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El Ministerio de Trabajo avanza en la regulación del teletrabajo para proteger derechos laborales

La cartera laboral ya tiene un proyecto de resolución a la firma del ministro Moroni; además hay proyectos legislativos que avanzan en el Congreso. La cuarentena obligó a desplegar de manera forzada el teletrabajo o el trabajo remoto y se impone resguardar los derechos de los trabajadores

La expansión forzada del teletrabajo por las medidas para mitigar el contagio de coronavirus acelera la definición de una regulación que proteja los derechos laborales y que ya tiene un primer paso en un proyecto de resolución a la firma del ministro de Trabajo de la Nación, Claudio Moroni.

Fuentes oficiales confirmaron a Telam que un equipo de la cartera ministerial trabajó para la definición de una resolución sobre teletrabajo y trabajo remoto, que ya está a la firma de Moroni. También en el ámbito parlamentario tienen vigencia al menos dos proyectos de ley para regular esta modalidad de empleo.

Consultada por Télam, la doctora en Derecho del Trabajo y Directora Académica, de la Consultora GNT Mentoría Neurodigital, Viviana Diaz, diferenció entre trabajo remoto y teletrabajo, al indicar que el remoto significa realizar actividades a distancia, mientras que el teletrabajo está «circunscripto al trabajo remoto que se realiza desde la casa».

Así, el trabajo remoto se considera ya instalado en el país e incluye actividades tales como los lectores de consumo de servicios o los distribuidores de bebidas; mientras que el teletrabajo responde más a la situación actual porque genera un cambio del espacio físico desde donde el trabajador realiza su tarea.

«El virus es el único responsable de nuestra digitalización masiva, del trabajo remoto forzado», afirmó Diaz, para agregar que «aunque «fuimos empujados a la ficción del teletrabajo» en realidad «estamos más que en condiciones» de aplicarlo y «lo que necesitamos es una red de contención emocional, jurídica, informática y de la seguridad e higiene».

Remarcó que «los derechos y obligaciones de un trabajador remoto son exactamente iguales a los de un trabajador presencial que ocupa su mismo rol o posición laboral; pero debe haber un marco contractual, me refiero a un acuerdo o convenio suscripto entre ese empleador y el trabajador remoto que lo determine».

«Por eso siempre abogamos por establecer muy detalladamente las cláusulas que hacen al convenio individual de TCR (Trabajo Conectado Remoto), que será como un paraguas debajo del cual todos los derechos y obligaciones del trabajador remoto y su empleador tendrán visibilización», agregó Diaz, que fue Coordinadora de Teletrabajo en el Ministerio de Trabajo en la gestión de Cristina Fernández.

En la misma línea la responsable de la consultora de recursos humanos Randstad para la Argentina y Uruguay, Andrea Ávila, dijo a Télam que «de un día para otro armamos el mayor experimento mundial de home office que ni la mente más visionaria pudo imaginar jamás, y eso no tiene vuelta atrás, muchas cosas no volverán a ser como antes en el mundo del trabajo».

En un informe de la consultora, se destaca la mayor incidencia del trabajo freelance y del trabajo por objetivos, entre las tendencias que se establecieron en esta cuarentena.

«Habrá empresas que no quieran volver a tener a todos sus trabajadores en sus oficinas frente al escritorio como antes, y también trabajadores que prefieran evitar las dos horas de traslado para ir a la oficina diariamente», afirmó.

No obstante, aclaró que «no será una práctica a nivel masivo, y mucho menos un formato impuesto, ya sea por parte de las empresas o por una eventual regulación, sino más bien una elección mutua acordada entre trabajadores y empleadores, buscando beneficios para ambas partes», consideró Ávila.

Desde la consultora Adecco, revelaron que el 42% de los argentinos «afirma dedicarle más horas al trabajo de lo que lo hacía en la oficina».

Agregó que el trabajo remoto «es una tendencia que llegó para quedarse», que en «algunas oficinas no existía y ahora están planeando trabajar de manera remota uno o dos días por semana y, en otras donde esta práctica ya estaba instalada uno o dos días a la semana, aseguran extenderla por lo menos un día más».

«Las empresas que más se aventuran en este sentido ya están considerando prescindir de su sede central para tener nodos de operación», y «en un futuro no muy lejano dejarán de existir las jornadas laborales de ocho horas», consideró la consultora.

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