«Hasta donde se pueda, se seguirá», dijo Bocca, y aunque la sentencia suene dramática, el bailarín se mostró optimista porque, confió, «el equipo está haciendo un trabajo enorme y no queremos bajar los brazos».
La fundación fue creada por Julio Bocca a fines de los años 90 con el propósito de acompañar a los jóvenes talentos del país en su formación artística y hacer más sencillo un camino al que le sobran sacrificios y frustraciones.
«Hoy, de los 500 alumnos que tenemos, 400 están becados», explicó a la agencia de noticias Télam el director general de la entidad, Carlos Repetto. Y agregó: «Brindamos 24 clases diferentes en dos unidades troncales: teatro musical por un lado, y danzas por el otro. Son 80 maestros, 14 disciplinas y 6 programas sociales activos, con un alto impacto en el campo y en la generación de bailarines y actores jóvenes».
Todo comenzó con un sueño que el bailarín estrella del país tenía en 1997: facilitarle las cosas a los chicos que, tal vez como él, habían llegado al arte desde la periferia de la ciudad, haciendo grandes esfuerzos aún hoy: «La idea era poder ayudar a la gente joven a cumplir su sueño como artista y sobre todo como bailarín», recordó Bocca.
El proyecto inicial era dar cuerpo a una escuela educativa de arte donde convivieran la instrucción primaria y secundaria, con la de danza clásica, teatro y canto: «No fue posible armar una escuela así, pero sí se logró crear la formación en comedia musical y los talleres de danza clásica y contemporánea, a los que se sumaron, en los últimos dos años, muchos desafíos de acompañamiento social», agregó el bailarín y coreógrafo.
La labor social de la Fundación Julio Bocca es tan excepcional y discreta como su fundador: a través del programa Beca Pi hace posible que chicos y chicas de toda la Argentina puedan desplazarse a Buenos Aires y acceder a la enseñanza de excelencia. Y con el programa Potenciate alcanza a una franja de la población que por prurito o falta de recursos jamás se había animado a experimentar con la danza o el teatro.
Pero hay más: el programa Barrios Vulnerables lleva sus clases cada domingo a las zonas menos favorecidas de la ciudad, con la compañía ofrecen espectáculos a beneficio de otras ONG, para que ellos recauden fondos, la Gala por los Niños de cada año que se realiza junto a Manos en Acción y el Patronato de la Infancia, y el programa de intercambio Beca BAL, que acompaña a jóvenes artistas de toda la región para que se entrenen en la capital argentina.
«La Fundación, durante estos 21 años, formó a miles de alumnos que nos representan en los escenarios más variopintos de todo el mundo», retomó el director general Carlos Repetto.
Esa labor artística y su tarea social corren riesgo en este momento a causa de la pandemia, como sucede con otras organizaciones y estudios de danza. «El impacto del aislamiento fue y es muy fuerte», explicó el director.
«Al inicio del 2020, teníamos una matrícula de inscriptos superior a la de los años precedentes, incluyendo a muchos alumnos del interior y del exterior. Pero ante la pandemia, preservamos los puestos de trabajo y el espacio académico como lugar de contención, y casi sin valorar las pérdidas de nuestros recursos, habilitamos las plataformas virtuales para que los alumnos no detuvieran sus procesos de aprendizaje», agregó.
Así es que las clases se siguen dictando por internet: «Nos reinventamos, pero perdimos toda la capacidad de respuesta económica en niveles alarmantes. Esto porque no dejamos a ningún alumno sin su oportunidad y no cancelamos las horas de clases de nuestros maestros», completó Repetto.
«La fundación sigue trabajando a pesar de la pandemia –retomó Bocca desde Uruguay–, pero es terrible porque los padres no tienen posibilidad de pagar así como tampoco algunos alumnos que son más grandes y que con sus trabajo cubrían parte del costo de los cursos».
Entre risas, Bocca contó que mucha gente tiene la fantasía de que él puede sostener toda esa estructura haciendo aportes continuos: «A veces las personas se olvidan de que es una fundación sin fines de lucro que requiere del compromiso de todos. Incluso de quienes se formaron ahí y olvidan devolver de alguna manera con su colaboración. Pero bueno, todavía no hay una cultura desarrollada en nuestro país al respecto», dijo el artista.
El bailarín reconoció que buena parte de los aportantes prefieren mantenerse en el anonimato y valoró el acompañamiento que significó la Ley de Mecenazgo: «Hay que tratar de pasar esta pandemia unidos y, sobre todo, valorar el sacrificio que hizo la Fundación para seguir en pie cuando esto haya pasado», concluyó.