Una serie de supuestos terminó en un debate insólito: ¿Fue Ramón Carrillo, el primer ministro de Salud de la historia argentina y reconocido sanitarista en toda América Latina, un simpatizante del nazismo? En las redes se filtró no sólo una teórica intención del gobierno nacional, nunca confirmada, de comenzar a imprimir billetes de 5 mil pesos sino también el posible modelo del billete con la imagen de Carrillo y de Cecilia Grierson, la primera médica de nacionalidad argentina, en el frente, y el Instituto Malbrán en su reverso. A partir de allí se desataron las acusaciones de dirigentes opositores, entidades judías y hasta incluso diplomáticos extranjeros para señalar de nazi al funcionario de Juan Domingo Perón.
Los historiadores no encuentran pruebas o documentos que vinculen a Carrillo con el Tercer Reich, mucho menos una actitud antisemita de aquel gobierno peronista. ¿Quién fue realmente Ramón Carrillo? ¿Estamos ante la presencia de una “fake news” histórica? ¿Se trata de un ataque velado para intentar limar al gobierno nacional? ¿Por qué desde el Ejecutivo argentino o desde el PJ no se respondió institucionalmente estos agravios? El Ciudadano dialogó con el docente e investigador Mario Gluck, el politólogo Marcelo Gullo y el concejal rosarino Eduardo Toniolli para tratar de responder a estos interrogantes.
«Conservador sí, nazi no»
“Esto me suena más a una fake news histórica que otra cosa, que tiene que ver con el desconocimiento”, expresó el docente de historia e investigador de la UNR Mario Gluck, y consideró que hay una intención de armar una línea directa entre Perón y el nazismo, “que tampoco es así”.
“Carrillo era un reaccionario pero no era nazi. Venía del conservadurismo como muchos que después llegaron al peronismo. No hay nada probado de que él haya sido nazi. Absolutamente nada”, agregó.
“Fue un tipo con una visión social, sí, pero la tenían también los liberales del siglo XIX que pensaban muy parecido”, definió y remarcó: “Se habla de la eugenesia, de que había que mejorar la raza y en ese punto los liberales del siglo XIX pensaban igual. Ahora, eso no establece una línea directa con el nazismo. Ni de cerca. Son cosas completamente distintas”, describió.
“¿Cuál es la derivación de toda esta historia? Decir que Carrillo era simpatizante del nazismo y Perón también. Perón simpatizó con el fascismo italiano, sí, no hay ninguna duda, está recontra probado, él nunca lo negó. Pero no era antisemita y esto también está probado”, sostuvo Gluck.
“Hay un historiador israelí, Raanan Rein, que salió a rebatir esta cuestión. Escribió el libro «Los muchachos judíos peronistas», que describe todo un núcleo importante de judíos que se hicieron peronistas y no negaron su judaísmo por ser peronistas. Uno de los más notables fue el primer embajador argentino en Israel que era Pablo Manguel”, sostuvo.
“Perón no era antisemita en lo más mínimo. Ahora, que Carrillo haya sido un tipo del conservadurismo, no quiere decir nada. No hay mucho más que eso”, concluyó al recordar que el peronismo se nutrió de conservadores pero también de socialismo, el laborismo o el catolicismo.
Falta de reacción
Lo primero que cuestiona el politólogo Marcelo Gullo es el gobierno nacional no haya reaccionado para responder a Mark Kent, el embajador de Gran Bretaña en el país, por inmiscuirse en nuestra política interna: “Ningún embajador en funciones en Argentina tiene el derecho de opinar, según el derecho internacional, sobre asuntos internos que nos conciernen solamente a los argentinos. Esa es una discusión entre argentinos en la cual por supuesto ningún embajador extranjero está autorizado para intervenir. Y es una vergüenza que la Cancillería argentina no lo haya mandado a llamar para decirle que actitudes como esas pueden causar su expulsión del país. Imaginate que el embajador argentino mañana dice en Londres que la Reina es una puta. Sería expulsado de forma inmediata”.
“No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza al presidente de la Nación (Alberto Fernández) y a la vicepresidenta (Cristina Kirchner). No tienen el más mínimo patriotismo para decirle al embajador británico que no puede hablar de los asuntos internos de Argentina, aparte de estar mintiendo. Porque en todo caso si fuese cierto sería un problema nuestro, pero miente alevosamente”, agregó el analista en Relaciones Internacionales.
