Camping, la ópera prima de Luciana Bilotti que se puede ver a partir del viernes entre los estrenos de Cine.ar Play, se mete en la intimidad de un matrimonio que pasa un fin de semana en carpa, rodeado de crisis, discusiones, silencios, ausencias y los ojos de su hija adolescente que se pasean entre la infancia dejada atrás y los conflictos de madurar.
«La historia nace de un recuerdo de mi niñez, sumado a la idea de poder contar todo en solo una locación: el camping al que íbamos con mi familia. A partir de esto empecé a sumar recuerdos y varios temas por los que todos hemos pasado, como las crisis familiares o la adolescencia, situaciones que marcan la vida», dijo a Télam la realizadora, quien ganó en 2015 el premio Raymundo Gleyzer con este proyecto.
La película empieza con una imagen de archivo de la propia directora, de bebé, llorando en un corralito; la cámara la enfoca y quien filma no hace nada. La madre se acerca y la alza para que deje de llorar. De allí, la película pasa a la ficción, con el matrimonio y la pequeña y una amiga entrando a un camping; la ilusión de las dos adolescentes por encontrarse con chicos y amigos contrasta con la pesadumbre que lleva a cuestas el matrimonio.
«Fue revelador encontrar en el material de archivo la posibilidad de establecer esa relación. La intención de incluir esas imágenes fue enmarcar la ficción en un contexto más autobiográfico. Esas imágenes reflejan la mirada distante del padre y un vínculo más intuitivo de madre e hija que en la adolescencia se torna un tanto conflictivo», explicó Bilotti sobre el recurso mientras que respecto a la decisión de que la mirada principal sea la de la niña contó: «En una de las primeras versiones del guion la idea era repartir el punto de vista entre Sara (madre), Marcos (padre) y Estefanía (hija), pero entendí que la figura del padre cobraba más importancia cuando estaba ausente. Fue recién en la edición que lo vi con claridad y terminamos por definir a Estefanía como protagonista absoluta porque es una niña que en ningún momento está ajena a la situación que viven sus padres, puede no comprender en profundidad, pero logra percibirlo y en consecuencia influye más en ella de lo que sus padres creen».
El film está basado en los recuerdos de la propia directora, en su infancia. «En mi caso los recuerdos pesan bastante, pero todo depende de qué tan dispuestos estemos a enfrentarlos. Por lo general, son mi punto de partida cuando empiezo con una nueva historia. Es una herramienta que no solo me ayuda en el proceso creativo, sino también para hacer catarsis. Trabajar con recuerdos me permite analizarlos, reinterpretarlos, darles un nuevo significado. Siento que la historia adquiere otro matiz, se vuelve más contundente», confesó.
«Todos estamos atravesados por una familia o la falta de ella, es inevitable que esos vínculos no terminen por modificarnos más de lo que a veces nos gustaría. Aprendemos y replicamos de nuestro entorno, naturalizamos cosas que a medida que nos alejamos de él descubrimos un camino propio. Sin embargo, siempre tendremos incorporada la formación que recibimos durante nuestros primeros años», analizó la realizadora mientras que sobre la trama y el rol de los padres apuntó: «Tanto Sara como Marcos actúan siempre creyendo qué es lo mejor para todos. Aunque sea complejo de entender a esa edad, Estefanía lo intuye, quizás el escuchar atrás de las paredes le genere un mayor trauma que hablarlo directamente con sus padres. También es cierto que en ese tipo de situaciones todos se manejan de la manera que les sale. La intención siempre fue poder mostrar a los personajes, pero no emitir juicio sobre ellos, el foco está puesto en lo que viven durante esos días en el camping y no tanto en si finalmente Marcos y Sara se separarán. La idea es que el espectador pueda transitar junto a los personajes las situaciones que les toca vivir», adelantó Bilotti para quien la adolescencia es una transición «en donde empieza a generarse una autopercepción». «Es ahí cuando sentimos cosas que no somos capaces de poner en palabras y eso nos angustia. Es nuestro primer gran duelo, donde todo resulta extremadamente dramático y cualquier evento que suceda puede adquirir una trascendencia mucho mayor de lo habitual. Los intereses empiezan a cambiar y la única certeza es la incertidumbre y el miedo. Es un momento bisagra donde tenemos un pie de cada lado y resulta conveniente usarlo a nuestro favor», concluyó la directora.
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