace reír pero que a partir de ahí permite contar historias y meterse en lugares reflexivos más profundos”.
Con guion propio y dirección de Hernán Guerschuny (El Crítico, Una noche de amor, Recreo), Casi feliz cuenta además con la participación de Peto Menahem, Pilar Gamboa y Hugo Arana y numerosas apariciones especiales como las de Juan Minujín, Carla Peterson, Julieta Díaz, Adrián Suar y de la pareja real de Wainraich, la también comediante Dalia Gutmann.
Hay una continuidad entre los temas que el actor trabaja en sus habituales monólogos y los que transita el personaje de la serie. “Creo que los temas siempre son los mismos en todas las obras. El amor, el poder, las relaciones, el sexo, la muerte. Son todos los mismos, pero cada escenario plantea cuestiones distintas. Puede ser que tengan un punto de contacto porque son los temas que me inquietan a mí, sobre los que me gusta escribir y que me interesan. Me parece que la serie es un paso más con respecto al teatro o a lo que pudo haber sido la película Una noche de amor (que también escribió)”, expresó el actor.
Un punto fuerte de comicidad de la serie viene dado por la fama o popularidad del personaje, con la que no se lleva del todo bien. Respecto de qué es lo mejor y lo peor de la exposición pública, Wainraich analizó: “La mayoría de la gente te trata con mucho cariño, mucho respeto, como si te conociera, porque la radio genera ese vínculo. Lo mejor de ser conocido es que te abre muchas puertas, te resuelve un montón de cuestiones. Soy una persona dentro de todo tímida y que una persona me conozca muchas veces me genera un alivio para empezar una conversación, ya saben con quién están hablando. Y lo peor es cuando no tenés ganas de que los demás te reconozcan o cuando estoy con mis hijos en la calle y me piden una foto. El personaje de la serie no sabe cómo llevarlo, no sabe qué hacer con eso. Se mete en un quilombo antes de resolverlo”.
En tiempos de pandemia por el coronavirus y con una gran demanda de los contenidos de las plataformas streaming, Netflix se volvió un valor agregado para el lanzamiento de Casi feliz. “Está bueno por los tiempos; no trabajás con lo frenético de la televisión. Estuvimos tranquilos para poder grabar y para editar. Además hoy por hoy Netflix es mucho más que la tevé abierta en lo que se refiere a masividad y en calidad diría que casi siempre también”.
El creador habló de la masividad que otorga la plataforma que le permitirá llegar a públicos de todo el mundo, más allá de que no lo tuvo en cuenta a la hora de escribir la historia. “No, la verdad que no lo tuve en cuenta. Pero no desde un lado despectivo sino que me concentré en contar esta historia y si te proponés conformar a todos no vas a conformar a nadie”, analizó el artista que por una cuestión de logística, y si bien participan, los integrantes de su familia no son los protagonistas. “Si nos vamos a grabar todo el día alguien se tiene que quedar en casa. Y además porque ya de por sí está la pregunta de si es autobiográfica y se hubiera confundido todo mucho más si estaba Dalia”, expresó con humor.
En cuestiones de relaciones complejas, en la historia están la que el personaje tiene con su ex mujer y la que lo confronta a diario con su productor. “Estaría buena esta cuestión para que la reflexione el personaje, porque él cree que el quilombo es con su ex mujer, pero después está mal rodeado también. No es bueno para elegir. Es re conflictivo que su mano derecha, su productor, que lo acompaña todos los días, sea un palo en la rueda. Puede ser que sea más complicado eso que con su ex mujer, porque además por ella siente amor todavía”, analizó.
La serie sigue cierta tendencia actual con capítulos más breves, en este caso de menos de media hora, algo que quizás sea parte del futuro inmediato del universo audiovisual. “Nosotros lo quisimos así, me parecía ideal para contar esta historia. Cada capítulo es como un unitario, hay una historia, un arco que va recorriendo los diez episodios. Si la historia te pide una duración, el que la hace tiene que escuchar eso, no traicionar lo artístico, no marearse. Es verdad que cada vez hay más estímulos y nos cuesta más concentrarnos, vivimos con una ansiedad desmedida me parece, un poco exagerada, y después estamos una hora mandando memes en un grupo de WhatsApp”, dijo el actor finalmente.