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El Paraná retacea agua pero regala sorpresas en bajante, como el vapor hundido hace más de un siglo

Está en la zona conocida como Punta Gallino, cerca de la localidad de Itá Ibaté. Un equipo de buzos deportivos ya lo había explorado, y un grupo de estudiantes hizo un documental sobre su trágico fin. Ahora, quedó a 20 centímetros de la superficie, y se puede ver

Muchos barcos fueron bautizados como Parténope, la menor de las tres sirenas que desde las rocas de Capri intentaron seducir a Odiseo con sus cantos según la mitología griega. Uno de ellos se hundió a fines del siglo XIX en una zona conocida como Punta Gallino, cerca de la localidad correntina de Itá Ibaté, y quedó como parte de otra mitología, la de la región. La gran bajante del río Paraná lo volvió, otra vez, visible desde la superficie.

El vapor con propulsión a rueda tenía, según las reconstrucciones, unos 20 metros de eslora –largo– y hasta hundirse prestó servicios a la estancia de la familia Toledo Álvarez Nuñez, que tenía un saladero. El barco transportaba cueros, maíz y mandioca, entre otras cargas. Se sabía que naufragó en la zona, incluso hay quienes afirman con certeza que fue en 1867. Pero nunca lo vieron, como ahora, casi a flote.

La seccional Alto Paraná de la Prefectura, con sede en Posadas, envió este lunes buzos al lugar –distante unos 140 kilómetros de Posadas– y lo filmó con un dron. Desde arriba, se aprecia el perfil de lo que queda del vapor, que perdió buena parte de su proa pero conserva casi intacta la rueda de propulsión. Toda la estructura está a escasos 20 centímetros de la superficie y se puede ver a simple vista acercándose con un bote. La fuerza federal rescató parte de la embarcación y señalizó el lugar para evitar siniestros.

En marzo de 2014, la asociación de buceo deportivo Cruz del Sur, que organizó varias expediciones a naufragios, hizo una inmersión de exploración al Parténope. En su página de Facebook se pueden ver las imágenes del vapor, que hace seis años estaba a unos 40 metros de la costa, perpendicular al cauce del río, escorado y en gran parte cubierto por mejillones dorados, una plaga llegada de Asia con los más modernos barcos.

«Lo primero que se identifica son las ruedas de impulsión una por cada flanco, con aspas de madera. Increíblemente, aún queda una pala en perfecto estado. El diámetro de cada rueda es de 2 metros aproximadamente, con un ancho de 50 a 60 centímetros», detallan sobre la nave, similar a las que surcaban durante buena parte del siglo XIX el río Mississippi en Estados Unidos.

El grupo de buceo agregó que «se identifica perfectamente el eje de mando de ambas ruedas laterales de 15 centímetros de diámetro, sujeto al casco por medio de cojinetes de importante tamaño». Y relatan que se pudo observar «una biela de 80 centímetros de alto con un muñón superior de 20 centímetros de diámetro y las cañerías de conductos de vapor». Esto es, el sistema de transmisión de la máquina de vapor hasta las ruedas con paletas que impulsaban la embarcación.

Las teorías en disputa sobre las razones del naufragio del Parténope son varias.

Raúl Soperez, un santafesino que tiene un complejo de cabañas frente al sitio donde yace el vapor, remitió a «relatos de los lugareños que se fueron transmitiendo de boca en boca» la hipótesis de que el Parténope fue presa de una tormenta que soprendió a la tripulación con toda la carga. Y no arriesga una fecha exacta del hundimiento: «Hacia fines del 1800 o principios del 1900», estima.

Una investigación hecha en 2010 por estudiantes en el marco del proyecto “En Cortos” que implementó entonces el Ministerio de Educación de la Nación, dio cuenta también de otras hipótesis. Una de ellas es que se acercó demasiado a la costa paraguaya en plena guerra de la Triple Alianza, encalló o lo cañonearon y se hundió.

 

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