Un funcionario policial que prestaba servicios en la Policía Comunitaria fue condenado a cinco años de cárcel tras aceptar un acuerdo abreviado. El uniformado, de 34 años, reconoció su responsabilidad en un hecho de sangre ocurrido en agosto pasado cuando arremetió contra un vecino, que estaba junto a su pareja. El acusado disparó en dirección a ellos e hirió a la muchacha de 27 años en la pierna. La lesión fue de tal gravedad que le generó una discapacidad. Fue sentenciado por los delitos de lesiones gravísimas calificadas por ser integrante de una fuerza de policial y utilizar un arma de fuego y por abuso de armas calificado.
Según el relato del novio de la víctima, cerca de las 18 del domingo 4 de agosto estaba en la puerta de la casa de su abuela ubicada por Cazadores casi Italia con amigos esperando para ver un partido de fútbol. En ese momento salió el vecino de su abuela que es empleado policial y vive en diagonal. Dos semanas antes ambos habían tenido un altercado por la música. El muchacho tenía el estéreo de su auto encendido y las ventanillas bajas frente a la casa del uniformado identificado como Carlos Leonardo Aparicio Portis, de 34 años. En un momento el empleado policial salió, se metió al auto, sacó el estéreo y lo desconectó.
Discutieron y el muchacho hasta un taller cercano para conectar el estéreo nuevamente. Cuando terminó, pasó a buscar unos amigos y al llegar a la esquina de su casa había varios patrulleros. El hombre dijo que él último amigo que subió al coche tenía un bolso, cuando lo revisaron había un arma y le llevaron el auto. El declarante entendió esta situación como una «cama» hecha por el uniformado, aseguró.
Ese domingo a la tarde su novia pasó a saludarlo porque se iba a trabajar. El policía salió de su casa, haciendo el ademán de hablar por teléfono con alguien y dijo «viste, como te hice perder el auto, te puedo hacer perder más». Su novia lo frenó para que no peleara y el uniformado se fue a toda velocidad pero a los cinco o diez minutos volvió en contramano, se bajó y le dijo “mirá lo que me hiciste, me mandaste a tirar tiros”. Se levantó la prenda con una mano para mostrar la herida y en la otra llevaba un arma y empezó a disparar, dijo. Uno de esos balazos le impactó en la pierna a su novia.
La víctima contó que no conocía al agresor, relató una secuencia similar a la de su novio y dijo que no entendía por qué el uniformado empezó a disparar hacia dónde estaba ella. Un balazo le pegó en la pierna a pesar de que algunos vecinos trataron de ayudarla empujándola tras una reja. La joven fue llevada al Hospital Roque Sáenz Peña dónde estuvo tres días internada, allí se cruzó al uniformado que también entró herido y le preguntó por qué le disparó y de qué auto le hablaba si ella no tenía auto. Contó que el empleado policial le contestó “porque sí hija de mil puta, callate”. Ese día el novio de la víctima fue detenido en el hospital pero luego de una prueba para determinar si tenía pólvora en las manos recuperó la libertad, contó el muchacho.
La víctima sufrió el corte del nervio ciático y algunos tejidos, perdió sensibilidad y la motricidad de la pierna de la rodilla hacia abajo, dijo. La joven trabajaba de moza y tiene un hijo, ahora no puede caminar sin muletas.
Este martes, el fiscal Rodrigo Urriticoechea y el defensor particular del uniformado Martín Sccoco presentaron ante la jueza María Isabel Más Varela un acuerdo abreviado, donde Aparicio Portis aceptó su responsabilidad en el hecho y consintió el convenio.
Tras evaluar el caso donde se confirmó la existencia de los requisitos formales y de contar con la anuencia del imputado y la víctima, la magistrada resolvió homologar el convenio y condenar al uniformado a la pena de 5 años de cárcel por los delitos de lesiones gravísimas calificadas por su carácter de integrante de una fuerza de seguridad y por haber usado un arma y abuso de arma de fuego calificado.