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La ingeniería celebra sus 150 años dando respuestas a la pandemia

Un dispositivo que permite utilizar un respirador para dos pacientes, implementos de protección y una app que localiza personas que tuvieron contacto con el coronavirus, son algunos de los desarrollos de ingenieros de la UBA que celebran siglo y medio de la profesión en el país

Un dispositivo que permite utilizar un respirador para dos pacientes, implementos de protección para trabajadores de la salud y una app que localiza personas que tuvieron contacto con el coronavirus, son algunos de los desarrollos de ingenieros de la UBA que celebran mañana los 150 años de la profesión en el país dando respuestas a la pandemia, tal como hicieron los primeros doce egresados en 1870 frente al cólera y la fiebre amarilla.

Un respirador para dos pacientes

“Hay varias iniciativas que surgieron en nuestra facultad y en coordinación con el Rectorado. La que más avanzada está es un dispositivo que sirve para poder utilizar un respirador para dos pacientes a la vez, que ya fue testeado con éxito en animales y evaluado por la Facultad de Medicina y ahora estamos esperando la aprobación de Anmat”, señaló Alejandro Martínez, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (Fiuba).

El dispositivo, creado por el Laboratorio de Fluidodinámica (LFD) de la Fiuba y bautizado como Ampliación de la Capacidad del Respirador Artificial (Acra), consiste en una interfase que se coloca en un respirador de alta complejidad y permite ventilar a dos pacientes en simultáneo optimizando tiempo y recursos, que ante la situación de virulencia del covid-19 contribuye a que las capacidades sanitarias permanezcan más controladas.

“El sistema consta del respirador y el dispositivo que nosotros creamos, que está por fuera del respirador y permite regular dos parámetros esenciales para la oxigenación: lo que se llama la presión de pico de inspiración y la presión residual que queda después de la espiración”, explicó por su parte Guillermo Artana, director del LFD en una serie de videos que la Facultad subió esta semana a su página con motivo del 150° aniversario del egreso de los primeros ingenieros en Argentina.

Artana detalló que el dispositivo “permite establecer estos parámetros en forma individualizada para cada paciente y de forma autónoma, esto es, que si se modifican los parámetros para uno no se modifica para el otro”.

Herramienta clave

“Esta puede ser una herramienta clave en caso de que se presente un pico de la pandemia, por supuesto que si esto no sucede es preferible que se utilice un respirador por persona, pero si se llegara a necesitar por un costo muy bajo podés aumentar muchísimo la capacidad”, enfatizó Martínez.

Acra es parte de los desarrollos que se hicieron dentro de RespirAR UBA, un proyecto impulsado por el Rectorado para dar respuestas a las diferentes problemáticas que se presentaron con la pandemia y cuyos desarrollos incluyeron, además de este accesorio para ventilación, máscaras de protección facial, antiparras de protección ocular, cabinas de protección contra aerosoles y distintos tipos de máscaras para respiradores, entre otros.

En el marco de una competencia para resolver problemas originados por la pandemia, que se llamó FIUBAtón Desafío Cuarentena, estudiantes e ingenieros de la facultad desarrollaron una aplicación cuyo objetivo es aumentar la donación de sangre, que se vio muy afectada con la pandemia.

La app, que se llama DonArg, trabaja junto a la Red de Medicina Transfusional de la Ciudad de Buenos Aires con 17 hospitales públicos para proveer un sistema de turnos sencillos y acercarles a las personas información detallada y lugares donde puedan donar minimizando el riesgo de contagio.

Desde la ingeniería electrónica también se desarrollaron dos proyectos en el Grupo de Investigación Conectar: uno vinculado a la conexión de internet, que es una herramienta indispensable dentro de la cuarentena, para determinar los puntos donde la congestión es mayor; y el otro es una aplicación que busca ayudar a hacer el seguimiento de las personas con el fin de identificar quiénes pudieron haber estado expuestos al virus.

Por su parte, en el Instituto de Ingeniería Biomédica, dependiente de la Fiuba, desarrollaron una plataforma que permite predecir la aparición de focos infecciosos en función de la temperatura corporal de la población a la vez que analizar la forma de circulación del virus.

Ingenieros dando respuesta

Cada 6 de junio se conmemora en Argentina el Día de la Ingeniería en homenaje al egreso en 1870 de los primeros doce graduados de la carrera, a quienes se conoce como los “Doce Apóstoles de la Ingeniería” entre los que se encuentra Luis Huergo.

Unos años antes, en 1867 y 1868 se sucedieron dos brotes de cólera y en 1870 se desató un primer contagio masivo de fiebre amarilla que en 1871 desató una epidemia por la que murieron unas 14 mil personas en la Ciudad de Buenos Aires.

“Es muy significativo cumplir 150 años de ese hito en este contexto, con ingenieros de todas las ramas dando respuestas frente a la pandemia, igual que como pasó en 1870 con los recién recibidos, que se pusieron a trabajar en los sistemas de aguas y cloacas y en infraestructura de la ciudad que fueron clave para enfrentar las epidemias de cólera y fiebre amarilla”, aseguró Martínez.

Y concluyó: “Es una coincidencia no deseada, por supuesto. En nuestro caso, creo que es una buena oportunidad para trabajar más fuerte sobre la transferencia, es decir, que nuestras investigaciones y desarrollos se puedan conectar más con el sector productivo y social para colaborar con esta sociedad que está sufriendo y va a sufrir más todavía las consecuencias de todo esto.

Estar cada vez mejores preparados para aportar a una sociedad  que apueste a la ciencia como un bien soberano”.

Los doce apóstoles

En 1867 y 1868 hubo dos brotes de cólera y en 1870 se desató un primer contagio masivo de fiebre amarilla. En este contexto, terminaron sus estudios en la UBA los primeros doce estudiantes de Ingeniería del país, bautizados luego como los “doce apóstoles de la ingeniería argentina”, y no es casual que dos de las tesis de estos primeros graduados se hayan relacionado con aquellas problemáticas.

El trabajo de Valentín Balbín, referido a Aguas Corrientes de la Ciudad de Buenos Aires, analizó el limitado alcance de las obras realizadas hasta ese momento y estudió los métodos más convenientes para la purificación de aguas del Río de la Plata. Balbín tenía 19 años cuando recibió su título.

Por su parte, la tesis de Luis Silveyra, titulada Mejoras de las vías públicas de la ciudad de Buenos Aires, combinaba la preocupación por las condiciones de tránsito y comunicación interna de la capital con una cuestión de salubridad urbana fundamental.

Las calles porteñas no contaban con un sistema de desagüe pluvial y los charcos que se formaban eran uno de los principales focos de reproducción del mosquito que transmitía la fiebre amarilla y otras enfermedades.

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