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La flema británica derrapa: prohiben sexo entre personas que no conviven y desatan orgasmo de bromas

La imposición de una multa para las personas que "compartan espacios cerrados" sin habitar en la misma dirección fue justificada en la necesidad de minimizar riesgos ante la decisión de poner fin a la cuarentena en el país de Europa con más muertos y contagiados por covid-19

Sex ban. Así se conoce la «prohibición sexual» que forma parte del nuevo paquete de normativas que el Reino Unido dictó para contener la pandemia de covid-19. El gobierno británico puso fin a la cuarentena estricta, pero buscó minimizar los riesgos de contagio con, entre otras restricciones, esa prohibición de mantener relaciones sexuales con personas que no vivan en una misma casa. La violación de la norma es pasible de una multa de 100 libras (unos 8.700 pesos argentinos). Los enojos por la extravagancia de la medida fueron menores que las bromas que desató.

La disposición del Ejecutivo conservador británico no es, valga la analogía, explícita: lo que prohibe es el encuentro de dos o más personas que no conviven «en un espacio cerrado» público o privado. Todos los medios de comunicación interpretaron que se habla de sexo.

Varios funcionarios salieron a explicar que el objetivo principal de la medida es garantizar la salud de la población en el país europeo más afectado por la pandemia, con casi 40.000 muertes y cerca de 280.000 contagios.

“De lo que se trata es de asegurarnos de que la gente no pase la noche fuera de su casa”, argumentó a la radio LBC el secretario de Vivienda, Simon Clarke, cuando le preguntaron sobre la prohibición.

Las cargadas ya se habían instalado en las redes sociales, y los periodistas sumaron el tono humorístico a la entrevista. Como todo lo que no está prohibido es permitido, le preguntaron a Clarke si la medida dejaba la puerta abierta para las relaciones sexuales al aire libre. “Es justo decir que el riesgo de transmisión del coronavirus es mucho menor al aire libre que en interior, pero obviamente no animamos a la gente a hacer algo así al aire libre en este momento ni en ningún otro”, respondió, con una risa, el funcionario.

Las especulaciones sobre la tan singular medida hicieron centro en su posible mentor. Algunos la relacionaron con la vida personal poco convencional del primer ministro Johnson. Otros, la señalan como una sobreactuación luego de que medios como el Daily Mirror y The Guardian pusieran en evidencia que Dominic Cummings, poderoso y controvertido asesor del mandatario, había violado las reglas del confinamiento por el coronavirus en varias oportunidades.

La normativa establece una multa de 100 libras para el que la viole, aunque será difícil detectar a los infractores. El gobierno admitió eso al recordar que la policía no tiene facultades para ingresar en las viviendas a menos que se sospeche de una «actividad criminal grave».

Hasta el diputado conservador Tobias Ellwood se burló de la medida. “Me complace decir que es ridícula”, le dijo a la cadena ITV. Algunos ciudadanos reclamaron, con ironía, un «cuerpo de seguridad sexual» especial para garantizar el cumplimiento de la sex ban. Otros propusieron el uso de drones para espiar por las ventanas.

La relación bizarra entre pandemia, cuarentena y sexualidad no es privativa de los británicos. La semana pasada también se viralizó un video en el que un muchacho irrumpe ante cámaras que reflejaban una escuálida movilización anticuarentena en la ciudad de Buenos Aires para quejarse del aislamiento preventivo: «No la pongo hace 80 días», argumentó cuando apenas transcurrían 70 días de las restricciones, lo que dejaba en evidencia sus inconvenientes de alcoba previos.

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