“Carrillo murió en la miseria en Brasil, enfermo, sin que nadie lo asistiera, habiendo sido el más importante médico de Argentina, el más grande sanitarista de América Latina, el hombre que eliminó el paludismo en Argentina”, sostuvo Gullo y remarcó: “Pero no, resulta que Carrillo, el hombre que fue expulsado de la Argentina por la Revolución Libertadora, dictadura apoyada por Gran Bretaña, es nazi. ¿Él es el dictatorial cuando los fascistas fueron los que lo echaron de la Argentina por la fuerza con un golpe sanguinario? Es indignante lo que ha pasado con Carrillo. Y más indignante es que las autoridades del Partido Justicialista y las autoridades nacionales no hayan ni siquiera osado levantar la voz”.
“Intentan limar al gobierno”
Para el concejal rosarino Eduardo Toniolli, se trata de “infamias” ya que “nadie pudo sostener en el tiempo, ni el Centro Simón Wiesenthal ni el embajador de Gran Bretaña, vincular a Ramón Carrillo con el nazismo”. “Tampoco me parece casualidad que, usando a estos sectores como cabeza de proa, estén detrás sectores de nuestra vida política que básicamente siempre quisieron destruir el sistema de salud o pensaron que el Estado no tenía por qué sostener un sistema de salud y de seguridad social como el que tiene la Argentina, en gran parte gracias a Ramón Carrillo”, remarcó el titular de la departamental local del PJ.
“Carrillo es el padre del sanitarismo argentino, es el primer ministro de Salud que tuvo nuestro país y quien erradicó enfermedades que eran del siglo XIX y que la Argentina todavía seguía sufriendo en la Década Infame. Logró que en la Argentina la expectativa de vida pasara de 61 a 67 años. Es decir, en tan pocos años fue una gestión monstruosa, por supuesto a partir de las políticas que estableció el General Perón”, refirió.
Toniolli consideró que “en el marco de un gobierno que está abocado a la emergencia por la pandemia, y donde hay un clima social de reconocimiento y de valoración a lo que hace incluso de parte de la oposición, hay otro sector que se prende en cuanta pelotudez haya para intentar limar al gobierno”. Y esto es parte de eso”, subrayó.
Por eso, el dirigente justicialista valora mucho “las expresiones que surgieron de muchos sectores, sobre todo de nuestra vida sanitaria y sectores de la salud, que salieron a expresar rápidamente, aún sin ser peronistas, el desagrado frente a este ataque artero”.
Acusado por dirigentes opositores, embajadores y entidades judías
¿Quiénes fueron los que cargaron contra Ramón Carrillo? Tal vez la mayor indignación surja de dos altos diplomáticos que cumplen funciones en nuestro país, los embajadores británico Mark Kent e israelí Galit Ronen.
“El nazismo fue el mayor mal del siglo XX. Condujo al Holocausto. La muerte de millones de inocentes. No debemos conmemorar a nadie que participó en este terrible episodio”, publicó sin el menor prurito el diplomático británico; y en el mismo sentido tuiteó la representante del Estado de Israel: “Cuando decimos «Nunca más» refiriendo al Holocausto, no hace sentido conmemorar alguien que, por lo menos, fue un simpatizante con este ideología”.
Pero, además, a la embestida se sumó el ex secretario de Derechos Humanos del gobierno de Mauricio Macri, Claudio Avruj. “De Ramón Carrillo, más allá de su formación médica, es también conocida su admiración al régimen de Hitler, su adscripción de la eugenesia, la defensa del concepto de una raza fuerte y un pueblo sano, llamando a la «raza blanca» para revertir el suicidio argentino por el aumento de la natalidad entre los seres de «menor valor social»”, publicó en una nota de opinión.
Mientras que el Centro Simón Wiesenthal Latinoamérica, en su repudio, remarcó que Carrillo “creó el concepto del «soldado ideal» para rechazar a los reclutas que él consideraba como «rarezas» raciales y de género” por lo que rechazó “enfáticamente la elección de un personaje así, que mancillará a Argentina con su imagen en su billete de mayor denominación”.
Pero no todas las entidades que representan al pueblo judío se sumaron al linchamiento público.
Las autoridades de la Daia se reunieron con familiares de Carrillo, y reconocieron que no hay elementos para afirmar la vinculación del primer ministro de Salud argentino con el nazismo. Es más, un cofre de plata que el Estado de Israel le obsequió en 1954 demuestra absolutamente lo contrario.
En el mismo sentido se pronunció el Llamamiento Argentino Judío, que mediante una carta, al sostener que esta vinculación es “una repetida afrenta a la memoria histórica de nuestra Patria, cuyo último objetivo busca asociar en forma inadmisible al movimiento nacional y popular con el fascismo”.